Doscientos libros para atesorar
Ante el futuro reinado de lo digital, expertos de 14 países arman una lista
MADRID.– Orden en el caos. Jerarquización en la anarquía. Semáforos en la imbricación entre los mundos analógico y digital: 57 expertos de 14 países propondrán una biblioteca de cien obras de ficción y cien de no ficción del mundo occidental que no deben faltar en las familias, en las bibliotecas de las casas. Doscientos libros que serán editados en papel antes de que el mundo digital arrincone el modelo tradicional.
Como en toda lista, no sobrará ningún libro, pero sí faltarán algunos, según cada lector, de acuerdo con el ejemplo de lista que presenta Miguel Ángel Garrido Gallardo, investigador del CSIC y presidente del Congreso Internacional La biblioteca de Occidente en contexto hispano, que empezó ayer y terminará el sábado en Madrid. Un encuentro con ponentes como José Carlos Mainer, crítico literario español y profesor de la Universidad de Zaragoza; José Manuel Sánchez Ron, académico y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid; Michel Zink, del Còllege de France en París, y Giovanni Maria Vian, de la Universidad de La Sapienza de Roma.
¿Qué cien libros de ficción se deberían conservar en los hogares? ¿Cuáles de ciencia, filosofía, política, historia o economía? El espíritu del congreso, según Garrido Gallardo, no es crear un canon, sino proponer una serie de títulos esenciales para disfrutar y comprender la literatura y el curso de su historia inacabable. Por eso los libros que salgan de ese congreso no serán necesariamente los previsibles de un autor o de un movimiento o de una época. Se trata, según Garrido Gallardo, "de mostrar la diversidad de la creación literaria a lo largo de la historia".
No es atrincherarse en la nostalgia, aclara José María Vázquez García-Peñuela, rector de la UNIR. Es recordar y aprender que nada viene de la nada, que autores como Sófocles o Lope de Vega o Proust son esenciales en la creación literaria no sólo para los lectores, sino, especialmente, para otros escritores.
Es un golpe sobre la mesa en el mundo de la Red y de la sobreinformación. Para Mainer, es una respuesta a la banalización del contenido de la cultura en todos los ámbitos. Un momento en el cual con cierta frecuencia los temas presentes adquieren demasiada relevancia. A su vez, afirma, en el campo de la academia ha aumentado un tipo de demagogia a través de la cual los profesores privilegian la novedad literaria sobre las obras tradicionales. Mainer reconoce que el canon es complejo, y por eso esencial: "No es sólo el reconocimiento de rango estético superior de una obra, sino que indica cómo ha sido el momento, reflejo de la herencia colectiva".
No es seguro que una vez que concluya el congreso esté la lista definitiva; lo que sí está claro es que de allí saldrá el elenco de criterios para la selección. Algunas coordenadas podrían ser: una obra por autor, un libro por movimiento literario y solo entrarán títulos que tengan como mínimo 50 años, tiempo suficiente para haber decantado su valor.
Para Garrido, por ejemplo, en su propuesta del realismo francés clásico no estarían ni Balzac ni Stendhal, su elección es Gustave Flaubert, y no con Madame Bovary, sino con Tres cuentos.
Uno de los últimos en proponer un canon occidental, y muy polémico, fue Harold Bloom. Era 1994. Bloom cree que ahora más que nunca se requieren estos puntos de referencia porque, como dijo hace un año y medio: "Esa literatura, la canónica, que parece agonizar, es fundamental conocerla si queremos aprender a oír, a ver, a pensar... a sentir..."
EL PAIS