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Había pasado tanto tiempo que sintió que no perdía nada con hacer el intento. Todo había comenzado en abril de 2018 y, desde ese momento, no había dejado de buscar a su labrador Eku. Se había perdido una tarde cuando el portón de la casa en el partido de Tigre quedó trabado y el animal salió corriendo sin rumbo.
“En cuanto nos dimos cuenta de que había cruzado la puerta, salimos con mi hija y mi marido atrás de ellos. A las cuatro cuadras pudimos encontrar al ovejero, que también se había escapado. Pero a Eku no lo vimos más. Pasamos horas, días y meses en la calle buscándolo compartiendo su foto, pegando carteles, casa por casa y nada. Hasta pagamos por información pero lamentablemente fuimos estafados”, recuerda Silvina Alevatto.
“Me pareció que podía ser Eku”
En esos meses de angustia y desesperación, Silvina se había unido a diferentes grupos mascoteros de la provincia de Buenos Aires. Siempre con la esperanza de poder dar con su querido labrador, que había pasado a ser parte de la familia cuando tenía tan solo 45 días. “En una publicación vi a un perro morocho y me pareció que podía ser Eku. Después de cinco meses en la calle todo era posible. Escribí a quien lo publicó, le pasé fotos de Eku y lo retuvo en un local por varios días hasta que pudimos ir a verlo. Teníamos que organizarnos ya que nosotros vivimos en el Talar de Tigre y el perro estaba en la localidad de Hudson. Había aparecido en la terminal del barrio Marítimo”.
Era un 3 de noviembre cuando Silvina y su esposo partieron emocionados al encuentro. La señora Mirta Valdez fue quien cuidó al posible Eku durante esos días. Ella rescata, rehabilita y da en adopción a animales que están perdidos o sin casa en la zona de Berazategui. Se ocupa de hacerles cuchas en invierno, darles alimento y medicación cuando lo necesitan. Al llegar al lugar grande fue la desilusión cuando Silvina advirtió que el perro que los esperaba no era Eku. Pero, para la señora Mirta que fue quien lo retuvo, la mala noticia fue peor: no sabía dónde lo iba a dejar porque ese lugar era prestado.
“No puede quedar en la calle”
— Llevémoslo a casa, no puede quedar en la calle, le dijo su marido a Silvina.
El perro estaba lleno de garrapatas y pulgas. Su estado de abandono y desnutrición eran evidentes. Pero eso no fue impedimento para que el matrimonio subiera el animal a la camioneta y emprendiera regreso a Tigre. No conocían su temperamento, tampoco imaginaban qué podía pasar en el viaje, pero la actitud del animal los dejó sin palabras.
“Cuando nos vio movió su cola contento. Se dejaba hacer mimos, no estaba asustado para nada. En el camino a casa -que era de aproximadamente 90 km- se mantuvo alerta durante las primeras cuadras y miraba todo lo que pasaba afuera. Después se aflojó y se acostó arriba de mis piernas. Me miraba como diciendo me parece que esta vez cambió mi vida para siempre. Así se relajó y se durmió con mis caricias hasta que llegamos”.
Lo llamaron Lucio. Los primeros días, el perro se encargó de inspeccionar todo a su alrededor. Se sintió cómodo en el lavadero para dormir y desde el primer momento hizo buenas migas con el otro perro de la familia. Nunca se pelearon y se hacen compañía. “Son felices con una pelota rota que tienen. No les dura ninguna, rompen todo tironeando uno para cada lado. Duermen juntos y se tiran a descansar al sol”.
Silvina supone que Lucio debe haber tenido familia o que, por lo menos, conoció la maldad humana. “No sé si se perdió o lo abandonaron, pero alguien debe haberle pegado porque cuando levantamos por algo la mano él se hace como chiquito y cierra los ojos”.
Calculan que ya tendrá cerca de siete años y hace cuatro que vive con su nueva familia. “Para mí es lo que cuenta: el tiempo que es feliz y está cuidado y a resguardo de los peligros de la calle”. Lucio tiene un cariño especial por los niños y sigue a todos lados a los nietos de Silvina.
Ella sigue buscando a Eku, no pierde las esperanzas de poder encontrarlo. Mientras ayuda a difundir todos los casos que puede. “Jamás me imaginé que había tantos grupos haciendo tanto por los animales perdidos, abandonados, etc. Antes casi no usaba redes. Cuando se perdió Eku lo publicamos en Facebook y ahí empezó algo totalmente desconocido para mí. Uno nunca sabe qué alcance puede tener una foto cuando la comparte”.
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