El lunes 27 de enero último, acorralado por la evidencia, el rey emérito Alberto de Bélgica admitió, a través de un comunicado que oficial difundido por su abogado, que era el padre de Delphine Boël (51). Fue la primera gran victoria de la prestigiosa artista tras siete años de lucha en Tribunales. Inmediatamente después, surgieron varias incógnitas: ¿qué sucedería con la herencia de Alberto de Bélgica?, ¿le corresponde a Delphine el título de princesa y el tratamiento de Alteza Real?, ¿debería cambiar su apellido y utilizar el de la familia real? Una de las pocas certezas que se tenía hasta el momento era que el nombre de "la hija nueva" en ningún caso figuraría en la línea de sucesión al trono, ya que fue concebida fuera del matrimonio.
El jueves 1 de octubre, con un fallo contundente, el Tribunal de Apelación de Bruselas despejó todas las dudas. Puso "blanco sobre negro". Resolvió que, efectivamente, Delphine Boël es hija del rey Alberto y la baronesa Sybille de Selys Longchamps. Decretó que, al igual que sus hermanos, los otros tres hijos del rey emérito, llevará el apellido Sajonia-Coburgo-Gotha, le corresponde título de princesa y debe ser tratada como Alteza Real. Lo que no trascendió hasta el momento es si esta concesión implica también una asignación económica oficial. Asimismo, sus hijos, Joséphine (16) y Oscar (12), también se convierten en princesa y príncipe, y le darán tratamiento de Alteza Real.
Cuatro días después del histórico fallo, Su Alteza Real ofreció una conferencia de prensa en la Universidad de Bruselas. Y dejó definiciones contundentes: "Cuando salieron los resultados de las pruebas de ADN (pruebas definitivas de la filiación) no dije nada, lo mantuve en silencio. Le di la oportunidad (al rey Alberto) de salir de todo esto como un hombre humilde y de quedar los dos como ganadores. Pero no fue así. Y no quería que se me conociera como la hermana diferente", dijo. Contó que no pretende que se dirijan a ella como princesa, "a no ser que eso sirva para un fin benéfico" y dijo que aceptaría de buena forma reunirse con la familia real: "Estaría encantada, pero tiene que pasar porque ellos quieran, no porque se vean obligados. No espero nada, voy a continuar con mi trabajo. Sin embargo, si de repente muestran signos de vida, nunca les daría la espalda". Pero cuando le preguntaron por el apoyo de su marido, Jim O’Hare, rompió en llanto: "Hemos intentado reírnos mucho de mi situación, para llevarlo mejor. Creo que mis hijos están contentos de ver a su madre feliz, de ver a una mamá que no se ha dejado vencer. Espero haber dado un buen ejemplo", concluyó.
Hoy, todos en Bélgica se preguntan cómo será su relación con la familia real: ¿la recibirá su hermano mayor, el rey Felipe?
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