Cuando Richard y Mildred se casaron no querían hacer de eso “una declaración política o empezar una lucha”.
Simplemente estaban enamorados.
Tuvieron que irse a Washington para contraer nupcias porque las autoridades de Virginia -donde ambos crecieron, se enamoraron y querían hacer su familia- les prohibían casarse.
Era el año 1958.
“Verá, soy una mujer de color y Richard era blanco y en esa época la gente creía que estaba bien evitar que nos casáramos por sus ideas sobre quién debía casarse con quién”, escribió Mildred varios años después.
Cuando regresaron a Virginia, no tenían ninguna intención de desafiar la ley, estaban “felizmente casados”.
Pero todo cambió una madrugada
“Eran como las 2 de la mañana. Vi la luz [de una linterna] y cuando me desperté, el policía estaba a un lado de la cama. Nos dijo que nos paráramos”, contó Mildred.
El sheriff, junto a dos ayudantes, le preguntó a Richard quién era ella. “Mi esposa”, respondió.
Aunque el certificado de matrimonio estaba colgado en la pared, ambos fueron arrestados “por el ‘crimen’ de haberse casado con el tipo de persona equivocada”, dijo Mildred.
Esta es la historia de amor que tuvo un impacto trascendental en la sociedad y en las leyes estadounidenses y que BBC Mundo recuerda en el Día de San Valentín.
Los Loving
Mildred Jeter, quien era de raíces negras y aborígenes, había conocido a Richard Loving en Virginia cuando ambos eran niños. Él era seis años mayor que ella.
Pese a que en los años 50 la segregación racial se intensificaba en el sur de Estados Unidos, en el pueblo del condado rural en el que ellos vivían blancos y negros trabajaban y compartían en libertad.
Ambas familias eran amigas, pero el romance de sus hijos creció cuando los matrimonios interraciales estaban prohibidos en ese estado.
Por eso, tras ser arrestados en su alcoba, en 1959, fueron sentenciados a un año de prisión.
Sin embargo, un juez suspendió la pena con la condición de que no volvieran juntos o al mismo tiempo al estado por 25 años.
Los Loving no tuvieron otra opción que aceptar y se declararon culpables de violar el Acta de Integridad Racial de ese estado.
En el fallo de su destierro, el juez se refirió no solo a la ley local, sino a lo que muchos sureños consideraban era “la voluntad de Dios”.
“Dios todopoderoso creó las razas blanca, negra, amarilla, malaya y roja, y las ubicó en continentes separados. Si no fuera por interferencias con este arreglo no habría causa para ese tipo de matrimonios [interraciales]. El hecho de que haya separado las razas muestra que no tenía intención de que estas se mezclaran”
La pareja volvió a Washington, aunque no se sentía feliz allá y quería regresar al lugar donde había nacido, cerca de sus familias.
En 1963, en busca de ayuda, Mildred decidió escribirle al entonces fiscal general Robert Kennedy, quien le remitió la carta a uno de los principales grupos que promovían los derechos civiles.
La misiva llegaría a buenas manos.
El abogado
“Yo era un abogado joven y hacía prácticas de derecho privado. También era abogado voluntario de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU)”, le dijo Bernard Cohen al periodista Simon Watts, en el programa de la BBC Witness.
Siendo un veinteañero, se le asignó el caso por su conocimiento de la legislación de Virginia.
“Sentí muy firmemente que el caso era perfecto para probar la inconstitucionalidad de los estatutos de Virginia”, indicó.
“Estaba emocionado de involucrarme, aunque, francamente, solo había estado en la práctica dos o tres años desde que había salido de la facultad de Derecho”.
Cuando Cohen conoció a los Loving, quedó impresionado no solo por su sencillez y timidez, sino por su apellido también.
“Pensé que el nombre era fortuito. ¿Cómo podría alguien resistirse a escuchar la historia de su amor mutuo? Fue un muy buen augurio”.
Como adjetivo, en inglés, loving significa amoroso o amante de algo y también es la forma continua del verbo love: amando.
“Pocas palabras”
Cohen recordó que “tenían los pies en la tierra. Era gente muy poco pretenciosa. No eran liberales agitadores ni nada por el estilo. Eran simplemente personas corrientes”.
“Richard Loving era un albañil. Mi socio Philip Hirschkop, que finalmente vino a trabajar en el caso conmigo, solía reírse y decir que Loving era el provinciano sureño por excelencia. De hecho, tenía una tez muy clara y una marca de quemadura de sol roja alrededor del cuello”, contó.
“Era un hombre de pocas palabras, de voz muy suave, y Mildred fue la que más habló cuando nos conocimos”.
Pese a que Cohen estaba entusiasmado con el caso, sabía que se asomaba una larga batalla legal, algo que sorprendió a la pareja.
“Lo inusual fue la ingenuidad del señor y la señora Loving sobre la seriedad del caso legal en el que estaban a punto de involucrarse”, evocó Cohen.
“El señor Loving me sugirió que fuera a ver al juez para ver si podía hacerle cambiar de opinión cinco años después de que fueran declarados culpables.
