Del aparador de la abuela a la moda actual: la revancha de un objeto impensado
En un mundo saturado de virtualidad y ávido de materiales artesanales, regresa el clásico cristal de Murano, fabricado por siglos en la pequeña isla de la laguna de Venecia
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Lo que ocurre en Murano se queda en Murano. El gracioso aforismo sobre la ciudad de Las Vegas también parecía aplicarse a los secretos que Murano protegió celosamente desde fines del siglo XI, cuando el gobierno de “La Serenísima República de Venecia” ordenó que los hornos de cristalería y los propios artesanos del vidrio fueran trasladados del centro de la ciudad hasta esa minúscula isla en medio de la laguna veneciana.
Pensada para proteger el centro de Venecia de un posible incendio causado por los hornos de vidrio, la ley también protegía los arcanos secretos del arte de soplar vidrio, que implica manipular mineral de arena fundido a temperaturas de entre 1000 y 1500 grados Celsius, al que se le agregan elementos como el cobalto y láminas de oro para lograr colores vívidos y un acabado brillante.
El nombre de “cristal de Murano” abarca varios estilos y técnicas, entre ellas el millefiori, con su característico patrón floral psicodélico, y la filigrana, una técnica desarrollada en el siglo XVI que intercala hilos de cristal de diversos colores para crear piezas con un delicado patrón de rayas.
Más de siete siglos después, las piezas de cristal de Murano genuino siguen siendo muy exclusivas, al menos nominalmente. Así como el único vino espumante que puede ser formalmente considerado champagne es el que proviene de la región homónima de Francia, una pieza de cristal de Murano solo puede ser llamada así cuando fue fabricada en ese islote veneciano.
El nombre de “cristal de Murano” abarca varios estilos y técnicas, entre ellas el millefiori, con su característico patrón floral psicodélico, y la filigrana, una técnica desarrollada en el siglo XVI que intercala hilos de cristal de diversos colores para crear piezas con un delicado patrón de rayas.
“Murano se convirtió en una especie de adjetivo, porque es usado muy ampliamente para referirse a casi cualquier cosa de vidrio que sea muy colorida”, dice Sara Blumberg, marchand experta en vidrio veneciano de la ciudad de Nueva York. “Tal vez ahora esté cambiando, pero en general la gente termina relacionando esa palabra con los ceniceros y payasitos de vidrio que se ven en los puestos de souvenirs de la estación de trenes de Venecia.”
Por el contrario, para diseñadoras como Brett Heyman, fundadora de la línea de accesorios Edie Parker, parte del atractivo de la cristalería de Murano es precisamente esa conexión con las regalerías y puestos de souvenirs.
Vajilla con aura
“Murano es kitsch”, dice Heyman, una neoyorquina de 41 años cuya colección de candelabros antiguos de cristal de Murano decorados con frutas de cristal la inspiró a crear pipas de cristal con forma de plátanos, naranjas y uvas para su línea de accesorios para fumar, Flower by Edie Parker. “Tiene el aura, el peso de ser algo muy italiano y muy importante, pero después, como ocurre con Venecia en general, también es algo un poco kitsch, como si fuera Disneylandia en su mejor versión.”
Las piezas inspiradas en Murano que hace la diseñadora Susan Korn para la línea de accesorios Susan Alexandra también está a medio camino entre lo exclusivo y lo básico. Hace poco empezó a vender vasos y platos multicolores, decorados con aplicaciones de ondulantes flores de vidrio soplado, labios y caras que guiñan el ojo, todo hecho de vidrio.
“Murano eran esas cosas finas que coleccionaba mi abuela en el cristalero del comedor”, dice Korn. “Yo quise que mis piezas fueran exageradas pero al mismo tiempo vivibles, utilizables.”
Las piezas de Korn combinan un estilo de vajilla hogareña inspirada en Murano con una estética de escuela de arte excéntrica que también podría describir la obra de Toshie Adachi, de 46 años, un artista de Tokio cuyas piezas de vidrio tienen patrones de viñetas, cuadrículas y lunares. Sus piezas se inspiran parcialmente en el murrine, una técnica de Murano que consiste en crear patrones e imágenes dentro de una vara de vidrio, que solo se revelan cuando la vara es cortada transversalmente.
