Fue el pastor evangélico más famoso de la Argentina y cuando llegó al punto más alto, fue arrojado al abismo por diversos escándalos; cómo vive hoy el pastor Giménez
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En pleno 2023, el pastor Héctor Aníbal Giménez (66) avista el resurgimiento de su iglesia, la Cumbre Mundial de los Milagros. La que alguna vez lo alzó sobre la cúspide de la fama, y lo acercó a los círculos más altos de la farándula y de la política. Pero que después de múltiples escándalos se hundió con él después de que terminó enjuiciado de estafa, infidelidad e incluso intento de homicidio. Sin embargo, asegura que este año es diferente. Para él, existen señales que anuncian un cambio.
“En el 86, cuando comenzamos, el país estaba incendiado como ahora. Además, la iglesia explotó después de que la Selección saliera victoriosa en México. Hay un montón de señales que indican un resurgimiento. Y la profecía dice que ahora va a ser aún mayor”, aseguró el pastor Giménez a LA NACION. Pero, ¿qué es de la vida del teleprofeta más famoso de la Argentina?
El pastor en el 2023
En su oficina, en el subsuelo del viejo Teatro Roca de Almagro, Giménez se muestra desconcertado. No preveía ser fotografiado. “Me hubieras dicho y te decía que pasaras otro día, cuando hubiera más gente”, advierte con preocupación. “No importa, vengan para acá”, indica.
En silencio, sube las escaleras y se dirige al escenario de su iglesia en donde hay dos pastoras cantando melodías evangélicas. Les ordena retirarse y entra. Ante las luces y la cámara instalada en el medio de la tribuna, su rostro se transforma.
De pronto emana plenitud frente a un puñado de feligreses que asistieron a la misa de las cuatro de la tarde. El edificio tiene asientos para 400 personas, pero hoy son 22. “Levántense y acérquense a aquí. Oremos juntos”, les ordena. Todos se despegan de sus asientos y caminan hacia las escalinatas del escenario. Se aglutinan. Levantan las manos con los dedos extendidos; comienzan a cantar con más fuerza.
El pastor Giménez baja de la tarima y se sumerge entre el grupo. Todos se vuelcan hacia él. Giménez responde poniendo su mano sobre cada una de sus frentes. Por un momento la euforia es desbordante. Abrazos, besos y llantos; todo se entremezcla con un fondo de baladas evangélicas. Cualquier otro sonido se ofusca ante aquellos decibeles. Después, vuelven a sus lugares. La misa acaba. El pastor regresa a la oficina y pregunta: “Y, ¿sirvió?”
“Había filas que rodeaban la cuadra”
Ningún integrante de la Cumbre Mundial de los Milagros se olvida del 2 de octubre de 1986. El día que Giménez se erigió en el teatro Astros y predicó por primera vez frente a 400 personas. Era un pastor joven, de 28 años, que buscaba enmendar un pasado delincuencial y repleto de drogas.
“A los 17 años era conocido en mi barrio por bailar rock and roll. Había muchos chicos que me seguían, pero consumía y vendía droga, robaba; era una terrible influencia”, repite frecuentemente en sus misas.
Giménez asegura que sus antiguos compañeros de fiesta fueron los primeros en acercarse a él en busca de guía, cuando cambió de dirección. En un inicio se juntaban en un pequeño bar, con un grupo aún más pequeño de feligreses neopentecostales llamado “El café de Jesucristo”.
Eran diferentes, más flexibles, jóvenes y ponían música diferente. Comenzaron a atraer la atención joven. Sin embargo, sin la ayuda de Héctor Ricardo García, fundador de Crónica TV, la iglesia del pastor no habría llegado a la masividad que tuvo meses después.
-¿Cómo conoció a Héctor Ricardo García?
-Yo empiezo mi pastorado en Escobar y luego me mudo a Capital Federal. Ahí una chica me cuenta que a Héctor le habían quitado un canal de televisión. Yo quería un teatro, hacer reuniones y formar una congregación. En esa época Héctor era dueño del Astros. Un día me encontró orando sobre la puerta y me preguntó “¿Qué estás haciendo?”. Le contesté que orando para conseguir el teatro. Me dijo que no tenía que orar, que necesitaba entrar y que era mío. Solo que tenía que poner plata. Yo le dije ´no tengo plata, pero tengo lo que vos necesitás´. Vos querés un canal y no te lo dan. Yo conozco a alguien que te puede ayudar. Alguien más importante que el presidente y que todos nosotros”.
