Disciplina mental: cómo ordenar nuestros pensamientos para vencer la ansiedad
Algo que hemos escuchado en reiteradas ocasiones durante esta pandemia es el término triage. En francés significa “clasificar, seleccionar”. En la medicina de urgencias y frente a una catástrofe (accidentes, inundaciones, guerras, etc.), los médicos aplican el triage. Se trata de un método por el cual se le asigna a cada accidentado un color de acuerdo a la gravedad y urgencia de su estado.
A las personas que ya están muertas, o por las cuales ya no es posible hacer nada, se les asigna el color negro. Si la atención debe ser inmediata, corresponde asignarles el color rojo. Con el amarillo se identifica a aquellos que, por su gravedad y riesgo vital, necesitan atención durante la siguiente hora. Y, por último, si la vida del accidentado no reviste compromiso y la atención puede esperar, se le asigna el color verde. Dicho método permite priorizar el orden de atención de los pacientes.
Triage: clasificar.
Todos los días, en especial en los tiempos que corren, deberíamos llevar a cabo un triage psicológico. ¿De qué manera? Colocándoles banderitas de colores a nuestros pensamientos y decisiones. Preguntándonos: “¿Qué cosas son importantes y qué cosas pueden esperar en mi rutina?”.
Hace un tiempo leí un artículo acerca de unos jóvenes que, para divertirse, entraron a un negocio y cambiaron los precios de lugar. El precio de un mueble se lo pusieron a un objeto pequeño, y lo mismo hicieron con distintos artículos que estaban en venta. Cuando el negocio abrió y el dueño y los empleados se dieron cuenta de lo sucedido, volvieron a ubicar todos los precios correctamente. Recordé esa anécdota, al escribir estas líneas, y me quedé pensando si no nos cambian a diario los precios de lugar: aquello que nos dicen que de verdad es importante no posee mucho valor; y aquello que nos contaron que vale poco o nada es algo valiosísimo. Triage.
Necesitamos clasificar y verificar detrás de qué estamos yendo. ¿Qué es lo importante para mi vida? ¿En qué cosas valiosas debería invertir tiempo y esfuerzo? ¿Qué situaciones son trascendentes para mí? ¿A qué debo colocarle una banderita que diga: “Esto es muy importante”?
Una anécdota del Talmud cuenta que un señor judío rico se estaba muriendo y les dijo a sus hijos: “Me estoy muriendo, me voy con Dios. Por favor, cuando me haya ido, lean la carta uno y la carta dos”. Los hijos no querían escuchar las palabras de dolor de su padre. Sin embargo, el hombre insistió: “Por favor, hijos, lean las cartas en ese orden”. Al morir su padre, los jóvenes recordaron las palabras que les había dicho al final y decidieron leer ambas notas. Abrieron la primera carta y esta decía: “Queridos hijos, ya estoy con Dios. Les pido mi último gran deseo: ser enterrado con las medias blancas de algodón”. Entonces, se dirigieron al rabino y le compartieron el deseo de su difunto padre. Frente a este pedido, la respuesta fue negativa. El rabino les explicó que el entierro es sagrado y debe hacerse con una mortaja. De modo que se negó a aceptar su pedido. Abrieron a continuación la segunda carta y le dieron lectura: “Queridos hijos, como ven, no me puedo llevar ni mis medias blancas de algodón; pero me llevo todos los recuerdos lindos que ustedes sembraron en mí y yo sembré en ustedes. Esta es la herencia más importante que les quiero dejar”.
El triage psicológico nos permite traer orden en medio del caos. Nosotros, al igual que los médicos, también debemos discriminar la urgencia e importancia de cada una de nuestras tareas, teniendo siempre presente cuál es nuestro objetivo. Hay un punto en el que todos tenemos que saber cuándo detenernos para descansar para así, luego, proseguir hacia la meta con fuerzas y energías renovadas.
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