Director creativo: la personalidad de una firma cambia cuando hay nuevos aires artísticos
Nadie nota la diferencia sobre la falta de diseñador en una marca excepto la prensa", decía hace poco en una entrevista el CEO de Dior, Sidney Toledano, ante la enorme expectativa y la especulación que genera la entrada de un nuevo director creativo a la firma. Amparado en la idea de que "hacer un vestido no depende sólo del diseñador, sino de todo un equipo", Toledano daba así una salida relajada a lo que, en realidad, no es un detalle menor. Quienes siguen con pasión la alta moda, especialmente los clientes, notan rápidamente cuando hay nuevos aires en la marca, ya sean buenos o no tan buenos.
La personalidad de la firma cambia al cambiar quien la dirige creativamente. Es un nuevo espíritu con ideas y perspectivas artísticas nuevas el que decide ahora. Quizás desde lejos no se note porque el perfume sigue siendo el mismo, las carteras icónicas no se discontinúan y los anteojos mantienen la línea de siempre. Pero las campañas, el diseño de la ropa, las modelos y las musas sí cambian, y son lo que hacen que la marca sea vista como transgresora, clásica o aburrida, entre algunos de los adjetivos que más se usan para clasificarlas.
Hay un mundo de diferencia entre un vestido vintage de Dior firmado por John Galliano y uno hecho por Gianfranco Ferré. Las propuestas de Balenciaga dirigidas por Alexander Wang no tienen nada que ver con las de Nicolas Ghesquière. La etiqueta puede que sea la misma, pero las improntas y lo que cada autor genera en el público es diferente. Sin ir más lejos, el nuevo diseñador de Balenciaga, Demna Gvasalia, le dio un giro tan contundente a la marca que hoy todos hablan de él y esperan con ansias sus próximas colecciones. Nadie esperaba que este chico, con su joven y transgresora marca, Vetements, pudiera acercar lo necesario para impulsar una marca de la talla de Balenciaga. Y lo está logrando.
Una situación parecida es la que vive hoy Gucci con Alessandro Michele, que trabaja en la firma desde hace 13 años. De repente y antes de la renuncia de la histórica directora creativa, Michele tomó las riendas en su reemplazo cambiándola por completo. "Lo que hice fue cortar con todo lo anterior", explicó el diseñador ante la consulta sobre el éxito de sus colecciones, una más conmovedora que la otra. Y Gucci pasó de ser una marca sobria y de etiqueta, a mantener su elegancia pero desde los colores fuertes y vibrantes, las múltiples texturas, los exóticos estampados de animales, flores e insectos, los bordados, los parches, el jean y las pieles. Hoy Gucci convoca a mucha más gente joven que antes, pero su público de siempre no la abandonó. Y el mérito, nadie puede dudarlo, es de Michele.
En Saint Laurent, Hedi Slimane fue el responsable de la revolución que relanzó la marca. Desde el cambio de su nombre y logo por YSL hasta su filosofía de trabajo e imagen. Comercialmente les significó un éxito rotundo, signado por los espectaculares diseños de botas, carteras y camperas en cuero, y por los nuevos básicos, de sastrería y géneros impecables, pocos detalles y cortes modernos, de esos que todos quieren tener.
Todo nuevo rumbo implica vértigo, incluso en la moda, donde lo subjetivo del diseño va de la mano de las crudas ventas. El arte se pone en valor en la medida que el aporte al crecimiento económico de una marca sea real y óptimo. De lo contrario seguiremos viendo pasar cambios y las expectativas siempre estarán a la espera de ser colmadas. n