Son docentes y, agobiadas por la rutina familiar y las clases virtuales, decidieron compartir recursos. Pero también divertirse con la propuesta.
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Todo se modificó a partir del primer confinamiento, pero especialmente para ellas. Sus trabajos, tal y como lo conocían hasta ese momento, cambiaron drásticamente. Pero eso no fue todo. Puertas adentro, las rutinas familiares también tuvieron que adaptarse. “Modificada la escolaridad de nuestros hijos chiquitos, que aún no podían afrontarla de forma autónoma, tuvimos que acompañarlos, sobre todo en el aspecto socio emocional. Para nosotras, con el encierro, se hacía muy difícil tener que estar dando clase, en reuniones o trabajando con ellos. Las interrupciones eran moneda corriente, y eso a veces complicaba las clases, pero tratábamos siempre de mantener la sonrisa y transmitirles lo mejor a nuestros queridos alumnos y a nuestros hijos”, cuentan Belén y Gisela.
Se habían conocido cuando comenzaron su carrera como docentes de inglés en una escuela primaria de la Ciudad de Buenos Aires. Belén era la auxiliar de Gisela en primer grado y luego fueron compañeras de otro grado. Compartían recreos, espacios de planificación, taller y cursos de capacitación que fueron afianzando la amistad. La buena relación dentro del aula pronto se trasladó fuera del ámbito escolar y comenzaron, también, a estar presentes en los viajes, los nacimientos y cumpleaños de sus hijos.
Cuestión de familia
La docencia siempre había sido muy respetada y valorada en las familias de ambas mujeres. El abuelo de Belén, docente de profesión, había llegado a ser Director de escuela nocturna. Por su parte, la mamá de Gisela también es docente y había sido Directora de Inglés de una Escuela Primaria. “Mis padres no hablaban inglés y siempre fue un tema pendiente para ellos, por lo que intentaron que yo tuviera contacto con ese idioma desde pequeña. Tengo un hermoso recuerdo de mis maestras, especialmente de las de primaria: de los juegos, las canciones, los cuentos, y sobre todo de los actos a fin de año cuando actuaba con el resto de mis compañeros”, dice Belén.
Gisela recuerda su infancia como una época de plena felicidad. Primera hija, primera nieta, primera sobrina, fue una niña muy mimada por toda su familia. “De chiquita me encantaba jugar a la maestra con mi madrina. Empecé a estudiar inglés a los 5 años y la veía a mi mamá -que era maestra de inglés-, la escuchaba hablar y mirar cómo se desempeñaba en su rol docente. Creo que eso sembró algo muy fuerte en mí”.
Apasionadas por la educación y la docencia, ya en la secundaria disfrutaban de ayudar a sus amigos cuando les pedían que les explicaran algo que no entendían, ¡sobre todo si era algo de inglés! “Elegimos cursar el Profesorado de Inglés porque sentimos que aprender el idioma abre puertas y oportunidades para poder aprender y crecer personal y profesionalmente”.
Un combo explosivo
Sin embargo, la llegada de la pandemia las enfrentó a un nuevo desafío. Acostumbradas y formadas en la docencia presencial, los primeros meses de confinamiento fueron todo un aprendizaje. Tuvieron que conocer e investigar cómo usar herramientas que nunca antes habían usado, repensar la forma de enseñar y de vincularse con el otro a través de una pantalla. Pero, parecía que, por más que intentaban lo mejor, no alcanzaba.
Para ellas, el desafío más grande se presentó no solo al tener que aprender herramientas, plataformas y recursos de forma acelerada y en un contexto de emergencia para poder garantizar la continuidad pedagógica sino también en poder sostener el esfuerzo y el entusiasmo, las fuerzas y la motivación. “Sentíamos que, a pesar de que poníamos todo lo mejor de nosotras, por momentos parecía no ser suficiente. No era suficiente para nuestros alumnos, no era suficiente para sus familias, no era suficiente para nosotras ni para nuestros hijos. ¡Ser mamá y docente en pandemia se había convertido en un combo explosivo!”.
Y fue en medio de esa crisis que vieron la oportunidad. Agobiadas por el malestar que les generaba esa sensación de que no era suficiente, habían comenzado a compartir herramientas y recursos que les estaban funcionando a cada una y también se reían de experiencias personales. Eso, por momentos, les permitía hacer el día a día más llevadero. “Hacía muchos años habíamos pensado en armar un proyecto juntas, pero no habíamos podido darle forma. Y entonces surgió la idea de poder compartir a través de Instagram y con otros docentes del país y del mundo ideas, experiencias, recursos y estrategias que funcionaban en medio de la pandemia. Entrevistamos a distintos referentes, y comenzamos a subir contenido teórico por un lado, ideas prácticas por otro y al mismo tiempo algunos videos graciosos que tienen que ver con la vida misma de ser docentes en este contexto para poder reírnos, sentirnos cerca, generar empatía y acompañamiento en un contexto en donde el trabajo del docente estaba siendo además de un desafío muy grande y sumamente solitario”.
Salir al escenario
A la cuenta la llamaron @the.teaching.touch. Decidieron que el contenido de la cuenta fuera en inglés ya que, por un lado, era la lengua que enseñaban y, al mismo tiempo, les permitía comunicarse con gente de todo el mundo sin barreras. Para su sorpresa la cuenta fue creciendo y hoy son casi 10 mil educadores los que las siguen de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, Israel y España.
Ambas se ocupan de pensar los temas teóricos que van a abordar en el mes en curso, de seleccionar a los referentes a los que quieren entrevistar, de elegir los recursos para compartir y de mantener actualizada la sección donde invitan a los miembros de la comunidad a participar con ideas y sugerencias de enseñanza.
A Gisela se la ve divertida y desenvuelta en los videos. “De chiquita siempre me elegían para protagonizar los actos o concerts del colegio, me daban los papeles más divertidos porque sabían que no me daba vergüenza reírme de mi misma. Después, de grande, estudié comedia musical y teatro. Pero más allá de eso creo que todos los docentes tenemos algo de actores y actrices, entrar al aula y pararse frente a un grado es de alguna manera salir al escenario y dar todo lo mejor, en nuestro caso para lograr los objetivos que nos hemos propuestos. Con Belu tenemos nuestro lema que es make it meaningful and memorable que significa hazlo significativo y memorable y eso es lo que nos proponemos con la planificación de cada una de nuestras clases”. La cuenta -y el idioma- les permitió conocer a docentes de diferentes partes del mundo pero, a su vez, acercarse a los colegas locales, de quienes se han nutrido con ideas y experiencias. “En este intercambio nosotras también hemos aprendido muchísimo de nuestros colegas. El docente tiene ese alma de lo que llamamos en inglés lifelong learners, esa motivación de seguir aprendiendo a lo largo de la vida, y así nos definimos nosotras: lifelong learners que aman la docencia profundamente”.
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