Desde Ushuaia, Miguel Isla Casares se propone llevar al primer equipo de atletas caninos al hemisferio norte. Su camino no es fácil pero no quiere renunciar a su sueño.
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Asegura que no recuerda bien cuándo ni cómo comenzó su amor por los perros. Sin embargo, Miguel Isla Casares (34) tiene una conexión única y especial tanto con la naturaleza como con sus compañeros de cuatro patas. Todo empezó cuando viajó desde Buenos Aires a Ushuaia a instalarse en aquella desconocida provincia para él. Allí comenzó a trabajar en un criadero y pronto pudo entablar un vínculo estrecho con los animales que cuidaba y alimentaba.
“Conocí el mushing en el invierno de 2005, sin saber que se iba a transformar en el centro de mi vida. Temporada tras temporada, me vi metido en el mismo ambiente con perros, naturaleza y mucha diversión. Las puertas de un nuevo mundo estaban abiertas”, relata. El mushing hace referencia a los deportes con perros que se desarrollan en la nieve; eso sí, para estas modalidades se requieren cuidados, adiestramiento y alimentación específicos. En el caso de Miguel y sus perros, practican la variedad en trineo: varios animales tiran del carro en el que va una persona.
“Mi equipo de perros es el motor en mi vida, el oficio a través del que elijo crecer como ser humano”, asegura con humildad. Por eso hoy, después de quince años de dedicarse a la actividad, de haber hecho experiencia en Noruega y en Alaska con los mejores del mundo, se siente preparado para llevar a sus perros a un gran desafío.
Tiene un sueño que cumplir. Y para eso tiene que trabajar codo a codo, o mejor dicho, pata a pata junto a su manada. Si bien el entrenamiento varía muchísimo en el transcurso de la temporada, Miguel asegura que le gusta arrancar bien temprano cuando las temperaturas son más bajas y los perros pueden disfrutar más del ejercicio. La mañana empieza con un desayuno calculado estratégicamente dos horas antes de que empiece el movimiento. “Salimos a correr o a hacer el trabajo del día y siempre terminamos con un snack, una caminata regenerativa y un paseo en el que yo termino de chequear el ánimo y el cuerpo de los perros después de la actividad”.
La unión hace la fuerza
El entrenamiento es, en cierta medida, parecido al que hacen los corredores de trail. Los perros corren, tienen momentos de descanso, de alimentación e hidratación y luego vuelven a la marcha. Lentamente se incrementa la carga, a veces se suman trabajos con peso, intervalos y ejercicios de velocidad. Miguel asegura que el entrenamiento es muy parecido al que realiza un maratonista, con la diferencia de que los perros se adaptan mucho más rápido.
Son diez los miembros del equipo categoría Alaska Husky, variedad de perros de trineo de propósito que Miguel entrena. Algunos de los atletas caninos son Luz, dulce y compañera; Kronos, el más veloz y determinado; Merlín, el GPS del equipo y con una memoria capaz de retener cualquier camino que transite; Watzon de tres años, es el más cachorro de la manada y el comodín para ocupar la posición que sea necesaria; Mancu es el capitán y tiene un apego especial con Miguel; Shima es otra de las hembras, le gusta liderar en caminos angostos; Drake es el motor incansable, siempre bien dispuesto y alegre.
El bienestar de los perros es prioridad para Miguel en todo momento. “El cuidado antes, durante y después de la carrera es muchísimo. Esto no es una cuestión de magia: a mayor demanda de esfuerzo se necesita mayor cuidado. Es así y no es de otra manera para mi. Los perros corren todos con botitas que les protegen los pies. Si la temperatura baja a -30° C ellos usan unas camperas especiales. Una vez que frenamos, usamos fardos de paja que ellos utilizan como camas y donde podemos masajearlos, ponerles cremas en sus pies y darles de comida alta en calorías proteínas y minerales para recuperar fuerzas y mantenerlos saludables”.
Responsabilidad y diversión
La dedicación y el entusiasmo de Miguel y su equipo pronto rindieron frutos. Después de pasar dos temporadas en la perrera de Sigrid Ekran en Noruega -uno de los referentes en el deporte- regresó al país y formó el Equipo Tres Cuartos (@equipotrescuartos). Ahora tiene un objetivo: llevar al primer equipo de perros de Sudamérica al hemisferio norte para poder clasificar a una de las competencias más extremas del mundo. Se trata de Iditarod, una famosa carrera de trineos tirados por perros que se realiza cada año en Alaska, en los Estados Unidos. Surgida en 1925 tras un brote de difteria que planteó la necesidad de emergencia para la entrega de suministros médicos que se repartieron a través de trineos tirados por perros, la carrera conmemora esta misión y sigue parcialmente la misma ruta.
Hoy, en los países del primer mundo la actividad es tan famosa que los equipos de trineo tienen masajistas, quiroprácticos, veterinarios, la mejor comida, los mejores refugios y la cultura ronda cien por ciento al animal.
Con respecto a las críticas que recibe la actividad, especialmente la carrera en la que pretende participar -calificada como cruenta para los perros por exigirlos hasta el extremo- Miguel es claro al respecto. “A mi me pasó que sentí eso cuando empecé en la actividad. Me encantaban los perros, amaba el bosque. Pero no me cerraban algunas cosas que veía. Me informé, viajé por diferentes países buscando diferentes equipos hasta que llegué a Noruega, donde trabajé dos años con perros que corrieron 1.200 km dos años seguidos. Los perros que acompañé ganaron la competencia los dos años. No hicimos más que tenerlos contentos, cuidados y felices. La actividad no es la que daña a los perros, sino la tenencia irresponsable. Está demostrado que hay perros que lo pueden hacer bien. El problema es la gente que pide más de lo que le da al perro”.
Es cierto, el esfuerzo es enorme. Por ejemplo, para cubrir una carrera de 1.200 km, los animales hacen un entrenamiento de meses que contempla unos 5.000 km recorridos. Y continúa: “yo no haría esto si no pudiera disfrutar con mis perros. Y ellos no estarían sueltos corriendo y alegres alrededor mío si no estuvieran a gusto conmigo. El cuidado de ellos es mi vocación. Con trabajo y amor todos disfrutan. Lo que se ve en el trineo es el 10% del tiempo real que yo paso con ellos. Salimos a jugar, pasamos tiempo, nos divertimos. Disfruto de estar con ellos todos los días y los respeto”.
Para clasificar a la carrera de sus sueños, Miguel y sus perros deben completar tres carreras de 400 km cada una. En esas pruebas deberá demostrar que está capacitado para cuidar de sus perros y de sí mismo en condiciones extremas. Para ello está llevando a cabo una colecta de 25.000 dólares (se puede colaborar en este link). Eso cubriría el pasaje desde Ushuaia a Alaska y la comida durante los seis meses de preparación y competencia en esa ciudad.
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