El Club Social y Cultural Deportivo Argentino -que ya fue aprobado por la Real Federación Andaluza de Fútbol- tiene los colores de la bandera argentina en su camiseta y una estrofa del Himno Nacional en el escudo
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El mate, los alfajores, el dulce de leche… Los argentinos que emigran quieren llevarse un pedacito de Argentina cuando dejan el país. Sebastián Ruiz y Juan Gramajo se mudaron a Málaga y lo que extrañaban era el fútbol, el club de barrio, ese espacio donde encontrarse para armar un picadito o comer un choripán después del partido de los chicos.
Lo extrañaban tanto que decidieron crearlo: acaban de fundar el primer club argentino de fútbol en España, aprobado por la Real Federación Andaluza de Fútbol y listo para competir con el resto de los clubes de la Madre Patria. Se trata del flamante Club Social y Cultural Deportivo Argentino, con base en la Costa del Sol.
Sebastián tiene 41 años, es padre de tres hijos y está radicado en Málaga desde 2020. Juan tiene 42, dos hijas y un hijo, y llegó en 2019. Juntos se pusieron al hombro esta pequeña gran gesta y le cuentan entusiasmados la historia a La Nación, desde un bar frente al Mediterráneo.
“Ya antes de la pandemia tenía ganas de venir -explica Sebastián- porque uno de mis hijos es jugador de fútbol y quería probar suerte acá, de hecho tenía una prueba en el Málaga”. Lo que iba a ser un viaje planificado con tiempo se aceleró por la irrupción del covid y del dolor. “A poco de empezar la pandemia, mi papá se contagió y murió y la verdad es que nos asustamos mucho porque mi señora es asmática. Además, la crisis. Sabíamos que en junio arrancaba el calor en España, se decía que iba a bajar la tasa del covid y decidimos jugárnosla”.
Una vez en Europa, mientras él y su mujer, Cynthia, comenzaban a trabajar “de lo que sea”, sus dos hijos varones, ya adolescentes, buscaban juntarse con otros argentinos. Así dieron en Facebook con un grupo que organizaba partidos amistosos de todas las edades. “Eran más que nada encuentros para tratar de reunirse con otros compatriotas -explica Sebastián-, ellos empezaron a ir y la pasaban muy bien”. Su hijo cada tanto le decía “pá, mirá que está jugando tal jugador que jugó en tal equipo”. Pero el trabajo de Sebastián le impedía acompañarlos. Hasta que pudo empezar a ir también. “Los miraba jugar, me quedaba a comer con todos. Y siempre había un jugador que me decía ‘yo jugué en Rosario Central’, otro ‘yo jugué en Argentinos Juniors’ y a mí me sorprendía la cantidad de jugadores que se habían venido para acá y que por diferentes motivos no habían podido seguir su carrera”.
El fútbol siempre estuvo muy presente en su vida y en la de su esposa, el padre y el hermano de ella fueron jugadores profesionales, aunque nunca llegaron a Primera A. Él mismo jugó en primera B en Deportivo Merlo, durante varias temporadas, junto a su hermano. Ahora es una pasión que despunta en el tiempo libre que le deja su trabajo en el área de reparto de comidas y encomiendas.
Un día del año pasado, uno de los chicos del grupo le dijo muy serio: “tenemos que empezar a competir, dale, organizá un torneo”. Y ahí surgió la idea de ir a fondo. El sueño del club propio.
En esa idea loca lo acompañó Juan, especialista en sistemas, que ya estaba instalado en Málaga. Sebastián se refiere a Juan como quien adoptó a sus hijos cuando él no podía llevarlos a los encuentros. Es que, casi sin conocerlo, Juan se ofreció a buscarlos por su casa y llevarlos a los partidos para que pudieran participar. Esa solidaridad única de quienes se saben solos en tierra extranjera. Y Juan también tenía un vínculo fuerte con el fútbol, su papá jugó en las inferiores de Tucumán, luego probó suerte en Buenos Aires, en Independiente, pero finalmente dejó el fútbol por trabajo. Su hermano jugó en las inferiores de Argentinos Juniors y Boca.
Juntos, Sebastián y Juan, fueron a la federación para averiguar el camino a seguir: era un trámite engorroso porque el gobierno de España los tenía que autorizar como un club y una vez logrado eso recién ahí la federación los iba a aceptar. “Parecía una locura -recuerda Sebastián-, cuando le comentábamos a las personas lo que queríamos nos decían: no los van a aprobar, son todos equipos españoles, fundados hace cien años y a ustedes no los conoce nadie”.
