En Villa Urquiza funciona una tienda de instrumentos que mantiene en pie un legado familiar.
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Parece arte de magia: las teclas del piano de cola se están tocando solas. Los movimientos son tan perfectos y auténticos que parecería que el mismísimo Mozart, Bach, Billy Joel, Chris Martin de Coldplay o Adéle estuvieran sentados frente al instrumento realizando un concierto personalizado y en vivo en el salón. “Se llama Steinway Spirio, es la última tecnología y acaba de llegar a Argentina. Se trata de un piano acústico con un mecanismo de auto- ejecución que reproduce exactamente lo que tocó el artista”, resume Gustavo Barry, desde uno de los showrooms de Casa Breyer, la tienda de instrumentos musicales fundada en 1882.
Con una pequeña tablet le da play al tema “Always Remember Us This Way” de Lady Gaga y al instante comienzan a sonar las distintas notas en el teclado. “Cuando los clientes lo descubren se quedan impresionados, es que es realmente increíble. Tiene una biblioteca de música con grabaciones súper amplia. ¿Qué te gustaría escuchar?, consulta. En otra amplia pantalla led, al lado del piano, se puede observar al cantante seleccionado en pleno show. Es, sin duda, una experiencia en sí misma.
Libros, partituras e instrumentos por doquier
Gustavo Barry, de 62 años, se crio rodeado de partituras y libros. Su padre Roberto Federico fue un destacado editor musical con una trayectoria en el rubro de más de medio siglo. “Ha editado a grandes compositores como a Alberto Ginastera, al Dúo Pomponio-Zárate, Violeta Hemsy de Gainza, Mario Videla, entre muchos más. También fue empresario artístico y trajo al país importantes espectáculos de ópera, obras de teatro francesas e inglesas, ballet y al célebre mimo Marcel Marceau”, describe su hijo.
Tiempo después, en 1967, se puso al frente de “Casa Breyer”, la compañía de instrumentos musicales que lleva el apellido de Alberto, su fundador. Gustavo recuerda algunas anécdotas de su niñez. “Me gustaba acompañar a papá al trabajo. Había un salón enorme con vidrieras repletas de instrumentos. Me divertía tocando la batería, estudié percusión con el maestro Antonio Yepes y hasta tuve mi pequeña bandita de rock”, rememora. Al tiempo, se recibió de Licenciado en Administración de Empresas en la Universidad de Buenos Aires. “Acababa de terminar mi carrera y papá me llamó para consultarme si quería continuar con Casa Breyer ya que de lo contrario iba a venderla. No lo dudé, me daba mucha lástima que se terminara la tradición”, rememora.
En 1985, con tan solo 25 años, se animó a dar vuelta la página y comenzar una nueva historia en la empresa familiar. Su mujer, Claudia, lo acompañó en la aventura. “Había estudiado para maestra jardinera y arranqué vendiendo flautas dulces en las escuelas. Al tiempo, pude ver que me encantaba el trato con los clientes”, describe. Ahora ella se dedica especialmente a asesorar a artistas con el alquiler de pianos para sus conciertos. Su hijo Federico, de 30 años, también trabaja en el local: maneja las importaciones de instrumentos.
Los pianos, una pasión familiar
Barry admite que con los años se convirtió en un apasionado de los pianos. “El instrumento me encanta, no solo musicalmente sino como objeto. Me interesa sus distintas historias, cómo fue fabricado (presto atención en sus materiales), la tensión de las cuerdas y su armazón. En una época había una fábrica de pianos en el país en Pilar, provincia de Santa Fe. Nos confeccionaba diseños especiales para la casa, pero ya no existe más. Ahora todos los pianos nuevos son importados”, detalla el experto.
A lo largo de estos últimos años tuvo la posibilidad de conocer antiguas fábricas y concurrir a exposiciones internacionales en Estados Unidos, Alemania, China y Japón. Desde principios de los 90 es representante en Argentina de las reconocidas marcas Steinway & Sons y Kawai.
“Hay un modelo de piano para cada cliente”
En Breyer hay pianos de todo tipo: acústicos, digitales y silent (para tocar en silencio con los auriculares); de cuarto y media cola, de cola para concierto y verticales, entre muchos otros modelos. Tienen antiguos, varios restaurados (que quedaron impecables) y nuevos de última generación. “Hay un modelo de piano para cada cliente, como los zapatos. Cuando se sientan frente al instrumento suelen sentir emociones”, afirma Barry. A su lado, Claudia asiente con la cabeza: “Se fijan si se sienten cómodos con el teclado, el sonido y hasta en muchos casos si les trae algún recuerdo”.
Para describir esta profunda relación, Barry recuerda una anécdota de una clienta. “Hace unos años vino una señora, eligió un modelo del salón y se puso a tocar. Minutos más tarde estaba llorando desconsoladamente. Pensé que le había pasado algo, pero era de la emoción: hacía 30 años que no se acercaba a un teclado y el talento seguía intacto”, cuenta. Con muchos se construye una relación de confianza. En los talleres, también se encargan de afinar, lustrar y hasta restaurar las piezas que sean necesarias. “Se les cambian las ruedas viejas; reparamos la máquina y las cobertura del teclado. Quedan como nuevos”, detalla.
De Carlos Gardel a Nora Jones
A lo largo de su historia, han desfilado por sus locales centenares de músicos y artistas. Desde Carlos Gardel, Daniel Barenboim, Bruno Gelber, Martha Argerich, Juan Rodó, Horacio Lavandera, Alejandro Lerner y Luciano Pereyra, por tan solo nombrar algunos. Liza Minnelli, Nora Jones, Diana Krall, Luis Miguel, Isabel Pantoja, entre otros, cuando se presentaron con sus conciertos en Argentina también han utilizado los pianos de Casa Breyer. Asimismo, hay algunos modelos en el Teatro Colón y el Centro Cultural Kirchner.
Con la llegada de la pandemia admiten que crecieron las consultas. “Varios clientes se animaron y empezaron a tocar el piano como hobby. Era su descarga y cable a tierra del encierro. Lo encargaban y se lo llevábamos a domicilio” dice. De hecho, han tenido gran salida los teclados digitales.
De fondo suena un clásico “Let it be” de Los Beatles. “Los pianos son mágicos. Vivo pendiente de ellos”, remata Barry. Él solamente sabe tocar algunas melodías, pero al ver el instrumento se emociona.
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