¿Dónde estuvo tu mente?
Actividades que dejan una huella indeleble en tu estructura cerebral
Toda tu actividad mental –pensamientos, emociones, procesos conscientes e inconscientes– está basada en una subyacente actividad neural. Mucha de esta actividad fluye por tu cerebro como ondas en un río, sin un efecto duradero. Pero actividades mentales/neurales intensas, repetidas y prolongadas –sobre todo las conscientes– dejan una huella indeleble en tu estructura cerebral. Esto se conoce en neurociencia como neuronas que disparan juntas, se cablean juntas, o sea, forman un nuevo circuito neural. Los estados mentales entonces se convierten en rasgos cerebrales. A cada minuto tu mente va construyendo tu cerebro.
No sólo logran esculpir nuevas sinapsis, sino que pueden meterse en tu ADN cambiando el funcionamiento de tus genes. Por ejemplo, la práctica de relajación en forma periódica incrementa la actividad de ciertos genes que disminuyen las reacciones frente a situaciones de estrés, haciéndote de esta manera más resiliente. La resiliencia, junto con el humor, sentido común, optimismo, autoestima, la integridad, determinación, autocompasión, tolerancia a la angustia, autorregulación, las funciones ejecutivas –razón, memoria, flexibilidad, planeamiento, resolución de problemas– y emociones positivas son tus fortalezas internas. En efecto, cómo te sentís y qué hacés en el transcurso de tu vida y durante ciertas relaciones y situaciones particulares está determinado por tres factores: los desafíos que atravesás, tus vulnerabilidades y las fortalezas internas para hacer frente a esos desafíos y proteger tus vulnerabilidades.
Se cree que un tercio de estas fortalezas son innatas, vienen con la genética de tu temperamento, estados de ánimo y personalidad. Sin embargo, los otros dos tercios se desarrollan a lo largo de la vida. Los obtenés si los desarrollás. Como dice el Dr. Rick Hanson, tu mente es como un jardín. Podés ver cómo las flores y malezas crecen en él sin juzgar ni cambiar nada. Podés sacar las malezas, reduciendo lo que es negativo en tu mente. Y podés cultivar más flores, aumentando lo que es positivo en tu mente. Si tu desafío es presentar tu trabajo frente a tu jefe, éste se verá intensificado si sos un poco ansioso (vulnerabilidad), pero podrás superarlo con más facilidad si sabés calmarte (fortalezas).
En la vida los desafíos nunca disminuyen, pequeños como un MP3 que te deja de funcionar o gigantes como la muerte de un ser querido. Necesitás de tus fortalezas internas para enfrentar desafíos y tus propias vulnerabilidades. Si querés sentirte menos estresado, ansioso, frustrado, irritado, deprimido, desilusionado, solo, culpable o herido, tener muchas fortalezas internas te ayudarán sin ninguna duda. Para ello, dónde está tu mente realmente importa. Si seguís dejando que tu mente te critique, se preocupe por todo, se enoje con los demás, hiera, se estrese, entonces tu cerebro se esculpirá en más impulsividad, vulnerabilidad a la ansiedad, estados de ánimos depresivos, foco en pérdidas y amenazas, y una gran inclinación al enojo, la tristeza y culpa. Pero si lográs que tu mente se quede más tiempo en eventos y condiciones positivas –alguien fue simpático con vos, hoy comiste rico–, sensaciones placenteras, las cosas que lograste y lográs, placeres físicos, tus buenas intenciones y habilidades, entonces tu cerebro tomará otra estructura, una con más y mejores fortalezas internas. Acordate: aquello a lo que le prestás más atención (en lo que tu mente se queda más tiempo) es el principal albañil de tu cerebro. Y mientras que existen cosas que naturalmente nos llaman más la atención –un problema en el trabajo, un dolor físico, una preocupación–, vos tenés el poder de influir donde tu mente se queda más tiempo. Vos podés prolongar de manera deliberada ese tiempo e incluso crear experiencias que esculpan tu cerbero para un mayor bienestar y productividad personal y profesional.
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