Donar sangre: el salvavidas universal

Necesitó la autorización de sus padres para poder donar por primera vez. Ana De Maio tenía entonces 17 años y la sangre era para un primo. Luego dio para su abuela, y después para un amigo. Hoy, a los 26, dona cada tres meses en el Hospital Garrahan. ¿Para quién? Para aquel que espera en una cama la solidaridad desinteresada y anónima."Con el brazo donás, abrazás, das vida, y eso es fantástico", dice Ana, al poner en palabras la alegría del compromiso que decidió asumir (ver recuadro).

La donación de sangre es la cara más humana de la medicina actual. Considerada el segundo salvavidas mundial, luego de los antibióticos, la sangre es un bien preciado que no puede fabricarse: sólo puede ser ofrecida por un hombre a otro. "La donación de sangre se ha convertido en la gasolina del sistema sanitario", afirma Ana del Pozo, jefa de Hemoterapia del Hospital Garrahan y asesora médica de Cadas (Círculo de Amigos de la Donación Altruista de Sangre). "Sin embargo, en nuestro país aún hoy no se toma conciencia de su importancia."

Casos como el de Ana son hoy una excepción, porque los bancos de sangre en la Argentina funcionan sólo para el autoabastecimiento, y con donantes de reposición. Por eso, en los pasillos de los hospitales se vive cotidianamente una misma historia: el médico se acerca a la familia y le pide dadores de sangre para el tratamiento del ser querido. La desesperación se apodera de ellos, que rápidamente deben dar con quienes puedan donar. Las cadenas de correos electrónicos en las empresas, las llamadas a viejos amigos y parientes... todo parece insuficiente.

"Es un problema de historia –puntualiza Daniel Fontana, director del Plan Nacional Sangre del Ministerio de Salud de la Nación. En este campo, los países organizados y que además poseen dinero y recursos tienen otra historia. Tanto en Europa occidental como en los Estados Unidos existe un historial de guerras, razón por la cual a mitad del siglo último organizaron sus centros regionales para mandar sangre al frente, y a partir de esta tarea quedó arraigada en la gente la función de dar sin pedir nada a cambio, ser un anónimo, un donante altruista (se llama así a quienes donan regularmente)."

Más allá de los recursos, en los países del Primer Mundo se realizan costosas campañas para seguir informando y atrayendo a los donantes porque se sabe que los bancos de sangre dependen de la actitud de la gente frente a este problema. El doctor Benjamin Lichtiger, jefe del Departamento de Laboratorio y Medicina Transfusional, MD Anderson Cancer Center, Houston, Universidad de Texas, destaca la importancia de las donaciones voluntarias: "El paciente no tiene por qué estar preocupado por el tema de la sangre; no es un asunto suyo, sino nuestro. Por esta razón, es importante contar con esos hombres y mujeres que vienen y ofrecen su sangre –señala–. Obviamente, las campañas de difusión son tan importantes como las colectas que se realizan en compañías, bancos y fábricas. Informar y educar es el punto de partida".

En la Argentina, recién en febrero de 2002 se creó el Plan Nacional de Sangre y, como destaca Daniel Fontana, se cumple con una asignatura pendiente. "Todo país ordenado debe tener una política de Estado con respecto al recurso sangre humana, y en nuestro país la historia recién comienza."

El 14 de julio de 2003, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires instituyó, a través de la Ley 1038, el 9 de noviembre como el Día del Donante Voluntario de Sangre y Hemocomponentes. Un año después, el 27 de septiembre de 2004, el Senado y la Cámara de Diputados declararon la fecha como el Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre y su inclusión en el calendario escolar, en honor a la primera transfusión del mundo de sangre nitratada, realizada por el Dr. Luis Agote el 9 de noviembre de 1914. "En nuestro país es necesario realizar un cambio cultural para modificar la realidad de la donación de sangre –comenta Ana del Pozo–. Que se incluya el Día del Donante de Sangre en el calendario escolar es un paso muy importante, porque se trata de un trabajo a largo plazo, y eso es posible a través de la educación de los niños y la integración de los padres en esta temática, y que se pueda hablar de sangre con total libertad. Se trata de pensar a largo plazo. Lo que hoy hacemos es tapar baches."

