Diego Poggi: cómo es el estudio desde donde transmite el conductor
Entre la tecnología, la creatividad y la autogestión el periodista muestra su “Espacio Personal” y preferido
Al abrir las puertas de su casa, Diego Poggi recibe con una sonrisa y una frase que refleja su estilo de vida: “Un poco de sol, un poco de luz”. El ambiente ordenado y prolijo es una parte esencial de su bienestar, aunque confiesa con humor que el toque final de limpieza fue en honor a la visita: “Me gusta que esté todo prolijo, me hace sentir bien”.
Poggi, un viajero frecuente, sorprende con su pasión por las plantas. “Viajo mucho y así y todo las plantas siguen vivas”, comenta. De las 80 plantas que adornan su hogar, solo cuatro son de plástico. Este equilibrio entre lo artificial y lo natural parece un reflejo de su propia vida, donde la tecnología convive con lo orgánico de manera fluida.
Su refugio personal es el estudio, o como él lo llama, “la ofi”. En este espacio, diseñado casi por completo con sus propias manos, Poggi encuentra su máxima felicidad: “Tengo mis compus y lo monté casi todo yo. Solo me ayudaron con la parte eléctrica de algunos cables, pero me encanta enchufar y conectar todo yo”. Con humildad asegura que el proceso fue sencillo gracias a los tutoriales que encontró en internet: “Está todo en YouTube, no hay que pedirle ayuda a nadie”. El proyecto le llevó entre tres y cuatro meses.
El estudio es una obra de precisión. Televisores y monitores están interconectados de forma tal que puede mostrar en cualquier pantalla lo que desee, desde la imagen de su computadora hasta las cámaras de seguridad de su hogar. Sin embargo, su objeto favorito en el espacio es una cámara con un lente particular que tiene una pantalla rebatible: “Me encanta sacar fotos, me encanta grabar”, afirma con entusiasmo.
La necesidad de tener este estudio surgió de una realidad sencilla: “En la casa ya no entraban todas las cosas”, comenta Poggi. Ahora, todo está conectado a internet, lo que le permite controlar remotamente luces y dispositivos desde cualquier parte del mundo, incluso para activar el “modo fiesta” en la iluminación.
Pasión de niño
El viaje de Diego Poggi en la edición de contenido comenzó desde su adolescencia. A los 13 años, ya trabajaba en una radio y editaba audios y separadores. Con el tiempo, la pasión por el sonido dio paso a la edición de video, y luego a las redes sociales. “Todo lo que se ve en mi Instagram, el 99% lo grabo y lo edito yo”, revela. Su compromiso con la calidad es inapelable: “Me gusta que las colaboraciones que hago con las marcas se vean bien, no grabadas simplemente con el celular, aunque con el celular se puedan hacer cosas increíbles”.
A la hora de trabajar, Poggi se autodefine como un “multiorquesta”. Durante sus transmisiones en vivo, controla la música, se escucha a sí mismo y, al mismo tiempo, gestiona las señales y responde a los mensajes del público. “Es un lío, pero es divertido”, confiesa, mientras señala el equipo que utiliza para monitorear todo.
La edición de video es su campo de expertise, y admite que lo más tiempo le lleva es elegir la música. Además, su relación con la tecnología lo lleva a cuestionarse por qué tantas personas siguen usando redes Wi-Fi con nombres predeterminados. “La mía es ‘Wi-Fi de Poggi’, fácil”, comenta entre risas.
Diego aprendió a editar con tutoriales, construyó su estudio gracias a tutoriales y, ahora, también comparte su conocimiento en internet. Sin embargo, recomienda complementar esta formación con estudios formales: “Los tutoriales son espectaculares, pero estudiar en una universidad es igual de importante”, asegura.
Poggi encarna una nueva generación de creadores que combinan tecnología, autogestión y creatividad en un equilibrio casi perfecto. En su universo personal, donde todo está conectado y bajo control, se revela una pasión por lo que hace, siempre con la humildad de alguien que aprendió haciendo.
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