En aquella vereda, frente al teatro Astros, Héctor Ricardo García le prometió a Giménez lo que quería con una condición: García tendría que conseguir el canal primero. Al mes le dieron el canal dos de La Plata, y el dos de octubre, el pastor Giménez logró su cometido. La primera misa masiva fue a las 10 de la mañana. La siguiente semana llegó el doble de gente y cada día, el teatro Astros amanecía con más seguidores.
Por tres meses, llenaron el teatro. “Y en diciembre, cerramos esa primera época en el Luna Park. Después de eso nos mudamos al Teatro Roca. Tuvimos que comenzar a hacer dos misas al día porque había filas que rodeaban la cuadra. Ahí comenzaron los siete años de vacas gordas”, ilustra el pastor.
- Además, tenía un programa en Crónica
- Sí, eso nos ayudó mucho. Después comenzaron a convertirse muchas celebridades como Moria Casán o Mario Sapag, Jorge Porcel y me rebautizaron como el Pastor de los artistas. Se acercaban a mí porque las misas de nuestra iglesia se daban en los teatros.
El pastor de los artistas
Desde el primer día que apareció en televisión, el pastor Giménez rompió métricas. Era párroco, sin embargo, siempre estuvo más cerca de la farándula. En aquella época estaba casado con Irma Giménez, la pastora Irma. Ambos aparecían en revistas y programas de televisión como los de Susana Giménez y Mirtha Legrand. También comenzaron a ganar adeptos en aquel círculo.
- ¿Era importante para usted tener a famosos en su iglesia?
- La verdad es que tener una multitud atrás tuyo es muy diferente a tener a alguien como Moria Casán o Patricia Dal. Fueron de las mujeres más lindas del país. ¡Y venían acá!
-¿Cómo conoció a Casán?
-Su esposo de aquella época, Mario Castiglione, era amigo mío. Los conocí porque ellos no estaban casados y quisieron bautizar a su hija, Sofía, y ninguna otra iglesia lo permitía. Nosotros no tenemos problema en hacerlo. Luego comenzó a invitarme a sus programas de televisión.
-¿Y quién más iba a su iglesia?
-Yo era muy amigo de Tito Lectoure. Lo conocí porque ayudé a un familiar a salir de la droga. Incluso te puedo decir que el Luna Park iba a ser nuestro, pero no quise comprarlo en su momento. Ahora me arrepiento.
En aquella época, en las misas del pastor Giménez, la Fe y la fama se mezclaban. Mucha gente asistía a la Cumbre Mundial de los Milagros para encontrarse con la farándula. Brotaban las historias como la de su encuentro con Maradona.
Y según comentó en múltiples ocasiones el pastor, también tuvo un estrecho vínculo con la política. En el 91, comenzó a pedir apoyo para el Movimiento Cristiano Independiente en sus misas y aunque siempre declaró no estar interesado en entrar a las listas de ningún partido, nunca abandonó sus contactos.
- ¿Los políticos lo buscaban?
- Acá, en la Argentina el catolicismo siempre fue más fuerte, pero cuando vieron que la iglesia evangélica explotó y especialmente la del Pastor Giménez, empezaron a buscarme.
- ¿A quiénes se refiere?
- De todos los partidos. Los radicales y el peronismo, la gente de Menem. Me decían “¿querés ser parte del equipo?”. Hasta me ofrecían cargos, en acción social, para ayudar a los pobres.
- ¿Llegó a conocerlo en persona?
- Sí, yo estuve con él. Menem me escuchaba en mi programa de radio de la noche. Él no podía dormir por lo que pasó con su hijo Carlitos, yo estaba en la radio y me dicen: “llama Menem”.
Giménez explica que siempre tuvo programas de radio por la noche. Comenzó con uno de ocho a cuatro de la madrugada. “Hay un montón de gente que escucha la radio en la oscuridad para apaciguar sus sentimientos de culpa”, explica. Según él, tanto Menem como otros miembros de su equipo estaban dentro de esa gente.
- ¿Llegó a ir a la Quinta de Olivos?
- Sí, fui en esa época.
- También dicen que dentro del gobierno había fieles de su iglesia. ¿Es cierto?
