
Divididos en la trinchera
La banda más potente y una de las más influyentes del rock argentino ataca de nuevo y, a cuatro días de la edición de su séptimo disco, Vengo del placard de otro, cuentan cómo prepararon y cocinaron la obra que musicalmente más los representa. La crisis institucional, sus experimentos sonoros, la independencia como alternativa obligada y un lema con futuro de bandera: "que no te roben los sueños y por aquí no pasarán"
Negra, brillosa y bien argentina. Sangre cocida condimentada, envuelta en un trozo de tripa. No es una, es media morcilla. Esa es la imagen que Divididos escogió para la portada de su nuevo disco: Vengo del placard de otro . ¿Qué significa esa media morcilla en el Pequeño Divididos Ilustrado ? "Es un poco como el moretón argentino. La morcilla es un argentino, cagado a palo. ¿Hay algo más argentino que una morcilla? Representa el machucón de los que vivivimos acá", explica Ricardo Mollo, sentado, entre pedales y cables, en el suelo de la quinta devenida sala de ensayo. Fuerte, ¿no? Sangre cocida condimentada, envuelta en un trozo de tripa.
A dos años del elogiado Narigón del siglo (el disco que, al parecer, marcó para siempre una nueva y fructífera etapa en la música del trío) y luego de dos meses y medio de grabación, llega Vengo del ..., el disco más directo y diverso que compuso la banda en sus trece años de historia. Catorce canciones que cargan con el peso de haberse gestado durante los últimos días del ¿último? naufragio argentino. Un álbum con espíritu "apocalíptico", según las palabras de Diego Arnedo. Un disco que no es denuncia ni protesta, sino retrato de la Argentina 02.
"Ojos de agua sobre la ruta 2/ no hay poesía en este atardecer/ Flotando el animal/ no hizo pie en el trigal/ Suben los bichos y baja el cereal (Casitas inundadas, a votar).
Es la primera vez que el trío habla de su flamante álbum y tanto Mollo y Arnedo como Jorge Araujo están ansiosos. Saben que el álbum es un paso más en su carrera hacia la investigación sonora y sostienen que desde aquel experimento que significó el show en la extinta FM Supernova (donde convivieron máquinas, loops, guitarras y una buena cantidad de instrumentos y sonidos étnicos) "se encendió una mecha que no se apaga más. A partir de ahí todo es investigación. Quebramos la estructura guitarra-bajo-batería."
Para el guitarrista (sí doña, la pareja de Natalia Oreiro), este disco tiene una particularidad muy especial: "Después de trece años, nos encontramos con el verdadero significado de la palabra Divididos. Hace mucho (el periodista) Tom Lupo nos dijo que divididos venía de diversidad. Y éste es nuestro disco más diverso y, por ende, el más Divididos de todos". Y solo se necesita una escucha de corrido a Vengo del... para ratificar tal afirmación: En los 74 minutos de música hay rock poderoso, simple pop, orquestaciones grandilocuentes con espíritu cinematográfico, un villancico deforme, funk, folklore y más (ver recuadro).
"Aquelarre de presidentes/ un ratito cada uno/ La azafata vuelve a ser/ la que trae el perfume y el pedal" (Ay, que Dios bo...).
Este álbum es el primero en diez años que la banda grabó y mezcló completamente en la Argentina. Y allí se puede hallar una de las principales razones de que "la argentinidad", en todas sus acepciones, se encuentre más presente que nunca. "Me acuerdo que cuando estábamos creando todo esto -rememora Araujo-, salíamos de la sala, nos saludábamos y no sabíamos si nos íbamos a ver al día siguiente. Todo era tan caótico y apocalíptico en el país... Eramos tres músicos, haciendo un disco que no sabíamos si íbamos a poder terminar. Si te detenés un minuto a pensarlo, es ridículo. Y eso está en las canciones. Entonces, más allá de la lírica, la música también tiene una carga muy importante".
Arnedo:- Creo que en el disco hay una muestra de lo tragicómico de la sociedad argentina. Desde la ironía, desde el humor y desde lo drástico también. Y lo más liberador fue tener la libertad de hacer la música que se nos cantó el o... y utilizar eso como un canal para drenar todas esas emociones que te deja vivir acá, en este momento de la historia.
