Día del Orgullo: cómo fue la primera marcha en la Argentina
La manifestación tuvo lugar el 2 de julio de 1992, y fue convocada por la organización Gays por los derechos civiles, encabezada por Carlos Jáuregui
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En un nuevo día del orgullo LGBT+, es importante recordar los grandes hitos de esa comunidad en su lucha por la aceptación y la tolerancia en la Argentina, algo que en nuestro país se celebra sobre todo el 7 de noviembre, día de la Marcha del Orgullo. Pero fue una fecha anterior, el 2 de julio de 1992, la que quedó marcada en la historia como la primera marcha de la comunidad en la Argentina, que sirvió para visibilizar una realidad que estaba en ebullición pero todavía silenciada.
Una de las figuras que aparece detrás de aquella manifestación fue Carlos Jáuregui, el fundador de la organización Gays por los derechos civiles, que convocó a la marcha y la encabezó. Según Gustavo Pecoraro, otro de los referentes de la comunidad homosexual en la Argentina que participó en aquella marcha, el rasgo distintivo de la agrupación de Jáuregui fue que era “menos homocentrada” que otras como la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) de la que habían salido muchos de sus militantes, entre ellos Jáuregui, quien había sido su primer presidente entre 1984 y 1987.
Esto le permitió sumar más agrupaciones y conseguir números suficientes para intentar una manifestación pública: “La primera marcha la convocamos siete organizaciones entre las que no estaba la CHA -porque es su momento de decadencia hasta que mediados de los 90 la reviven Carlos Jáuregui y César Cigliutti- que empezamos a marchar juntas como consecuencia de haber podido salir de nuestro ombligo homosexual o lesbiana”, recordó Pecoraro para Télam.
Entre las organizaciones que se sumaron a la iniciativa, estaban Transexuales por el Derecho a la Vida y la Identidad (Transdevi), la Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina (Sigla), Investigación en Sexualidad e Interacción Social (ISIS), Cuadernos de Existencia Lesbiana y la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM).
La fecha de la marcha se eligió porque era el primer día no laborable después del 28 de junio, día en el que se celebra el día del orgullo en la mayoría de los países del mundo, como conmemoración de los disturbios de Stonewall en Nueva York, Estados Unidos, donde la comunidad homosexual se alzó contra la policía de la ciudad por las detenciones y situaciones de abuso policial que sufrían en 1968.
Casi 25 años después, la lucha de la comunidad LGBT+ en Argentina seguía en una etapa de visibilización. Jáuregui y el activista Raúl Soria, primer candidato a diputado abiertamente gay de la Argentina, habían aparecido abrazados en la tapa de la revista Siete Días con el título “El riesgo de ser homosexual en la Argentina” en 1984, pero todavía no se habían manifestado públicamente.
Entre otras razones, uno de los principales problemas para salir a la calle eran, justamente, las consecuencias que podían sufrir los participantes de la marcha: “Era un momento donde la visibilidad pública era peligrosa por cuestiones laborales o de ‘salidas de armario’ forzosas que en 1992, con leyes que criminalizaban nuestro colectivo, y te exponían a tener también problemas en tu familia o en tu edificio”.
Una de las principales necesidades de la comunidad LGBT+ en la Argentina en ese entonces era la derogación de la ley de averiguación de antecedentes y los llamados “edictos policiales”, que otorgaban facultades a la policía para detener personas en la vía pública y también allanar puntos de encuentro de la comunidad.
Especialmente, la presión de la comunidad buscaba derogar el artículo 2º que sancionaba con 30 días de arresto a “los que se exhibieren en la calle con ropas del sexo contrario” (F) y el que castigaba a “las personas de uno u otro sexo que públicamente incitaren o se ofrecieren al acto carnal” (H).
Por eso, muchos de los que participaron en aquella primera manifestación iban cubiertos con antifaces blancos. Los organizadores de la marcha eligieron el carril de la Avenida de Mayo para llevar sus reclamos. Según Pecoraro, no fue casual: “No teníamos ni idea cómo iba a resultar, pero lo que sí teníamos claro que iba a transcurrir por la Avenida de Mayo, que es el eje del reclamo político en Buenos Aires”, contó.
“Era un día helado y ya estaba casi de noche. Fue una marcha muy pequeña y timorata porque la policía te podía detener perfectamente”, recordó Pecoraro y agregó: “Cuando llegamos a Plaza de Mayo éramos muy pocos, unos 100, y yo realmente estaba medio decepcionado porque eran los años de la marchas contra los indultos de Menem, que eran multitudinarias y esperábamos más de respuesta” .
Sin embargo, Pecoraro también recordó las palabras de Jáuregui en ese momento: “Carlos dijo ‘bueno, esta fue la primera marcha pero habrá muchas marchas y dentro de 30 años vamos a seguir marchando’ y así fue”, recordó Pecoraro a su compañero de militancia, que murió en 1996 por consecuencias derivadas de padecer el virus del VIH.
Además, un hecho fortuito permitió que la marcha se visibilizara ampliamente en los medios: “tuvimos suerte de que ese día coincidimos con el reclamo de los docentes de la carpa blanca que habían protestado frente a la Rosada y ya estaban terminando cuando llegamos. Los medios que se estaban retirando, vieron que había otra marcha con gente enmascarada y una persona gritando consignas por un megáfono, se acercaron y al día siguiente fuimos tapa con una repercusión impresionante”.
Las marchas continuaron en esa fecha, coordinada con el hemisferio norte, durante cinco años, pero más tarde fue movido al 7 de noviembre, por su clima más amable porque, elabora Pecoraro, “para los compañeros que vivían con VIH, las bajas temperaturas eran contraproducentes”.
A casi tres décadas de ese suceso, el activista llama a mantener viva la memoria de la comunidad LGBT+, que emparenta con avances en materia de derechos civiles como el cupo laboral trans, aprobado la semana pasada, ya que según él “no es que hoy se aprobó el cupo laboral trans porque se le ocurrió a un senador o una diputada. Tiene una génesis y una genealogía”.
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