- Sí, quien le escribía los discursos a Menem venía a mi iglesia. Menem empezó a decir frases mías en un punto. Comenzó a hablar el lenguaje del pastor Giménez. Yo tenía un lema que decía: “Quién lo hizo”. Y la gente respondía: “Cristo lo hizo”. Ese era mi lema en la radio y en la televisión. Y cuando hace la segunda campaña para presidente, Menem comenzó a decir: “Quién lo hizo” y la gente respondía: “Menem lo hizo”. El que le hacía los discursos, era de mi iglesia y le incluía varias frases mías.
- Parece que su éxito no tenía fin.
- Sí. Viajé a 55 países del mundo, construimos iglesias en Miami, en Los Ángeles, en Europa. En la Argentina estuve en la casa de River, en la de Boca. Traje a Benny Hinn, que es el predicador más famoso de América.
Entre el 86 y el 93, la Cumbre Mundial de los Milagros llegó a tener alrededor de 250.000 miembros y tenían cientos de iglesias por todo el país. Solo en la Ciudad de Buenos Aires asistían 5000 personas a sus misas. Hoy, en el país, la iglesia de Giménez reúne 3000 feligreses e incluso el teatro Roca, donde están ahora, es rentado. No pasaron más de dos años, antes de que su proyecto evangélico se desmoronara.
“Dijeron que yo estafaba con la Fe”
Sin duda alguna, los escándalos que involucraron a Giménez fueron la razón principal de su abrupta caída. El golpe más grande que recibió fue la serie de denuncias que su primera esposa, la pastora Irma Giménez interpuso en su contra. Entre las denuncias había estafa, agresión física y verbal, y hasta intento de homicidio. Fue en 1994 cuando comenzó el juicio entre los pastores.
A partir de eso, fueron varias las denuncias por estafa que se le interpusieron. Los medios de comunicación comenzaron a criticarlo y la opinión pública comenzó a conocer el otro lado del Pastor Giménez.
En programas como los de Mirtha Legrand o Susana Giménez lo cuestionaban. “Tuve la dificultad de que, los que envidiaban mi trabajo, dijeron que yo estafaba con la Fe”, justifica Giménez.
A finales de los 90, después de múltiples escándalos, María Morales, adepta de la iglesia, pagó 1000 dólares a una agencia inmobiliaria instalada a un lado de la Cumbre Mundial de los Milagros. Se llamaba Jeremías y era dirigida por el hermano del pastor.
La promesa era de una casa prefabricada, sin embargo, ni el terreno ni la casa existieron. Morales demandó al pastor y en 1998 Giménez se comprometió a hacer dos años de servicio comunitario en Villa Lugano.
- ¿Qué me puede contar de lo que pasó con su hermano?
- Lo de mi hermano fue una pavada. Si yo me hubiese enterado, jamás hubiese pasado eso, porque él vendió eso y no lo entregó. Pero cuando me enteré el juicio estaba hecho. No me citaron ni nada.
- Sin embargo, usted hizo trabajo comunitario.
- Claro porque el juez, que quería fama, dijo “qué bien juzgar al pastor Giménez por estafa”. Al final no me llegaron a condenar. Me dieron a elegir. O peleaba el juicio o devolvía la plata y hacía trabajo comunitario.
- ¿Qué puede decir de la demanda de su exesposa?
- Cuando me separé mi señora habló pavadas que nunca pudo comprobar porque me llegaron a hacer 14 imputaciones. Me hizo mucho daño.
- Incluso una fue de intento de homicidio ¿no?
- Si, me acusó de intentar asesinar a mi hija, pero nada que ver. Mi hija... no. Mi exmujer está catalogada como una de las 10 mujeres más escandalosas del país. Pero ahora nos llevamos bien.
- ¿Se llevan bien después de que te acusó de haber intentado asesinar a tu hija?
Sí, tengo una buena relación. Ahora la estoy ayudando económicamente, tiene una enfermedad.
- ¿Y qué pasó después?
Y fue fuerte porque muchos periodistas hicieron eco. Imaginate que yo, el pastor más famoso de la argentina, juntaba multitudes y mi exmujer dijo barbaridades de mí. Hay horas y horas de televisión defenestrándome. Vas a ver montones de programas que dicen que yo tengo aviones, propiedades. También dicen que me quedé en la ruina, mil cosas se han dicho.
- ¿Es cierto que con el juicio contra la pastora Irma usted perdió dos millones de dólares y 10 propiedades?
- Sí, fue un golpe tremendo para mí. Y todo fue por personas que nunca dijeron la verdad.
- ¿Y cuál es la verdad?