“Cuando le expliqué que eso simplemente no era posible y que este caso, en mi opinión, iba a llegar hasta la Corte Suprema de Estados Unidos, Richard se quedó boquiabierto y sacudía la cabeza. Casi no podía creer lo que le estaba diciendo”.
Loving vs. Virginia
Fue una batalla legal complicada que se llamó: Loving vs. Virginia.
Watts explica que los dos abogados se encontraron con una ley oscura de la década de1860, la cual les permitió impugnar el fallo original de Virginia y llevarlo a la Corte Suprema como un caso de prueba.
“Estaba bastante nervioso. Sé que dejé un charco de sudor en el atril en el que me paré mientras presentaba el argumento ante los jueces. Pero, desde entonces, he escuchado grabaciones de mi argumento y creo que lo hice mejor de lo que podía recordar”, señaló Cohen.
Y así fue. Con voz clara y mucha determinación, en su histórica intervención el abogado dijo:
“El estado está ignorando un punto muy importante que nunca estará de más recalcar y es el derecho de Richard y Mildred Loving a despertarse por la mañana o irse a dormir por la noche sabiendo que el sheriff no llamará a su puerta ni les pondrá una luz en su rostro en la intimidad de su dormitorio”.
“Los Loving tienen derecho a irse a dormir por la noche sabiendo que, si no se despiertan por la mañana, sus hijos tendrían derecho a heredar de ellos en sucesión intestada”.
“Tienen derecho a la seguridad de saber que si se van a dormir y no se despiertan por la mañana, uno de ellos, el sobreviviente, tiene derecho a los beneficios del Seguro Social. Todo eso se les niega”.
Y el veredicto llegó con un “gran júbilo”.
“Estábamos felices con el resultado. Fue una decisión de nueve a cero a nuestro favor. Inmediatamente llamamos a los Loving y les dijimos que habíamos ganado. ‘¡Ganamos, ganamos!’ y ellos dijeron: ‘¿Qué significa eso?’ Y les dijimos que eso significaba que podían vivir libremente en Virginia y no serían condenados por ningún delito”, recordó Cohen.
La trascendencia
En la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos se le otorgaba el “derecho” a Richard y Mildred de ser “marido y mujer, padre y madre”, en Virginia.
Pero lo que sucedió ese 12 de junio de 1967 fue histórico no solo para los Loving sino para el resto del país: la Corte Suprema abolió la prohibición del matrimonio interracial que regía en Virginia y en muchos otros estados del país.
El entonces presidente de la Corte Suprema, Earl Warren, calificó las leyes contra el matrimonio interracial como “insoportables para un pueblo libre”.
Cohen, quien murió en octubre, siempre estuvo orgulloso de su papel en la legalización del matrimonio interracial en Estados Unidos.
“Siento que esta decisión puso el clavo en el ataúd de la discriminación racial en América. Fue un caso trascendental porque no solo se refería a cuestiones legales importantes, sino que profundizaba en las emociones”, le dijo el abogado a Watts.
“Había muchas personas que no se sentían racistas, pero se oponían firmemente al matrimonio interracial y tomó mucho tiempo para que los efectos sociológicos de la decisión [del caso] Loving se abrieran camino en la mentalidad de la mayoría de los estadounidenses.
“Hoy la mayoría de los estadounidenses no se opone a los matrimonios interraciales”.
“La libertad de casarse para todos”
Cuando regresaron a su estado, los Loving vivieron en la casa que Richard había construido para su esposa.
Tuvieron tres hijos: Donald, Peggy y Sidney.
Richard murió en un accidente automovilístico en 1975, Mildred falleció de neumonía en 2008.
Un año antes, cuando se conmemoró el 40 aniversario del histórico fallo, Mildred publicó un comunicado, del cual extraemos unos fragmentos:
“Mi generación estaba amargamente dividida por algo que debería haber sido muy claro y correcto. La mayoría creía que lo que dijo el juez era el plan de Dios para separar a las personas y que el gobierno debería discriminar a las personas enamoradas.
Pero he vivido lo suficiente ahora para ver grandes cambios. Los temores y prejuicios de la generación anterior han cedido y los jóvenes de hoy se dan cuenta de que si alguien ama a alguien tiene derecho a casarse.
Rodeada como estoy ahora de hijos y nietos maravillosos, no pasa un día sin que no piense en Richard y en nuestro amor, nuestro derecho a casarnos y lo mucho que significó para mí tener esa libertad para casarme con la persona que era preciosa para mí, incluso si otros pensaban que él era el ‘tipo de persona equivocada’ para casarme.
Creo que todos los estadounidenses, sin importar su raza, sin importar su sexo, sin importar su orientación sexual, deberían tener la misma libertad para casarse. El gobierno no tiene por qué imponer las creencias religiosas de algunas personas sobre otras. Especialmente si niega los derechos civiles de las personas.
Sigo sin ser una persona política, pero me enorgullece que el nombre de Richard y el mío estén en un caso judicial que puede ayudar a reforzar el amor, el compromiso, la justicia y la familia que tanta gente, blanca o negra, joven o vieja, gay o heterosexual buscan en la vida.
Apoyo la libertad de casarse para todos. De eso se trata Loving y amar”.
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