Delfina Blaquier, la bella y la cámara
Vive en los EE.UU., es mamá de tres chicos y rostro de una marca de indumentaria. En la fotografía, la hija de Delfina Frers encontró la síntesis entre profesionalismo, vida familiar y expresión personal
En algunas imágenes hay superficies suaves; en otras, esquinas abruptas. Una hondonada revela un húmedo cuello de mujer; una superficie geométrica anuncia los límites de un edificio.
En sus fotos, Delfina Blaquier busca lo mínimo y logra que por un instante la más objetiva de las formas se vuelva abstracta. "Como buena escorpiana, soy muy detallista. Obsesiva. Esto es una manera sana de canalizarlo", confiesa.
Comenta también que su ejercicio con la fotografía comenzó recién hace unos seis o siete años. De la manera más casual, el día en que le obsequiaron una cámara. Casi casualmente también, ella se fue familiarizando con los aspectos técnicos, aguzando la mirada, desarrollando una impronta propia.
Las primeras fotografías surgieron del mundo más cercano. Caballos ("tienen que ver con mi vida, desde que soy chica", dice la mujer de Ignacio "Nacho" Figueras, polista y modelo de las fragancias Polo Ralph Lauren, con quien vive en los Estados Unidos), paisanos, niños.
Luego, de a poco, fue surgiendo la obra actual, basada en el juego entre detalles, texturas, contrastes de luz y de sombra. Un ejercicio surgido de sus personales, más bien autodidactas (hasta que en 2007 le llevó una carpeta al fotógrafo Aldo Bressi), investigaciones en el medio fotográfico y una sensibilidad entrenada por el diseño, fruto de sus estudios de paisajismo. "Estoy construyendo un estilo propio, lo cual no es fácil -afirma-. Es una búsqueda constante."
Madre de tres niños, Delfina asegura que éstas, sus otras criaturas, difícilmente habrían visto la luz de no ser por el continuo estímulo de su marido. "Es muy importante para mí contar con su apoyo. De otro modo, hubiera sido difícil seguir con esto -admite-. Es cierto también que cuando me uní a él sacrifiqué muchas cosas mías por seguirlo. La profesión, por ejemplo. La fotografía me está permitiendo reencontrarme con lo propio, y es algo que además puedo incorporar a los viajes, la familia. Me permite sintetizar lo que soy y la vida que elegí."
Sus fotografías pudieron verse el año pasado en el Centro Cultural Recoleta, en el Stud Frers de Martínez y en Buenos Aires Photo. Mientras ella pasaba de los preparativos de una muestra a los de la otra, Artemio, su tercer hijo, se aprestaba para llegar al mundo. "Cuando comencé a preparar el material de Buenos Aires Photo estaba en el último trecho de mi embarazo -recuerda-. ¡La exposición se hizo cuando el gordito tenía un mes! Pero la verdad es que fue muy bueno; pude exponer mi trabajo frente a los ojos de mucha gente. Lo logré gracias a Laura Batkis, que me hizo el contacto con la Galería Roldán. Y gracias al trabajo incondicional de mi madre (la ex modelo y ex corredora de automovilismo Delfina Frers), que me ayudó con toda la logística."
Con el arribo del bebe llegó también un inevitable descenso en la velocidad de la marcha: "Pospuse un poco todo. Este es un momento que no vuelve más, una etapa que estoy viviendo con mucha intensidad. No quiero perderme ni un segundo de los chicos", asegura la muchacha que alguna vez se destacó por su desempeño en las pistas de atletismo.
Y mientras ella, en su hogar de los Estados Unidos, se deja acompasar por el ritmo de las rutinas familiares, en Buenos Aires asoma su estampa de mujer urbana, decididamente contemporánea, desde los afiches de la campaña otoño-invierno de Uma. "Armónica, bella, sensible, curiosa", la define la marca de indumentaria, que encontró en ella un perfecto balance entre femineidad, elegancia y dinamismo. La Delfina fotógrafa no tuvo ningún conflicto en pasar, momentáneamente, a estar frente al visor de la cámara fotográfica ("¡Lo que me pasó es que no podía creer cuando sonaba el despertador a las tres de la mañana porque había que hacer una foto con la luz del amanecer!", recordará, un poco risueñamente).
Respecto de sus propios trabajos fotográficos, planea organizar nuevas exhibiciones en un futuro no demasiado lejano. "Todo a su tiempo", podría decirse que es su lema. El mismo que se vislumbra en su obra: imágenes surgidas de la pasión por el detalle, en los intersticios de las rutinas diarias, entre la vida familiar y los viajes. Con cierta necesidad de que la creación emerja desde la calma, lejos de ansiedades o búsquedas agresivas. "Creo que es una obra que puede ser mostrada en distintas partes del mundo", se ufana, antes de definir cuál es el mayor motivo de felicidad que le proporcionó cada una de las muestras en las que ha venido participando: "La reacción de la gente. Las preguntas que estas imágenes generan en quienes las observan".