Andrés Reggiani, historiador y coautor del libro “El rugby, historia, rituales y controversias desde sus orígenes hasta hoy”, habla de un episodio inédito en la historia del deporte que enfrentó a Unión Argentina de Rugby con la Rugby Football Union
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Julio de 1973. Todo estaba listo para el gran acontecimiento. Las canchas habían sido acondicionadas y las entradas para los partidos se habían agotado por completo. En las últimas semanas los jugadores, ansiosos por igualar el nivel de oponente, habían entrenado al máximo. La inminente llegada del equipo de rugby inglés generaba un clima de mucho entusiasmo y sobre todo una gran expectativa. Ningún detalle había quedado librado al azar o al menos eso creían...
“Las giras internacionales son el principal ingreso de la UAR porque se cobra entrada. Son las que le dan el dinero a la UAR para sostenerse y esa era la única organizada para 1973, que además estaba prevista desde hacía bastante tiempo atrás”, explica Andrés Reggiani, autor junto con Alan Costa de El rugby. Historia, rituales y controversias desde sus orígenes hasta hoy, de la editorial Siglo Veintinuno.
El equipo de rugby inglés tenía previsto realizar una gira por el país para enfrentarse con la Argentina en 6 partidos. Sin embargo, todo cambió con un mensaje inesperado. Un telegrama enviado desde Rugby Football Union (RFU), el ente que establecía las pautas del deporte en suelo británico, a la Unión Argentina de Rugby (UAR), el mismo día que Cámpora renunció a la presidencia, alteró repentinamente las circunstancias y generó la indignación de los directivos locales.
1973 un año complicado: la intervención de la UAR
Un poco de contexto. El 15 de marzo de 1973, por primera y única vez en su historia, la UAR (fundada en 1899) fue intervenida por el gobierno de Agustín Lanusse. Esta intervención generó un gran malestar entre sus directivos, pues nunca antes en su historia habían enfrentado una situación similar. “La UAR se intervino porque no impidió el viaje de la división superior de San Isidro Club (SIC) a Rhodesia del Sur (actual Zimbabwe), que tenía un gobierno racista, y la Argentina había adoptado en las Naciones Unidas una posición de condena y boicot”, explica el autor.
-¿Políticamente cómo estaba posicionada la UAR?
-Más cercano al gobierno de Lanusse, en el sentido de que era ultraconservadora. Lo llamativo es que se desata un conflicto entre dos actores políticos que no son opuestos, si no que están en la misma vereda. Es decir, la UAR podía esperar que los interviniera el peronismo, pero no Lanusse. Finalmente la UAR decidió ir a la Justicia y después de un mes, en abril, la Justicia declaró la intervención nula y levantó la medida. Pero el 73 fue un año que empezó mal para la UAR.
La cancelación de la gira a la Argentina
El 13 de julio, en la sede de la UAR se recibió el telegrama menos esperado: ”Tras haber recibido amenazas escritas contra la seguridad personal de jugadores y directivos, y tomando en consideración todas las recomendaciones pertinentes, entre ellas el Foreign Office, se ACORDÓ de forma unánime que la gira de Inglaterra a la Argentina sea cancelada y que para evitar la posibilidad de cualquier filtración prematura de información se notifique inmediatamente a la Unión Argentina de Rugby por cable”.
-Súbitamente los ingleses suspendieron con un telegrama la gira por amenazas, ¿se conoció cuál fue el tenor de las amenazas?
-El Foreign Office (ministerio del gobierno británico que se ocupa de las relaciones exteriores) aconsejó que los jugadores no vinieran al país porque jugadores y directivos recibieron amenazas de secuestro escritas en español. En declaraciones a la prensa Mickey Steele-Bodger, presidente de Rugby Football Union (RFU) dijo que las cartas provenían de una organización terrorista que operaba en la Argentina. Esto tiene que ver con cómo ellos leen el contexto argentino. En ese tiempo, ya habían ocurrido tres secuestros de empresarios británicos: Ronal Grove (Vesty Meat Packing Company), Charles Lockwood (Roberts Meller & Co.) y Francis Brimicombe (British American Tobacco). Los ingleses pusieron todo en contexto y pensaron que había un riesgo.
En aquel tiempo, el cronista Hugo Mackern (free lance), señalado como un gran conocedor de este deporte, analizó la situación y respaldó la decisión inglesa: “Uno de los principales objetivos de la gira de un equipo de rugby amateur es el disfrute de los jugadores dentro y fuera de la cancha y resulta obvio que si es necesario rodearlos con medidas de seguridad adondequiera que vayan, terminará por convertirse en una experiencia estresante y desagradable”.
-¿Qué sucedió luego?
-La noticia se hizo pública y la madrugada del 19 de julio, el periodista Eric Weil del Buenos Aires Herald fue interceptado a la salida de la redacción por una persona que se identificó como vocero de la organización guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y confirmó que ellos eran los autores de las cartas a los ingleses. Días antes, este periodista había había escrito un articulo muy duro, afirmando que si la intención era aislar a la Argentina del deporte internacional -además de frenar la gira y desacreditar al país anfitrión- las repercusiones del incidente amenazaban con desatar una reacción en cadena con consecuencias imprevisibles y sugirió que el Mundial de Fútbol de 1978 no debía jugarse en la Argentina.
-¿El guerrillero, integrante de las FAR, le explicó al periodista qué motivo las amenazas?
-Le entregó un papel, que no pudo conservar, donde explicaba que el objetivo de las amenazas era para que los jugadores se quedaran en sus casas ya que el rugby era un deporte de “oligarcas” jugado mayoritariamente por extranjeros y que el rugby argentino no necesitaba enfrentarse con países oligarcas. Pero eso no era así, era un estereotipo, a esa altura ya había muy pocos extranjeros en el rugby local, solo mantenían el apellido. También sucedía que cuando Argentina jugaba contra extranjeros lo hacían, principalmente, contra equipos ingleses.