La esencia de Murano también es patente en el trabajo de Breanna Box, de 28 años, y Peter Dupont, de 26, fundadores de la línea de cristalería Heven. Box y Dupont lanzaron su línea a principios de 2021, cuando vivían en Londres, y actualmente trabajan en Brooklyn Glass, un taller en el barrio neoyorquino de Gowanus. Sus piezas, como las esculturas de vidrio realizadas por Salvador Dalí, son al mismo tiempo blandas y majestuosas, con patrones y colores que recuerdan el Murano genuino.
Otra vez niños
Box, Dupont y Adachi no trabajan con cristal de Murano verdadero, pero otros artistas, como Gennaro Pepe, de 61 años, vienen trabajando con vidrio genuino desde hace décadas, y hoy descubren que su arte tiene un público renovado. Pepe vive en España y le compra el cristal de Murano a Carlo Moretti, una empresa de Venecia. Con ese vidrio fabrica lámparas y algunos de los colgantes, anillos y aros de cristal traslúcido que comercializan las marcas Maryam Nassir Zadeh y Gimaguas.
Dalya Benor, de 30 años, escritora y joyera de Los Ángeles, atribuye el interés actual del mundo de la moda por la cristalería de Murano a una tendencia más amplia hacia las cosas hechas a mano. “Creo que hay un retorno generalizado hacia lo artesanal y todo lo hecho a mano”, dice Benor.
“El vidrio está de moda y es tendencia, y hay toda una nueva generación de personas que quieren aprender el oficio”, dice Pepe, que se inició en 1993.
Cristaseya, una marca parisina de ropa y diseño de interiores, incluye cristalería de Murano como parte de su colección desde 2015. La colección actual incluye vasos con aplicaciones de vidrio que parecen pequeños champiñones emergiendo del bosque. “Al sostenerlo en la mano, la sensación es muy orgánica”, dice Cristina Casini, de 49 años, fundadora de Cristaseya, sobre esas piezas de vidrio soplado que se fabrican manualmente en Italia.
Dalya Benor, de 30 años, escritora y joyera de Los Ángeles, atribuye el interés actual del mundo de la moda por la cristalería de Murano a una tendencia más amplia hacia las cosas hechas a mano. “Creo que hay un retorno generalizado hacia lo artesanal y todo lo hecho a mano”, dice Benor. “La estética de lo desparejo y lo mal combinado tuvo un impacto enorme, y creo que la joyería sigue esa tendencia”.
Las ventas de productos de cristal de Murano en la categoría de relojes y joyas aumentaron casi un 200% desde el año pasado
Benor se inició en joyería en 2020, comenzó a tomar clases de fabricación de vidrio en enero de 2021, y apenas seis meses después presentó su marca de joyas, Tutti Bene. En sus joyas, además de usar las piezas de vidrio que fabrica, Benor también incluye cuentas de vidrio de Murano que busca por Instagram o compra por eBay, así como cuentas de vidrio checo y cristales de Swarovski.
Pero Benor no es la única que pasa rastrillo en Internet en busca de cristales de Murano. Según Tirath Kamdar, gerente general de productos de lujo de la empresa eBay, las ventas de productos de cristal de Murano en la categoría de relojes y joyas aumentaron casi un 200% desde el año pasado. En la empresa de comercialización online 1stdibs ocurrió algo parecido: las ventas de piezas de cristal de Murano aumentaron un 35% con respecto al año pasado, dice Tony Fruend, director editorial de esa empresa de productos de lujo y antigüedades en línea.
Fruend atribuye el renovado interés que despiertan las piezas antiguas de cristal de Murano al deseo de la gente de vivir en un entorno cálido, decorado con objetos hechos a mano. Alessandra Baldereschi, de 46 años, que diseña cristalería “inspirada en los grandes maestros de Murano” para Ichendorf Milano, un estudio de Milán, tiene otra explicación para el creciente interés por el estilo Murano, justo después de dos años tan difíciles. “Te hace sentir un niño otra vez.”
Traducción de Jaime Arrambide
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