Llegaron a su vida durante la adolescencia. Hija de madre psicoanalista y padre comerciante, aunque Julieta Rutenberg se inclinó por la fotografía cuando llegó el momento de decidir qué carrera estudiaría, siempre tuvo una especial atracción por las leyes de la física. "Cuando tenía 12 años, en casa se veía un programa que se llamaba Holograma que trataba temáticas holísticas muy interesantes sobre física cuántica, psicología, y contenido científico muy de vanguardia. Creo que ese fue el momento en que se despertó mi inquietud. De allí en más comencé a leer todo lo que me pudiese ayudar a explicar y comprender la razón del funcionamiento universal".
La investigación y la lectura se convirtieron en compañeras de ruta. Sin embargo, hubo una etapa de su vida en la que también se inclinó por el estudio de la imagen. A sus 16 comenzó a estudiar fotografía y se sintió atraída por la producción de imágenes y contenido. Cuando finalizó la secundaria se había abierto la Fundación Universidad del Cine que tenía una licenciatura con orientación a dirección de fotografía. Y allí se dirigió.
Una vez recibida, no tardó demasiado en hacerse un lugar en los medios. Trabajó en la productora de Gastón Portal y Mariana Fabbiani como productora de varios programas de televisión. También se desempeñó como profesional independiente de ese rubro en diferentes proyectos audiovisuales. Pasado un tiempo, el director de cine, guionista y actor argentino Alejandro Agresti la eligió para viajar al famoso festival de Cannes, en la Riviera Francesa, para vender la película argentina-holandesa de 1996 Buenos Aires Viceversa, entre otros proyectos. Finalmente pasó por el diario Clarín como editora de fotografía. Pero, luego de un año en ese puesto comenzó a sentir que estaba lista para generar un cambio radical en su vida.
Nuevos rumbos
Había recorrido un largo camino. Tenía 25 años y sintió que su profesión ya no la estimulaba ni le planteaba desafíos. "Cada vez con más fuerza sentía la necesidad de comprender de qué se trataba existir y descubrir qué herramientas habilitaba el universo para vivir de la mejor manera posible. Como nunca dejé de investigar temas de mi interés que me abrieran hacia nuevas formas de pensamiento, en ese momento entendí que estaba lista para dar un salto en mi vida".
Sin embargo, Julieta todavía no estaba lista para dar el gran paso. Una mononucleosis la dejó por varios meses en cama. Y estuvo prácticamente un año con astenia crónica. "Sin energía, angustiada, sentía que no era la persona que siempre había sido. Era tal el malestar que no sabía cómo seguir mi vida o hacia dónde, estaba con mucho desasosiego (la astenia trae depresión ya que el cuerpo no responde). En en esa sensación de no reconocerme a mí misma, traté de comprender de alguna manera lo que la psiquis no entendía".
Casualidad o no, entonces Julieta se animó a hacerse una carta astronumérica. Los resultados la dejaron tan sorprendida que jamás pudo apartarse de la numerología. Creo que eso fue lo que me enamoró de los números, que pudieran explicarme tan claramente en qué nota estaba vibrando, cómo sentía dentro mío la experiencia y para qué la había transitado. Luego de esa revelación jamás pude abandonar los números ya que son parte integral de quienes somos y de lo que los pasa".
Se propuso ir por más. Necesitaba profundizar sus conocimientos. "Busqué por todos lados dónde estudiar lo que nadie te enseña en la escuela y que tiene que ver con las leyes universales para tu propio desarrollo. La física Newtoniana, que es la que aprendemos en el colegio es importantísima, pero no abarca todo lo que la física cuántica nos brinda para la comprensión de nuestra propia evolución y tampoco existe ninguna carrera que abrace todo lo que hoy tengo en mi capital profesional".
De modo que tuvo que ingeniárselas para sondear en diferentes espacios donde poder formarse y aprender. Y así lo hizo, siempre de la mano de una gran mentora y maestra que la acompaña hasta hoy. Posteriormente estudió Consultoría psicológica: esa disciplina le dio las herramientas para darle una estructura orgánica a su vocación. Más adelante también se formó en neurociencia y actualmente está finalizando un posgrado en medicina del estrés.
"Con la numerología descubrí lo que Pitágoras, Einstein, Planck, Tesla y otros genios y culturas nos vienen explicando hace milenios: que todo en este universo es matemático. El universo entero está construido matemáticamente y los números son el lenguaje universal para poder decodificar y construir todo lo existente. La numerología es una de las herramientas más precisas para comprender cualquier cosa que necesite orden. Más allá de los aspectos psicológicos y biológicos que nos recorren como especie, una carta numerológica puede contribuir en la comprensión de muchos aspectos personales. Además, al funcionar como un mapa de ruta, ayuda a avanzar de manera más direccional hacia los propios proyectos y propósitos".
Convocada por medios radiales y televisivos para hablar sobre la influencia de los números en los diferentes acontecimientos locales y mundiales, Rutenberg asegura que el mundo tiene sus números específicos. "Es preciso comprender que 2020 es un año muy difícil, pues es un año maestro y eso conlleva aprendizajes más disruptivos. Este año maestro nos propone vaciar estructuras que han sido mal construidas a todo nivel, políticas, sociales y de materia. Como especie, nos hemos cristalizado en nuestras peores versiones. Y, en tanto que este año maestro abarca a mundo entero, nadie quedó exento de este propósito universal. Ahora bien, cada uno de nosotros tiene su propio anual y su propio contrato existencial. Comprenderlos nos va a ayudar a reestructuranos y redireccionar lo que es pertinente a cada individuo. Podremos entender dónde están nuestros potenciales, recursos y funcionamientos más productivos y a la vez trascender lo que no hacemos bien. Claramente no podemos cambiar el contexto global, pero sí aprovechar esta oportunidad maestra para que desde nuestros números podamos optimizar el modo de transitarlo", concluye.
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