-¿Cuál fue la reacción de la UAR?
-Los tomó completamente por sorpresa y los dirigentes de la UAR estaban que explotaban. Muy frustrados. Por un lado, esa gira era el momento que estaba esperando el mundo del rugby para ver un partido y comparar cómo estaba la Argentina. Ese era el momento que los jugadores argentinos tenían para medirse, ver cómo estaban a nivel competitivo, había mucha expectativa. Por otro, estaba el tema económico. Faltaban solo 45 días para que se jugara el primer partido de seis que se iban a jugar, cuatro en Buenos Aires, dos en Rosario... y se habían vendido todas las entradas. ¿Qué iban a hacer con toda la gente que compró las entradas? Se generó un conflicto con la entidad inglesa con la que la UAR mantenía históricamente una muy buena relación y que desde 1910 éramos socios.
-¿Cuál fue la respuesta de la UAR?
-Rápidamente el presidente de la UAR, Jorge Cáceres, y el titular de la Subcomisión de Giras, Carlos Tozzi, se fueron a Londres. Ellos sostenían que la decisión de los ingleses había sido apresurada y tomada sobre “informaciones distorsionadas”. Viajaron para convencer a los ingleses que revieran su decisión.
-¿Qué pasó en Londres?
-La llegada de los dirigentes argentinos sorprendió a los ingleses. En la minuta del Rugby Football Union de la época dice que llegaron de manera imprevista, “unannounced”. Además, Cáceres y Tozzi no hablaban inglés, por lo que no pudieron comunicarse hasta que encontraron un traductor. Pero las posibilidades de revertir la decisión de los ingleses eran nulas. Finalmente los ingleses se disculparon y ofrecieron pagar una pequeña compensación por los perjuicios económicos ocasionados por la cancelación.
-¿Los dirigentes argentinos aceptaron?
-No, se volvieron enojadísimos. Pero ya no había marcha atrás porque aún cuando los ingleses hubieran cambiado su decisión, esto suponía una nueva reunión de su Comité en pleno de los dirigentes ingleses y las demoras hubieran ocasionado que la gira se superpusiera con la temporada local de la UAR. A esa altura, los argentinos básicamente querían plata y el ofrecimiento que habían hecho no les cerró. Cuando regresaron convocaron a una reunión con todos los representantes de los clubes y rechazaron de manera unánime el ofrecimiento de los ingleses y se rompió la relación, declararon un embargo contra toda gira con un club de Inglaterra. Una guerra deportiva.
-¿Cuál fue la reacción de los ingleses?
-Los ingleses fueron invitados a jugar a Nueva Zelandia y aceptaron. Esa aceptación, acá, provocó el rumor de que los habían “comprado los neozelandeses” y que lo que dijeron fue una “excusa” para poder ir. Esto nunca se corroboró y las fechas, además, no eran exactamente las mismas. Pero aceptar esa invitación echó sal sobre la herida.
-¿Y acá cómo lo resolvieron?
-Vinieron los rumanos a jugar en el país. Ellos habrían tomado la iniciativa y contactaron a los dirigentes argentinos cuando estaban en Londres. En ese tiempo, Rumania ya había roto con la Unión Soviética y buscaba su propio camino comunista abriéndose a occidente. Y con el cambio de la política exterior argentina después de Cámpora, vieron la posibilidad de usar el deporte como parte de la diplomacia internacional. Antes de conocerse la decisión de que los rumanos iban a venir, creo que algo había en el aire porque salió un articulo en el diario anticipando si la gira debería realizarse con un equipo de un país con el cual la guerrilla no tuviera problemas, un país comunista.
-Se cambió a los ingleses por los rumanos
-Un equipo que enviado por la Federación Rumana de Rugby salvó a temporada internacional de la UAR. Se jugaron unos pocos partidos en agosto, Rumania ganó el partido de clubes y perdió dos partidos contra el seleccionada argentino. Ahí se produjo un contraste interesante: mientras la UAR llenaba de elogios a los rumanos y hablaba de “una fiesta deportiva”, los periodistas argentinos se preguntaban para qué había venido Rumania, ya que los argentinos eran marcadamente superiores.
“Por primera vez en la historia de nuestro deporte se hace una apertura hacia países no tradicionales, teniendo como resultado una magnífica experiencia que ha roto la rutina y será el punto de partida hacia la comunicación con muchos pueblos que, como el rumano, nos permitirán aprender y enseñar, conocer y hacer conocer formas de vida (...) Amigos de Rumania, muchas gracias por haber venido a la Argentina, muchas gracias por todas las enseñanzas que nos dejan” (Revista UAR n° 14, 1973)
-¿Qué sensación le despierta esta asociación, manifestada por el miembro de las FAR y luego impresa en distintos medios, del rugby como un deporte “oligarca”?
-Justamente, uno de los objetivos del libro fue revisar ese concepto porque durante la dictadura hubo también jugadores desaparecidos. Había jugadores que militaban en la izquierda y siguieron jugando al rugby. Incluso se supo que algunos se lo cuestionaban y llegaron a justificar su practica como una fachada. Creo hoy en la Argentina es un deporte de clase media en sus diferentes segmentos.
-¿Qué pasó con la relación entre la UAR y RFU?
-En el 78 Los Pumas fueron a jugar a Inglaterra y los ingleses vinieron en el 1981, es decir pasaron varios años antes de que esa gira cancelada se materialice. Esto muestra que, a pesar de los intentos de la UAR de “bunkerizar” el rugby, en el fondo nunca quedó fuera de la política.
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