Llegó sin saber nada de la Argentina, esperaba una calidez que no encontró, sufrió avivadas de las que aprendió y no imaginó que terminaría viviendo en el país.
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“¿Qué hacés viviendo en la Argentina?” Cuando la estadounidense, Nicole Felter, escucha una y otra vez la misma pregunta, con algo de verdad y esa enorme cuota de humor que la caracteriza, responde: “Yo me pregunto lo mismo”.
¿España o Buenos Aires?
Desde que tenía seis semanas de vida y hasta los 13 años, Nicole creció junto a una niñera oriunda de Puerto Rico, una influencia que le marcó profundamente su vida. Mientras los años pasaban, su fascinación por la cultura latina aumentaba día a día, así como su curiosidad por ver el mundo.
Criada en un pueblo de apenas mil personas en el Estado de Nueva York, su espíritu curioso resultaba algo extraño: “La mayoría de la gente ahí no se va y nunca ha viajado. Y el lugar tiene todas las características de `pueblo chico, infierno grande´”.
Pero Nicole no veía la hora de desplegar sus alas y conocer aquel atractivo mundo latino del que tanto había escuchado. Fue así que, cuando llegó a la universidad para estudiar relaciones internacionales con orientación en estudios latinoamericanos, comenzó a buscar la posibilidad de realizar un intercambio a Puerto Rico, algo que finalmente no pudo ser.
“A España o a Buenos Aires”, le sugirieron sus profesores, y como una compañera había elegido España y ella quería vivir su propia experiencia, la capital argentina fue la elegida.
Los primeros impactos en Buenos Aires: ¿Búsqueda implacable?
Antes de su partida, Nicole decidió no investigar absolutamente nada. Por aquellos días tuvo que rendir un examen acerca de la Argentina y no pudo siquiera contestar quién estaba en la presidencia: “Me pusieron una mala calificación, ¡claro!”. Incluso le habían regalado un libro, que no abrió hasta su llegada al suelo porteño, un lugar que la recibió con un pico de nervios generado por la incertidumbre.
“No sabía lo que me aguardaba y de pronto me asusté”, revela. “En Ezeiza me esperaba el tipo del intercambio con un cartel con mi nombre y primero me dijo que nos íbamos a su departamento para completar unos papeles. En el auto me pregunté si me había subido con la persona correcta, empecé a imaginarme toda la escena de Taken (Búsqueda implacable), ¡¿Viste la película?!, así, tal cual, fue lo que pensé que iba a pasar y me desesperé. Esa fue mi primera experiencia en suelo argentino”, cuenta la joven entre risas.
Al llegar a la vivienda de su familia adoptiva, compuesta por una pareja mayor, arribó su segundo impacto: “¡Creía que manejaba el español y me di cuenta de que no sabía absolutamente nada! No tenía idea de cómo hablarles, fue muy duro”.
“Los argentinos no son tan cálidos como en otros países latinos”
Los primeros tiempos fueron algo decepcionantes; sin dudas, por aquel entonces la joven estadounidense jamás hubiera imaginado que la Argentina se transformaría en su nuevo hogar en un futuro no tan lejano: “Para mí, los argentinos, más precisamente los porteños, no son tan cálidos como en otros países latinos, aunque sí muy amables”, lanza Nicole, sin dudarlo.
Aún recuerda aquella vez, cuando la invitaron a su primer asado. ¡Estaba feliz! ¡Por fin haría amigos! Lo pasó bien, entre conversaciones olvidables, hablaron de volverse a ver pronto, pero jamás la volvieron a llamar, algo que no esperaba.
“En los años que llevo acá, no vi tanto eso de la calidez latina. Me sorprendió. De hecho, considero que el argentino es bastante cerrado. Es decir, está todo bien, son relajados, buena onda, muy divertidos y considerados en la mesa, pero es como que se construye una amistad para la ocasión, efímera, pero realmente integrarte no siento que lo hagan, se cierran mucho en sus amistades que traen de la vida, al menos en el ambiente que frecuenté al comienzo. La única razón por la que formé buenas amistades años después fue gracias al trabajo y al amor”.
“Sentía que tenía más oportunidades en Buenos Aires que en Estados Unidos”
El amor fue lo que cambió su destino. A Santiago lo conoció en la universidad (UCA) y, al mes de su llegada de intercambio, ya estaban de novios. Pero como todo, el período argentino de Nicole llegó a su fin, y comenzaron las idas y vueltas, los cortes y reconciliaciones, todos ingredientes clásicos de quien intenta mantener una relación a larga distancia.
“Al final, decidí mudarme a la Argentina. No me quería trasladar de mi pueblo a Washington u otra gran ciudad norteamericana”, cuenta Nicole. “Con mis estudios y orientación, sentía que tenía más oportunidades en Buenos Aires, que en Estados Unidos”.
Una extranjera bien vista por su origen y la dificultad de lidiar con la inestabilidad
Nicole ya no era una visitante en Argentina, ahora formaba parte de una sociedad en la que se sintió cada día más aceptada, aunque siempre cuestionada por su elección de país.
En su primera estadía, la joven había quedado sorprendida por el aspecto de las personas. Creyó que llegaría a una escenografía “más latina”, como en los cuentos de su niñera, y la imagen de lo que siempre había creído de los suelos sureños: Buenos Aires no se había presentado así.
