Día de la radiología: el hombre que descubrió los rayos X con la mano de su esposa
Cuando el joven físico alemán Wilhelm Conrad Röntgen se enamoró de Anna Bertha Ludwig, una chica muy atractiva seis años mayor que él, su familia se opuso hasta tal punto de quitarle todo apoyo financiero para continuar con sus investigaciones. Sin embargo, hay un spoiler alert: en su honor se celebra el día mundial de la radiología.
El amor pudo más, y Röntgen no solo se casó con Anna Bertha, que era hija de un alemán más bien pobre cuyo único patrimonio consistía en una fonda para estudiantes venida a menos. Además usó la mano derecha de su esposa para dar a conocer uno de los descubrimientos más extraordinarios del siglo XIX que le reportó fama y riquezas, y que bautizó como "Rayos X".
Sucedió en la tarde del viernes 8 de noviembre de 1895 cuando el joven físico ensayaba con la fluorescencia violeta que producían los rayos catódicos en el pequeño laboratorio que había armado en una habitación de la humilde casa que compartía con Anna.
Luego de una serie de experimentos, concluyó que estos rayos creaban una radiación invisible y que podían traspasar el papel y algunos metales. Mediante el uso de placas fotográficas, vio que los materiales eran transparentes a los rayos y que estos dejaban su huella en las películas fotográficas.
Fue entonces que llamó a su mujer para que, literalmente, le diera una mano con el experimento. Le pidió que se quedara quieta durante 15 minutos y logró la imagen difusa de los huesos de su mano, e incluso su anillo de casada, que se convertiría en la primera radiografía de la historia.
La historia de los rayos X o rayos incógnita
Röntgen comprendía la mecánica del experimento pero como no sabía bien qué eran, los llamó "rayos X" o "rayos incógnita", y aun cuando más tarde se determinó la naturaleza del fenómeno, los rayos todavía conservan ese nombre.
Sin embargo, en Alemania y Europa del Este se los conoce como "rayos Röntgen", en honor al joven físico que renunció a su herencia tras haberse enamorado de la hija del fontanero.
Luego de conocerse la noticia de su hallazgo, Röntgen fue reconocido por el emperador Guillermo II con una serie de beneficios impensados y premiado por la Real Sociedad de Londres.
A pesar de que todos sus colegas le recomendaron que patentara su hallazgo, él se negó y donó el dinero en premios a la Universidad que lo había formado.
Seis años después de haber radiografiado la mano de su esposa, en 1901, recibiría el Premio Nobel de Física.
Cuando Anna Bertha Ludwig de Röntgen murió en Munich, su marido cayó en una profunda depresión, de que la ya no se recuperó jamás, hasta el día de su fallecimiento, cuatro años después, en 1923.