Enamorarse le dio la oportunidad de replantear su vida, dejar Argentina y desafiar su talento en España; en el camino, se enriqueció, renovó su fe, y hoy apuesta por ambos países
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En 2018, Iván Frutos decidió dejar todo para empezar de cero en España. Aunque, como suele decir, “de cero” tal vez sea una expresión extrema, en definitiva, él contaba con herramientas, contactos y ciertos ahorros para emprender semejante aventura. Irse, significaba alejarse de sus amigos y familia, sí, pero tenerlos era una fortuna que le recordaba que, sin importar en qué parte del mundo estuviera, él era querido.
Aun así, aquel aspecto de “patear el tablero” no fue sencillo. La familia se resistía a comprender sus motivaciones, en especial, porque su negocio en el rubro de la gastronomía, en Buenos Aires, era exitoso. Junto a su hermano, hacían catering para diversas embajadas, así como aerolíneas, y en apariencia, no había razones para emigrar. Sin embargo, Iván se había enamorado de un compañero de trabajo que regresaba a España y lo motivaba a ir tras nuevos horizontes, algo que la familia no comprendía del todo.
“Decidí dejar la comodidad incómoda, apostar por Barcelona, por este amor, pero, sobre todo, apostar por mí”, asegura Iván hoy, al recordar aquellos tiempos. “También decidí anotarme en un máster en Comunicación Gastronómica, que fue en realidad un poco una excusa para emigrar y una excusa para los demás: uno muchas veces tiene la presión de los padres; yo necesitaba justificarlo ante ellos, porque no entendían: primero que el hijo se vaya con un hombre, pero también que deje toda esta comodidad de tener un departamento para él, un negocio próspero, para irse a otro lado del mundo a volver a empezar”.
“No lo tomaron bien al comienzo, pero de a poco lo fueron aceptando, como la vida misma: aceptar lo que la vida nos trae y lo que los otros deciden; entender que cada uno es responsable de sus propias decisiones”.
España y la igualdad: “De donde yo vengo el clasismo está muy marcado”
Desde el avión, Iván observó cómo Buenos Aires quedaba atrás, más lejos aún, quedaban su familia, varios amigos y su provincia de origen, Santa Fe. Atrás dejaba a una empresa y una vida construida con esfuerzo, en la que supo conquistar espacios y formar parte del circuito de hoteles de lujo, todas experiencias que le habían obsequiado recursos y contactos.
Pisó Barcelona con 33 años, algunas emociones desbordantes, aunque con bastantes certezas. Allí lo recibió su pareja y, de inmediato, inició los estudios, así como una práctica en un hotel restaurante con tres estrellas Michelin.
Para Iván, el primer impacto positivo fue la buena recepción de la gente, una experiencia que se replicó tres años después en Madrid: “Tenemos lazos culturales que se asemejan a nuestros hábitos diarios, aunque sí encuentro que España es un pueblo un poco más cívico, con mayor educación, pero bueno, esto se debe a que hay mayor igualdad. También veo menos clasismo. Por lo menos, de donde yo vengo, el clasismo está muy marcado, lo que me ha provocado muchas crisis. Acá una cajera de supermercado y un médico, ante los ojos de la sociedad, son casi lo mismo. En Argentina no es tan así, desde mi punto de vista, por supuesto”.
“Tal vez acá hay más protocolos para todo, menos espontaneidad, pero, aun así, siento que estoy en casa”.
Trabajo y calidad de vida: “Ahora pago los impuestos con gusto y agradecimiento, aunque cueste”
Con base en Barcelona y tras completar sus prácticas, Iván comenzó a organizar eventos enfocados en la gastronomía por toda España, una experiencia que lo conectó con su expertise y le abrió nuevas puertas.
Tras tres años en tierra catalana, decidió cambiar de rumbo e instalarse en Madrid. Allí montó una empresa que no prosperó, pero que sirvió de puente para estudiar coaching empresarial, a fin de humanizar una industria que, por momentos, sentía un tanto desalmada.
“Hoy acompañamos en mi empresa a líderes para transformar esta industria, ya que necesitamos más escucha, empatía, agradecimiento, foco y tanto más. Es algo necesario porque tanto en España como en otros destinos, las personas ya no eligen el rubro, prefieren irse a otras empresas donde se paga más y trabajan menos horas que en un restaurante, por ejemplo”.
Al igual que en Argentina, en Madrid Iván regresó también a las aulas para enseñar, dentro de una escuela del Grupo Planeta, en donde dicta un máster en Innovación Gastronómica. En una alianza con Reino Unido, por otro lado, el argentino se involucró en cuestiones de salud mental, a través de la fundación The Burnt Chef Project: “La intención es darle visibilidad a esta problemática a la que esta industria muchas veces te empuja”, explica Iván, quien también forma parte de la fundación Make a Wish, en las sedes de Argentina y España.
“Tanto en Barcelona como en Madrid me sentí siempre muy bien recibido. España es un país muy generoso, aunque al ser autónomo es un desafío por los impuestos, que son bastantes altos. Pero lo cierto es que lo vemos reflejado en los servicios públicos, en la salud, en la educación, en fin, en que la cosa funcione. Esto me llevó a tener un cambio de mentalidad. He tenido una intervención quirúrgica y ha sido de lujo. Ahora pago los impuestos con gusto y agradecimiento, aunque cueste”.
De regresos y aprendizajes: “Es extraña la sensación…”
Cinco años atrás, Iván decidió dejar en la Argentina aquella identidad que sentía que ya no le pertenecía. Una identidad construida por mandatos, pero también por propias creencias, limitadas a sus propias dudas, inseguridades y su cosmovisión del mundo. En España halló el abrazo de bienvenida que buscaba, donde la tolerancia y la empatía brillaron como nunca antes.
Para Iván, los regresos a la Argentina traen consigo emociones encontradas, muchos sentimientos de amor, agradecimiento y orgullo, mezclados con un impulso casi inevitable de realizar comparaciones, algo que hoy trata de evitar a toda costa: “Al comienzo cometía mucho ese error, esa cosa innata que traemos de la comparación”.
“Lo cierto es que todo tiene sus cosas a favor y otras que no tanto. Cuando regreso, agradezco vivir en España, ante todo, porque siempre ha sido para mí un gran aprendizaje vivir aquí. Crecer desde el interior fue una gran maestría: he crecido profesionalmente, pero más lo hice desde mi ser”, reflexiona. “También he profundizado mi fe. Soy un católico practicante y asisto a una iglesia donde soy muy bien recibido y donde formo parte de esa comunidad”.
“Pero sin dudas, cuando regreso, lo más importante son mis lazos afectivos. También hay muchos recursos y personas que busco en Argentina para mi trabajo y mi vida. Allí está mi correctora, mi psicóloga, mi diseñadora gráfica, actualmente estoy tomando un curso en el ITBA. Yo siento mucho agradecimiento por mi patria. Es extraña la sensación, por momentos, uno se avergüenza de ser argentino (sucede que a veces no somos tan tan educados, me incluyo…), pero al mismo tiempo siento un gran orgullo de ser argentino, por la cultura de mi país, por la gracia y la espontaneidad que tenemos”.
“Esta experiencia de vida me enseñó a poner foco en lo que es importante, aprendí a decir que no, a priorizar y priorizarme en las decisiones que tomo, siempre teniendo en cuenta mi sentido de vida, mis valores, mis propósitos profesionales y mis vínculos afectivos”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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