La verdad es que nunca tuve la plata que dijeron que tuve. Nunca fue verdad, porque la Iglesia se mantiene por una comisión directiva. Por mi mano no pasa nada de plata. Yo me dedico a la parte espiritual, no a la financiera.
¿Cómo llegaste a tener tantas propiedades?
A nosotros nos donaron propiedades por todos lados. Nos daban casas que transformábamos en iglesias. Tenemos como 120 donaciones de terrenos y propiedades.
¿Todas las propiedades que perdieron eran Iglesias?
Sí, todas eran iglesias que teníamos. Pertenecían a la fundación Ondas de Amor y Paz. Con el juicio, la fundación se derrumbó. Incluso perdimos la propiedad de este teatro. Ahora rentamos. Se acabó todo.
“La iglesia no me paga, yo trabajo ad honorem”
Para el pastor Giménez, los noventa culminaron solo con sufrimiento. No podía salir a ningún sitio en donde no recibiera miradas o críticas. Perdió todas sus propiedades y cientos de miles de adeptos. Dejó el canal de televisión y desapareció de la radio secular. “Me dediqué a mi iglesia”, asegura.
Aún con todos los golpes, el pastor calcula ganar poco más de 1000 dólares al mes únicamente de conferencias evangélicas que imparte en el extranjero y la venta de sus 12 libros. “No están en librerías, pero en mis charlas se venden muy bien”, explica.
Dice que viaja una o dos veces cada tres meses a otros países donde todo está cubierto. “La última vez visité España, hace menos de un mes”, cuenta. Además, vendo mis libros, que en los seminarios me compran todo el tiempo”, asegura.
“Si se hablaba de un pastor, era de él”
El pastor Norberto Saracco ve con escepticismo el actual negocio de Giménez. Él es miembro y fundador del Consejo de Pastores de la Ciudad de Buenos Aires y recuerda perfectamente el momento de auge de Giménez. “Si se hablaba de un pastor, era de él. Pero hoy en día está totalmente al margen de lo que pasa en la Iglesia Evangélica. Hace años que no escucho nada de él. No creo que tenga tantas charlas”, explica Saracco.
Según Saracco, después de los escándalos en los que Giménez estuvo involucrado, el Consejo redactó una carta en la que se separaba del pastor de la Cumbre Mundial de los Milagros. “Casi fue como que lo hubiéramos excomulgado de la institución argentina”, dice Saracco. Giménez da su visión.
- ¿Usted recibe un salario de su trabajo en la iglesia?
- Acá la iglesia no me paga. Yo trabajo ad honorem.
- ¿El resto de los pastores también hacen todo ad honorem?
- Todos. Por ejemplo, el pastor Adrián es camillero en el hospital Ramos. Toda la plata que recibimos va a la iglesia.
Para mantener la iglesia, el pastor explica que se calculan los gastos de un mes y se dividen entre los 3000 feligreses. Aseguran que hay 45 templos y 30 pastores que aún permanecen en aquella iglesia. “El dinero se administra por un consejo, yo ni siquiera sé como se distribuye”, asegura Giménez. Saracco dijo que “hay certezas de que no había un buen manejo del dinero”.
- ¿Dónde vive ahora?
- En Pilar, en un barrio cerrado.
- ¿Cómo compró la vivienda?
- La compré hace 10 años. Vos pensá que a pesar de todo lo que me hicieron, yo sigo de pie. La gente quiere saber cómo lo hice. Doy conferencias de cómo rescatar iglesias. A la gente le gusta mucho.
- ¿Qué pasa con el voto evangelista en la Argentina?
- Cada vez los políticos se están avivando más con el voto evangelista.
- ¿Y para las próximas elecciones se han acercado a ustedes?
- En el interior y provincia de Buenos Aires hay candidatos que son miembros de nuestra iglesia. Ya sea con el Frente de Todos o con otros. Por ejemplo, ahora hay una pastora en Córdoba que está juntando multitudes. Ella se va a postular, se llama Alejandra Páez.
- ¿Sigue manteniendo lazos con Crónica?
- Sí, ya no es más como antes, pero siempre tengo una puerta abierta.
- ¿No quiere volver a hacer programas?
- Estoy pensando en hacer algo, pero más en un canal abierto. En el canal 2 de La Plata, América 2.
- ¿Sería parecido a lo que hacía?
- No, estoy pensando en algo como “el pastor del pueblo”. Ir a los lugares donde están los adictos a las drogas, donde está la gente enferma. Quiero que nos filmen ayudándolos.
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