En los hospitales porteños se realiza una transfusión cada cuatro minutos. Una operación de cirugía extracorpórea necesita entre 4 y 5 unidades de sangre –cada unidad tiene ½ litro–. Los tratamientos de cáncer, las cirugías de alta complejidad y los trasplantes de órganos serían imposibles de afrontar sin donaciones de sangre. En nuestro país se necesitarían 1.300.000 dadores anuales y sólo se registran 800.000, lo que indica un déficit de 500 mil.

"La donación por reposición constituye prácticamente la totalidad de los procedimientos para la obtención de sangre y hemoderivados en la Argentina. Aproximadamente un 95 por ciento de la sangre a ser transfundida en nuestro país es obtenida por reposición. Mientras que el 5 por ciento restante es producto de la donación altruista –explican Victoria Gamboa, coordinadora del Programa Sangre, y el doctor Gustavo Milone, jefe del Servicio de Hemoterapia, ambos de Fundaleu–. La solución a esta problemática es posible. En la Argentina se realizan 1.500.000 transfusiones al año. Si la población que reúne los requisitos para donar su sangre lo hiciera voluntariamente una vez por año, la demanda estaría satisfecha en su totalidad por el sistema de donación más seguro."

Para lograr la donación altruista, que es la ideal, Abraham Kohan, presidente de la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología y jefe de Hemoterapia del Hospital de Clínicas, considera que se necesita una política de Estado. "Siempre pongo como ejemplo lo que ocurrió con el atentado a la AMIA –dice Kohan–. Al Hospital de Clínicas se acercó mucha gente a donar sangre. A la semana, ya no había dadores. Con esto no quiero decir que la gente no sea solidaria, al contrario, tiene que ver básicamente con un problema de educación."

Donar sangre voluntariamente no sólo es positivo para cubrir los requisitos de demandas, sino que garantiza un alto porcentaje de sangre segura. "La que se obtiene por reposición no es tan segura como la sangre del donante voluntario –explica Ana Del Pozo–. ¿Por qué? Porque en la mayoría de los casos los que se acercan a donar por pedido de familiares, amigos y compañeros de trabajo sienten cierta presión y no responden con sinceridad el cuestionario de selección sin ser conscientes del riesgo que eso implica. Hay que cambiar la calidad del donante."

Pasos ineludibles

El cuestionario, o la encuesta, como prefiere denominarla Daniel Fontana, genera ciertas controversias por considerarse una violación de la intimidad. "Se trata de uno de los pasos ineludibles de la donación –asegura el director del Plan Nacional de Sangre–. La encuesta es crucial para la salud de la persona que está acostada en una cama esperando, y eso no se reemplaza con nada. Cuando uno crea una norma no está pensando en discriminar, está pensando en hacer una selección positiva para preservar la salud del receptor anónimo. No se trata de dejar gente afuera en el acto de donar, pero hay conductas que son consideradas de riesgo. Siempre hablamos de conductas y no de grupos de riesgo."

La selección del donante es clave para evitar infecciones, por más específicos que sean los análisis que se le realizan a la sangre donada, no se puede detectar el ciento por ciento de las muestras contaminadas. "El riesgo, por supuesto, es para quien recibe la sangre –confirma Del Pozo–; en cambio, la donación siempre es segura porque se emplean materiales descartables."

Marta Ríos tiene 56 años y hace un año donó sangre por primera vez. "Lo hice porque mi marido necesitaba –confiesa–. Siempre tuve miedo de contagiarme cualquier cosa y mucho más temor al no saber a quién iba dirigida mi sangre. En ese momento, mi marido recibió también la ayuda de gente anónima; eso me llamo la atención y comprendí la importancia de dar sin importar a quién." Hace un mes volvió a donar; nadie se lo pidió. "Fui sola al hospital y extendí mi brazo. Fueron sólo cinco minutos que cambiaron mi vida."

