Sigríður Hjaltdal Pálsdóttir es diseñadora y creadora de bybibi una marca de objetos de cerámica de líneas simples y puras que sirven para varios usos. Sigríður estudió en Barcelona y por eso, a medida que su español se iba soltando cada vez más, nos fue contando sobre las influencias, el presente y el prometedor futuro del diseño islandés.
Mis primeras colecciones fueron en blanco y negro, esenciales, para que perduraran en el tiempo
¿Cómo es la escena de diseño en Islandia?
Tenemos una larga tradición artesanal que se conecta de mil maneras con el diseño, pero a la vez, es una disciplina muy joven en Islandia: recién en 2002 la Academia de Arte abrió las carreras de Arquitectura y Diseño Industrial. Antes de eso había que ir a estudiar afuera (yo estudié en Barcelona), lo que redundó en una influencia extranjera fuerte, sobre todo la de los países nórdicos en el segmento de muebles. Por otro lado, los recursos naturales son limitados, por lo que importamos material o producimos en otros países. Mis diseños en porcelana se hacen a Portugal, por ejemplo.
¿Hacia dónde están evolucionando?
En las últimas décadas, la conciencia ambiental cobró suma importancia en el país, una postura que lógicamente se refleja en el diseño: el énfasis está puesto en la sustentabilidad, en la innovación, en desarollar nuevos productos y vincularlos con la agroindustria y la producción de alimentos. Hoy importa más "por qué" se hace algo que "cómo".
¿Qué señalarías como auténticamente islandés?
A pesar de la influencia extranjera, nuestras raíces influyen mucho en lo que hacemos: somos un pueblo orgulloso, con gran capacidad de producción y expresión. La naturaleza juega un rol preponderante, los colores del mar, las formas del reino animal. La lana y las pieles también son caracterísiticos.
¿Te sentís inscripta en esta tradición?
Últimamente empecé a usar basalto y lava, mucha de la cual viene de un volcán en la isla de Heimaey, donde vivía de chica, que hizo erupción en 1973. Recuerdo claramente estar hipnotizada por espectáculo de la erupción mientras con mi familia esperaba el ferry que nos llevaría a tierra firme. Uso esa lava para hacer soportes para espejos, portavelas y apoyalibros, siguiendo la costumbre de conectar una historia con un producto, sin convertir ese relato en el objetivo principal.
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