Pero ellos no desistieron. El trámite formal lo arrancaron una semana antes del mundial en medio del alboroto generalizado en la comunidad argentina que planificaba reuniones para alentar a la selección. Así, pasaron todos los partidos y el fervor iba creciendo. Hasta que pasó lo que todos deseaban: Argentina campeón del mundo, la gloria, la euforia, el sentimiento que no se puede explicar “porque no vas a entender…”.
Al día siguiente de que Argentina se coronó campeón y miles de personas en todo el mundo se rendían fascinados ante una selección carismática y humilde, les llegó un mail de la junta de Andalucía y del gobierno de España que los aprobaba como entidad deportiva. “Parecía una locura, acaba de salir campeón Argentina y al otro día nos llegaba el mail, no lo podíamos creer, veníamos de festejar el mundial y nos llegaba esa otra alegría”.
Claro que aún faltaba la aprobación de la Federación. “Ahí fue arrancar otra vez con todos los trámites frente a la federación y por suerte nos entendió, tuvimos una reunión y le explicamos que éramos un grupo de argentinos, el primer equipo que iba a intentar jugar con todos los clubes españoles. A principios de febrero nos llegó la última aprobación”.
Para entonces, el torneo de la última categoría del fútbol español (la 3ra Andaluza Senior, 8vo nivel estatal) donde les correspondería jugar, ya había empezado. Es por eso que ahora deben esperar a que termine y recién en septiembre, cuando comience el nuevo campeonato, podrán debutar. El objetivo es ir ganando torneos para ir ascendiendo. “Estamos convencidos de lograr el ascenso a las categorías superiores -dice Sebastián-. Diariamente recibimos CV de jugadores de todo el mundo solicitando pruebas para ser parte del primer equipo. Nuestras aspiraciones son formar y fomentar la cantera para impulsar a los jóvenes talentos que integren la plantilla del primer equipo.” Entre estos jóvenes talentos está su hijo, quien actualmente tiene un contrato con otro club de fútbol local, que vence en junio. “El otro día me dijo que no quiere renovarlo porque quiere jugar en nuestro club. Incluso tenía ofertas para ir a jugar a Polonia, pero me dijo que no va a ir, quiere jugar en este equipo”. Mística futbolera, sentido de pertenencia, pasión es lo que sobra. Lo mismo desea su otro hijo de 18.
Como faltan varios meses para que llegue septiembre, el equipo arrancará con algunos amistosos. Están buscando un local para armar la sede y, para los entrenamientos, usan canchas prestadas. Están por llegar a un acuerdo con el club La Victoriana, faltan detalles para firmar el contrato. Lo que tienen desde el inicio son los colores de la camiseta, por supuesto, celeste y blanco. El escudo es más patriota todavía: tiene la silueta de la República Argentina y la frase “Coronados de Gloria vivamos”, junto a los laureles y una pelota de fútbol. Saben que hay mucho por hacer, pero tienen ganas. “Ahora estamos con los patrocinios, buscando sponsors -resume Sebastián-, un tema nuevo para nosotros, que no teníamos experiencia en eso de vender los espacios publicitarios en la indumentaria, de la televisación, las redes sociales, todo lo que podamos para poder cubrir los gastos de temporada y ayudar a algún jugador que quizás esté sin trabajo, más las otras actividades que iremos sumando.” Claro que a esta altura ya no están solos. “Somos muchos, desde Rubén, el secretario, a Priscila, la tesorera: mucha gente que nos está dando una mano”.
Además, una vez que tengan la sede, el club quiere sumar distintas actividades deportivas para ofrecer a sus socios. “Nos están escribiendo incluso personas que están por emigrar. Por ejemplo, el otro día un padre nos preguntaba si íbamos a sumar hockey para su hija. Empezamos a tomar nota de todas las actividades que nos piden para incorporarlas, escuchando todos los pedidos”.
Es que ellos están desandando o replicando lo que hicieron sus abuelos al llegar a Argentina. El abuelo de Priscila fue un gallego que llegó huyendo de la Guerra Civil española, lo mismo el abuelo de Cynthia, que emigró por igual razón desde Granada. Ellos mismos aseguran que se inspiraron en los orígenes de los legendarios clubes Deportivo Español, Deportivo Italiano y Deportivo Paraguayo, fundados en la Argentina en el siglo pasado donde impulsores y fundadores eran inmigrantes en busca de nuevos horizontes. Ellos quieren lo mismo: “un lugar donde encontrarse a compartir en familia transmitiendo el sentido de pertenencia, pretendemos ser un nuevo club que haga historia en España y deje raíces para las futuras generaciones”.
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