Mollo:- Si no reflejás poéticamente ese manijazo final de un gobierno que venía acompañado de toda una ilusión, es porque vivís en otro planeta o, por lo menos, en otro país. Poetizar eso es nuestro trabajo. Tomar algunas cosas que son parte de la cultura argentina, que vienen pasando continuamente en el país, y marcarlo. En el disco hay cosas que pasaron siempre y de las cuales estamos hechos todos los argentinos.
"Que no roben tus sueños/ y por acá no pasarán" (Un alegre en este infierno).
Divididos está aquí, en su quinta-sala de ensayo de Parque Leloir, preparándose para la presentación de Vengo del... en Córdoba primero (el 6 de septiembre) y luego sí en lo que será su regreso a Obras (27 y 28 del mismo mes). "Tenemos un lío bárbaro para armar la lista", se queja Mollo, mientras Araujo muestra orgulloso el arsenal de instrumentos percusivos que utilizó en el disco (un udú, varios tambores marroquíes y un cajón peruano, entre muchos otros).
Mate y tostadas con queso en mano, Mollo repite una y otra vez que "no queremos ser consejeros ni mercenarios y por eso no escribimos para los pibes que nos escuchan. Lo que decimos en nuestras canciones son vivencias personales... si a los chicos les sirve, ahí está, pero nada más. El rock siempre fue combativo, pero sin ser canción de protesta. Lo mejor que tiene es ese rayito de luz de conciencia que ofrece. Uno de los temas que más me pega del disco es Un alegre en este infierno , que un poco está tomado de una frase de Italo Calvino. El tipo habla de saber diferenciar en el infierno, lo que no es infierno. Tener la capacidad de quedarse con las cosas buenas que pasan por este mundo. Y uno de los grandes objetivos del enemigo es robarle los sueños a los jóvenes, porque así todo se achata. "Que no te roben los sueños y por aquí no pasarán". Lo que le decís al otro no es "vamos a la Casa Rosada a tirarle huevos a Cavallo", sino que no te quiten ese tesoro, que no te llenen de información para sacarte ese potencial que es solamente tuyo. De ahí en más, cada uno elige su viaje".
Y si de viaje se trata, probablemente Divididos inicie uno muy pronto. Con la edición de Vengo del... el trío termina el contrato que lo ligó hasta aquí a la compañía discográfica BMG. Y, sin ningún tipo de apuro, insinúan un futuro de independencia. " Las mismas compañías son las que agrandan esa posibilidad -asiente el guitarrista con enojo-, por sus descuidos y maltrato hacia los que les dan de comer, que son los músicos. Hay una soberbia establecida que señala que la cosa pasa siempre por la discográfica. Y no es así. Todo siempre pasó por un tipo que está en su casa, con una guitarra, componiendo una canción. Si no tenés respeto por eso, sucede lo que sucede y un buen día te preguntás: "¿Por qué tengo que estar acá, padeciendo un maltrato, si puedo hacer mis discos sólo?"."
Arnedo:- De todas formas, existe un proceso de tiempo, de madurez, para entender eso. Cuando uno es más pibe no se da mucho cuenta y lo que más quiere es que su disco esté en la calle. Y si viene una compañía y te ofrece un contrato lo firmás sin pensar, como lo hemos hecho todos. Quizá nosotros ahora estamos en una posición en la que podemos pensar en ser independientes, pero después de haber pasado por varias zonas fantasmas.
"Acentuando viejos dichos/ ésta es la era de la boludez/ Aburridos peligrosos/ se auto castran el amor/ Aburridos peligrosos/ y a estos pibes qué mundo les dejás" (Aburridos peligrosos).
¿Autorreferenciales nosotros? "Sí, un poco es como señalar que esto que pasa ya lo dijimos hace tiempo. Hay males que se reciclan y se siguen utilizando", continúa Mollo y la charla pasa de Luis Alberto Spinetta ("grabamos una versión de Despiértate nena , porque es uno de esos temas que te quedan para toda la vida, como pueden ser El arriero o Voodoo Child ") a los impecables arreglos orquestales que el Pollo Raffo hizo para tres de los temas incluídos en el disco ("¿Sabés lo que fue meter a dieciseis músicos, con sus respectivos instrumentos, en el estudio del Abasto? De película").