“Me encontré con una sociedad muy blanca y, por eso, creo que soy más bienvenida. Soy una extranjera, pero una extranjera `bien vista´. Vengo de un país que consideran desarrollado, entonces siento que me aprueban por ser blanca, hablar español, y venir de Estados Unidos”.
“Lo que me sorprende mucho es la actitud del argentino hacia las cosas. A mí me cuesta la inestabilidad, me impactan las propagandas de los supermercados anunciando `¡tres meses de precios que no se cambian!´, ¡¿Qué?! En Estados Unidos decís eso y es una locura. No entiendo la inflación”.
“Creo que es la misma inestabilidad lo que hace que el argentino disfrute entonces del día a día, del momento, de estar presente en sus vínculos. La cena larga y todo eso me costó al principio y ahora, cuando voy a mi país, me cuesta que todo sea tan rápido”, confiesa a carcajadas.
El amor de Argentina por los niños y aprender a defenderse de las “avivadas”
Para Nicole, el choque cultural no siempre fue sencillo de afrontar, sin embargo, todo cobró un nuevo color cuando le dio la bienvenida a su hijo al mundo. En su nuevo rol, la joven estadounidense reveló un nuevo aspecto social de su país adoptivo.
“¡Me encanta la Argentina en ese sentido! ¡Cómo las personas socializan con los chicos, el amor que le tienen a los niños! Es increíble cómo te reciben en un restaurante, cómo son considerados y queridos, lejos de ser vistos como una molestia”.
Fue así que, con los años y una familia conformada, Nicole también aprendió a sortear otras dificultades que había tenido al comienzo, como aquella vez cuando un taxista le dijo que no tenía cambio de cien (su viaje había costado 60) y, finalmente, se quedó con su vuelto: “Le creí, no sabía qué hacer y le dije que se lo quede”.
“Hoy ya no me pasan esas cosas”, ríe. “Cuando me dicen eso, aprendí a defenderme, les digo que ya sé que tienen cambio, que si no me bajo sin pagar y ¡listo! ¡Como por arte de magia aparece el vuelto! Realmente pelearme con los servicios y las avivadas argentinas es algo que me costó mucho, al igual que entender por qué hay veinticinco canales hablando de política, algo que se traslada a la mesa: ¿Dónde quedó eso de que de política y religión no se habla?”
Adaptarse para no estresarse y la sinceridad argentina: “En EE.UU. somos políticamente correctos”
Lo que Nicole descubrió casi de inmediato, es que en Argentina ella vivía en una “burbuja”, supo que era afortunada, algo que la ayudó a alcanzar una buena calidad de vida y le facilitó su salida laboral.
Sin embargo, sensible y ocupada en temas de pobreza, la fragmentación social fue algo que a la joven la inquietó desde el comienzo: “Argentina es difícil en relación a las oportunidades. Cuando me preguntan si conviene vivir acá, no lo recomiendo, al menos no sin un buen plan. Si no venís con trabajo, hablás el idioma y tenés DNI, es complicado. Eso sí, Argentina te presenta una gran oportunidad para aprender otros aspectos de la vida”.
“En lo personal, con mi trabajo tengo una excelente experiencia. Son buenas personas los argentinos...”, dice pensativa. “Una vez me dijeron que son queridos en todos los países, en el mundo laboral, porque son adaptables, ¡es verdad!, y creo que es inevitable, es una consecuencia de la incertidumbre en la que se vive”.
“Veo muchas noticias, me considero bastante al día en muchos aspectos, estoy argentinizada”, continúa. “Cuando uno no está acostumbrado a ello, genera mucha ansiedad la incertidumbre, entonces, o te adaptás o tenés que irte, no se puede vivir estresado”.
“Algo que rescato hoy enormemente es la sinceridad del argentino, en Estados Unidos somos políticamente correctos. Una vez me dijeron: ¿si no querías saber para qué me preguntaste?”, dice Nicole, entre risas constantes. “Eso sí, lo que llegué a odiar es... ¿Viste cuando te dicen `tenemos que vernos, hacer tal cosa, o tal otra´? ¡Es solo un decir para quedar bien! Ya aprendí...”
“En Argentina hay gente que vive en una burbuja que no aprecia lo que tiene”
Ante el interrogante de qué hace en Argentina, Nicole cree que seguirá respondiendo: “Me pregunto lo mismo”, aunque en el fondo sepa que la culpa la tiene el amor.
Como la mayoría de los extranjeros, a lo largo de sus años argentinos, se enamoró del mate, el asado, el vino y las salidas hasta tarde. Y, aun así, para ella es inevitable vivir su fortuna con cierta aflicción: “En Argentina hay gente muy afortunada que vive en una burbuja, ciertos círculos, y no aprecia lo que tiene, que no es poco, y me impacta”, sentencia.
“Pero, a su vez, lo mismo que impacta, enseña”, continúa. “En Argentina aprendí a ser más flexible, porque todo cambia todo el tiempo. Es un país que te empuja a vivir a corto plazo”.
“También aprendí a no tener tanto apuro, estar más relajada con el tiempo. ¡Cuando vuelvo a Estados Unidos tengo que volver a recordar que ahí las cosas no son tan lentas! Aprendí a estar más atenta, por la inseguridad y ciertas avivadas. ¡Aprendí a alzar mi voz para defenderme!”
“Sin dudas, aprendí a vivir lejos de la familia, que es muy difícil, y a buscar la familia de corazón. Cuando estoy acá extraño mi país, y cuando estoy en mi país, extraño Argentina”.
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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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