La falta de información, por lo general, induce al error, destacan Victoria Gamboa y el doctor Gustavo Milone. "Por ejemplo, la información relativa a la seguridad del donante, es decir, el conocimiento de las normas de bioseguridad para su protección, aleja los fantasmas que las personas suelen tener en relación con hipotéticos contagios –señala Gamboa–. Algunas creencias, lamentablemente muy extendidas y absolutamente incorrectas, como "donar sangre engorda", sólo serán combatidas con información clara, adecuada y sistemática. Por otra parte, informar sobre la necesidad de sangre es el dato que aporta a la motivación y contribuye al desarrollo de la práctica. Cada donante voluntario activo es un agente multiplicador del mensaje y un testimonio de lo posible."

Comunicación, educación y concientización en forma extendida y continua a toda la comunidad, una necesidad que requiere para su realización consenso, participación y compromiso. No hay sangre sin donantes y aún los científicos no han podido encontrar un sustituto de este fluido humano, salvavidas del mundo, que remedie la falta de dadores.

Para saber más
www.cadasgarrahan.com.ar
www.aahi.org.ar
wwww.fundaleu.org
www.incucai.gov.ar

Víctor Brizuela

Tiene 46 años, es vendedor.

"Siempre me propuse ayudar a la gente. La política no me interesa y dinero no tengo; entonces pensé que ésta era una buena manera de hacerlo. Desinteresada, sabiendo que estoy ayudando a alguien, no importa a quién. He donado en diferentes lugares, y lo hago desde hace muchísimos años. Creo que, como todos los que somos voluntarios nos acercamos por un familiar, por un amigo, por un compañero de trabajo, luego descubrimos la importancia de dar sangre. De alguna manera me convertí también en un vocero. No persigo a nadie, pero siempre hablo y cuento la importancia de dar sin importar a quién. Mi hija mayor, Verónica (21 años), debutó como donante de plaquetas, y me siento muy orgulloso de eso. Yo llevo más de 50 donaciones de plaquetas y sé lo que significa para el que está esperando en una cama. No sólo se trata de un gesto solidario; es una responsabilidad social que me permití asumir."

Ana De Maio

Tiene 26 años y está finalizando la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires. Trabaja en el Centro de Documentación Biblioteca Obispo Angelelli de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

"La primera vez que doné tenía 17 años, y lo hice con la autorización de mis padres. Fue para un primo, luego para mi abuela y después para un amigo. No me llevó mucho tiempo comprender la necesidad de ser donante voluntario. Cuando dono sangre me siento bien conmigo misma y sé que estoy ayudando a alguien, no importa quién. Mi relación con el hospital Garrahan cada vez es mayor. Al comienzo venía a donar sangre, luego me comprometí aún más, me interioricé en el tema, lo que me llevó a ser parte del grupo Cadas (Círculo de Amigos de la Donación Altruista de Sangre). Comencé a formar parte de las reuniones para instruirme y, luego, ser promotora y difundir la importancia de la donación altruista. Informo e intento sumar a la lista donantes repetitivos. Me parece que es importante asumir este tipo de compromisos. Con el brazo donás, abrazás, das vida. Y eso es fantástico."

Pueden donar

Las personas que tengan entre 18 y 65 años. A los 16 años, con permiso de los padres; después de los 65, con autorización del médico.

Quienes pesen más de 50 kilogramos.

Aquellos que no posean antecedentes de hepatitis virales.

Las personas que al momento de donar no tengan síntomas de infección y fiebre.

Quienes no hayan estado en riesgo de adquirir infecciones de transmisión sexual.

No pueden donar

Quienes hayan tenido más de una pareja sexual o sexo a cambio de dinero o de drogas, ya sea con hombres o mujeres, en el último año.

Aquellos que se hayan inyectado drogas ilegales.

Las personas que en el último año se hayan realizado tatuajes o hayan sufrido heridas o perforaciones en cualquier parte del cuerpo.