Desidia humana: agonizaba al costado de una ruta en Escobar; una radiografía mostró la preocupante causa de su cuadro

Llegó al hospital veterinario con signos de deshidratación y adelgazamiento patológico. Los estudios revelaron el origen de su problema y pusieron en alerta a sus rescatistas.

PARA LA NACIONJimena Barrionuevo

No había tiempo que perder. En cuanto la vio, supo que tenía que pedir ayuda. El animal agonizaba al costado de una ruta en el partido de Escobar. Allí, tendida en el asfalto y sin fuerzas, yacía una tortuga Cuello de Serpiente al borde de la muerte. Preocupado, el vecino se comunicó con el Centro de Recuperación de Especies de Fundación Temaikén, cerca de la zona, y allí recibieron al animal.

Al ingresar, los veterinarios le realizaron un chequeo general que incluyó una revisación clínica completa, radiografías, análisis de sangre y parasitología. Comprobaron que el animal presentaba un muy mal estado general, con bajo score corporal -un sistema que clasifica al animal según la apreciación visual y palpación manual de su nivel de reservas corporales- signos de deshidratación y de adelgazamiento patológico. Pesaba tan solo 1,3 kg.

“Lo que más nos llamó la atención de esta primera evaluación fue un pequeño y gran detalle. Una punta de un anzuelo salía hacia el exterior por la base del cuello de la tortuga. Esto probablemente era la causa de su bajo peso corporal ya que dificultaba su alimentación. Fue difícil determinar el tiempo en el que no pudo alimentarse. Estas tortugas son principalmente carnívoras, con una dieta a base de caracoles y otros moluscos, peces y anfibios”, explica Jennifer Zimmerman, veterinaria en el Hospital Veterinario de Fundación Temaikèn.

Asombrados por el cuadro, los especialistas continuaron con el examen. Pudieron inferir que se trataba de un animal adulto: en la especie Cuello de Serpiente, el caparazón se torna más liso a medida que crecen. Cuando son juveniles presentan unas prominencias en el centro de sus placas que este animal ya no mostraba. Sin embargo, y a diferencia de lo que muchos creen, Zimmerman aclara que es muy difícil calcular la edad exacta de una tortuga ya que no basta con contar los anillos de sus placas, sino que su crecimiento está íntimamente ligado a las condiciones ambientales y disponibilidad de alimento al que estuvo expuesta.

Pero eso no fue todo. Los siguientes estudios revelaron que la tortuga no presentaba solamente un anzuelo, sino dos. “Uno de tres puntas en el esófago cervical (el que podíamos ver en la base del cuello). Y también había otro de mayor tamaño, que afectaba la porción del esófago dentro del caparazón, el cual era más difícil de extraer”. La cirugía era la única opción para intentar mantenerla con vida.

Paso a paso para un reptil silvestre

Luego de ser rescatada, durante los primeros días estuvo muy débil, presentaba un cuadro de anorexia y letargia. Se realizó un tratamiento para estabilizarla y prepararla para la cirugía. Entre otras cosas, se mantuvo a su temperatura óptima. “Por ser un reptil, depende completamente de la temperatura exterior para poder activar su metabolismo, esto es indispensable para la recuperación de cualquier patología. Cuando estuvo preparada, realizamos una cirugía bajo anestesia general. Fue un gran desafío remover ambos anzuelos, sin lesionar las estructuras internas del animal. En la misma intervención, se colocó un tubo de esofagostomía que nos permitió alimentarla mientras el esófago cicatrizaba durante las siguientes semanas”, aclara la veterinaria a cargo.

Más de una hora duró la operación. Luego, la tortuga se mantuvo en el área de internación de reptiles: allí hay recintos especiales que permiten ser usados como piletas y en donde la temperatura y la humedad son controladas y monitoreadas. “Durante la etapa de recuperación, al ser un animal silvestre, se busca que tenga el menor contacto posible con los cuidadores ya que la presencia humana es una causa de estrés. Y, por supuesto, va en detrimento de la recuperación del animal”.

En cuanto a su rehabilitación, al comienzo la alimentación se realizaba a través de una sonda de esofagostomía. Luego de unas semanas se le comenzó a ofrecer alimento, como carne, distintos insectos, peces, y balanceado formulado para la especie.

Vuelta a la naturaleza

Luego de varias instancias de controles, se decidió que la tortuga en breve estaría lista para regresar La Reserva Natural de Pilar, una zona segura cercana al delta del Paraná y donde habitan otros de su especie. Primero fue necesario contar con el alta médica. Una vez recuperada de la cirugía y habiendo mejorado su condición general, fue trasladada del hospital a piletones de mayor tamaño en el Centro de Recuperación de Especies Temaikén (CRET). Allí pudo ejercitar su nado y sus cuidadores pudieron evaluar su comportamiento y capacidad de cazar presas vivas, algo indispensable para su supervivencia en la naturaleza.

Hasta que llegó el día de la liberación. Un animal que llegó víctima de la contaminación de aguas debido a acciones humanas, y que tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir en la naturaleza, pudo recuperar su salud y volver cumplir su rol en el ecosistema. “Lamentablemente es común que tortugas y otros animales que habitan playas y lagos ingieran tanto anzuelos como hilos de pesca. Por esto es importante ser cuidadosos e intentar no dejar residuos cuando hacemos uso de estos ecosistemas. Este caso nos recuerda la importancia de cuidar nuestras acciones para que nuestra fauna silvestre pueda continuar viviendo en su hábitat natural”.

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