Dos preguntas clave a la hora de planificar
Lo esperamos con ansias durante todo el año, pero cuando se acerca el momento de vacacionar, tal vez lo mejor sea dejar la ansiedad a un lado y animarse a la pregunta: ¿por qué queremos hacerlo?
En mi caso personal demoré unos cuantos años para terminar de darme cuenta de que yo deseo tomarme vacaciones de las obligaciones laborales, pero también, a veces, necesito alejarme un poco de los compromisos familiares. Por ejemplo, de mis hijos.
Sí, es cierto: esto puede sonar poco amigable, pero para mí es realmente sustancial poder respirar tanto de mi trabajo como de ellos. Y si bien no me sucede a menudo, creo que resulta lógico el caso de aquellos que también pueden necesitar alejarse de sus parejas, sin que haya ninguna crisis o conflicto en el medio.
Me parece interesante entonces pensar en esta pregunta aludiendo al motivo de origen, es decir, deberíamos sincerarnos y dejar en claro de dónde queremos salir, de qué queremos alejarnos para tomar distancia y volver con mucho más resto.
Una vez identificado este punto, también me parece importante poder detenerse en el para qué. Porque lo que sucede es que esta pregunta, a diferencia de la anterior, se dirige a un punto de llegada y no a uno de partida. La clave está entonces en entender adónde queremos llegar. Recién con este planteo uno puede llegar a darse cuenta de que hace tiempo deseaba reconectarse consigo mismo, o estar más tiempo (y de mejor calidad) en la naturaleza, o que, en realidad, simplemente deseaba estar cerca con sus amigos de toda la vida, esos que necesitamos disfrutar a solas.
Así, la primera pregunta es la que deberíamos tener en cuenta para dirigir la búsqueda y enfocar en vacaciones que nos alejen de aquellos lugares que necesitamos soltar por un tiempo, mientras que la segunda es la que podría acercarnos a lo que deseamos encontrar.
En realidad y a modo de conclusión, todo esto me lleva a pensar que las vacaciones no son un concepto único e inequívoco, sino que se trata, más bien, de algo flexible que nosotros mismos podemos modelar según nuestras necesidades. Lo importante es aprender a pensar en las razones y los motivos por los cuales uno desea y necesita, con total sinceridad, tomarse un respiro, un tiempo, un aire.
Por eso pienso que lo ideal es irse con amigos, con la pareja y con la familia en tres momentos del año que, de ser posible, sean distintos y estén bastante espaciados en el tiempo. Aunque más no sea por unos días, hay que mantenerse fiel a la propuesta y las propias decisiones. Por experiencia personal, puedo asegurarles que uno va a regresar a su casa distinto, fresco y con mucha más energía.