Araujo, que aportó más que nunca al sonido del grupo, arriesga una definición con la que intenta atomizar el espíritu del álbum y de la banda: "En cada disco buscamos ser vertiginosos y, no sé cómo, siempre terminamos lográndolo. Probamos tantos sonidos diferentes para cada una de las canciones, que resultó ser un trabajo agobiante. Muy enrriquecedor, pero agobiante."
"La Argentina y su tatuaje del error/ mentí, mentí, mentí que es verdad/ Hoy me duele la cultura/... En la fiesta del dolor/ bailate este tangazo en inglés" (Libre el jabalí).
Fuera de la casona la noche se abre paso entre la lluvia y el frío. El anfitrión Mollo enciende unos leños en el hogar, mientras Arnedo y Araujo siguen desmenuzando el séptimo álbum de la banda. Pero es tiempo de repaso histórico de este grupo que comenzó a armarse allá por 1988, tras la muerte de Luca Prodan y la separación de Sumo, y surgen algunos tópicos ineludibles. En esos trece años, Divididos, como el país, transitó los mil y un estados: la depresión y oscuridad porteña de fines de los años 80, la paranoia absoluta, el exitismo desmedido, el nacionalismo como alternativa, el amor y la furia, la madurez y la búsqueda de nuevos caminos, el caos y el sentimiento apocalíptico de estos días. A través de sus discos, se puede trazar uno de los tantos retratos posibles de la sociedad argentina. Y Vengo del... no es la excepción.
"Somos más argentinos que los argentinos -sentencia el Cóndor Arnedo y ríe-. Y este disco tiene mucho de crisis existencial, algo por lo que toda la sociedad argentina está pasando. Es una de las enfermedades más claras de las que padecemos, en buena parte, debido a las manifestaciones de violencia, que dejan marcas imborrables en la gente ."
A pesar de ello, ninguno baja los brazos e insisten en que "para nosotros, esta historia sigue siendo atractiva. Cuando uno está investigando continuamente, lo atractivo es el paso que viene, porque intenta modificar algo y, así, es como que todo empieza de nuevo. La creatividad es un juego sin límites, que no tiene horizontes ni fin. Por eso nos sentimos como si fuera el primer día de ensayo de Divididos."
Un viaje sin ningún tipo de fronteras sonoras
Cómo es el séptimo disco de la banda, que estará en las disquerías locales a partir del próximo martes
- Vengo del placard de otro bien podría entenderse como la extensión de Narigón del siglo o el camino en el que ya se veía (o se escuchaba) que el trío iba a desembocar: una mezcla de estilos y sonidos por los que Divididos transitó a lo largo de su trayectoria, pasados por el filtro sonoro que encontró luego de experiencias como las del show en la FM Supernova (con instrumentos no convencionales para el grupo) y los encuentros musicales en Tilcara. Por eso es que Mollo sostiene que éste es el disco "más Divididos de todos."
El álbum (el primero en diez años que grabaron y masterizaron completamente en el país) larga con Cajita musical , con el switch puesto en "aplanadora del rock". Después llega Ay, Dios que bo... , una canción de amor en la que Mollo parece retratar el fin de un amor (¿Erica?) y el comienzo de otro (¿Natalia?): "Se me divorciaron las mesitas de luz", canta para luego vanagloriarse de haberse enamorado otra vez y confesar que engordó de amor.
Entre los catorce temas, hay una canción de fogón setentista ( Pepe Lui ), dos rockitos al palo que harán las delicias del pogo ( Miente el after hour y Libre el jabalí ), un cover rockero en plan Jimi Hendrix Experience ( Despiértate nena , de Pescado Rabioso) y un cover folklórico ( Guanuqueando , con Ricardo Vilca y su grupo, registrado en el recital que Divididos dio en Tilcara dos años atrás).
En tres canciones ( Vengo del placard de otro , Un alegre en este infierno y Puertas ) incluyeron arreglos orquestales, a cargo de Juan Pollo Raffo e interpretados por dieciseis músicos, repartidos entre vientos y cuerdas. Atención: El último de estos experimentos con orquesta, resulta un mantra electropsicodélico, con final de banda sonora de película de terror, que puede alterar los sentidos del escucha desprevenido.
Por supuesto que también están los ya célebres chistes íntimos entre tema y tema, que son marca registrada del grupo (como el divertido final oculto con Ue, paisano , de Nicola Pavone).
Cambalache sonoro e investigación para una banda que demuestra, una vez más, no necesitar pasaporte ni visa para cruzar fronteras musicales.
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