Como geóloga del petróleo se fue por seis meses a una ciudad para ampliar sus conocimientos, pero un giro inesperado cambió sus planes.
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Para Cecilia, renunciar a YPF y despedirse de Argentina no fue fácil. Hacía nueve años que trabajaba allí, tenía un muy buen puesto y disfrutaba de lo que hacía. Por otro lado, amaba a su Córdoba natal, con sus paisajes, comidas, familia y amigos.
“Me voy seis meses y vuelvo”, se dijo, dejándose llevar por su fuerte deseo de realizar un posgrado relacionado a su profesión. Como geóloga del petróleo, había investigado la posibilidad de hacerlo en el país, pero no había hallado muchas opciones y, en general, en el mundo hispano tampoco. Entonces amplió su visión y posó su mirada en una tierra fascinante, Australia.
Corrían los primeros días del año 2020, cuando Cecilia abordó un avión rumbo a Adelaida, su destino final. La ansiedad y una emoción extrema se apoderaron de ella, aun sabiendo que su viaje tenía un principio y un fin. Lo que Cecilia no sabía era que una pandemia aguardaba a la vuelta de la esquina para cambiar sus planes de manera inesperada.
La llegada a Adelaida, un lugar en el mundo elegante y amable: “Es como estar en una película, todo se ve perfecto en la ciudad”
Desconociendo lo que se avecinaba, aquella ansiedad comenzó a diluirse casi de inmediato. Apenas pisó Adelaida, Cecilia quedó maravillada ante la belleza de la ciudad, una urbe relativamente pequeña, elegante, con sus calles arboladas y parques de estilo victoriano.
Al ingresar a la universidad su sorpresa fue mayor aún, la recepción resultó amena, se asombró ante la amabilidad de la gente y la excelencia de la institución, que se iría manifestando en todo su esplendor con el paso de las semanas: “Mi llegada fue espectacular”, asegura.
“Es como estar en una película, todo se ve perfecto en la ciudad, el pasto del parque parece que tiene un filtro de Instagram”, dice sonriente. “La gente acá es muy parecida a los cordobeses de las sierras, disfrutamos mucho la vida al aire libre, la naturaleza, el tiempo de ocio”, continúa.
“Algo negativo acá es el clima, en invierno llueve seguido y hace mucho frío. Me llamó la atención que las casas no están adecuadas a las bajas temperaturas y se ahorra muchísimo en electricidad (paso más frío acá que cuando vivía en Comodoro Rivadavia). En algunos barrios no existe el alumbrado público, caminás de noche y está todo oscuro. Creo que es una cuestión de que la gente está acostumbrada a ahorrar, ya que el precio de la electricidad es elevado”.
Una pandemia y la imposibilidad de volver a la Argentina: “Por mi edad y por el estudio que hice acá no me permitían postularme a ninguna visa de trabajo”
Los estudios fluían exitosos y las amistades se habían forjado cuando la noticia sacudió al mundo. De pronto, la enorme isla cerró sus fronteras y la incertidumbre se apoderó de ella. Tal vez, se dijo Cecilia, las restricciones acabarían pronto, un pensamiento que tuvo que hacer a un lado con el paso del tiempo. Los seis meses estaban llegando a su fin, así como su presupuesto acotado para aquel período. Sin vuelos a la Argentina, la única opción parecía ser quedarse y rogar por la aparición de una oportunidad que le permitiera subsistir en Australia.
“Las posibilidades eran limitadas ya que por mi edad y por el estudio que hice acá no me permitían postularme a ninguna visa de trabajo. Así que decidí buscar becas para un doctorado”, cuenta Cecilia, de 36 años.
Se presentó para cinco proyectos diferentes. Durante julio de 2020 la llamaron para algunas entrevistas y, para su sorpresa, en septiembre le confirmaron que había quedado en un proyecto cofinanciado con la universidad de Adelaida y Santos (una petrolera australiana con sede en varias ciudades): “Así pasé de planificar estudiar por seis meses a tener visa y beca de estudios hasta el 2025″.
Trabajo, seguridad, calidad de vida e inflación: “Los aumentos fueron de centavos”
Un nuevo camino se abrió ante Cecilia y con ello otra visión de la ciudad. En su renovada rutina en Adelaida, descubrió a una sociedad llena de oportunidades, a pesar de la pandemia. Todo aquel que estuviera calificado y dispuesto a trabajar, podía hallar su espacio.
Pronto se acomodó a sus nuevos horarios, y comenzó a disfrutar del ritmo distendido de un suelo con una distinguida calidad de vida: “La infraestructura de la ciudad y la cercanía a la playa hacen que uno pueda tener un buen balance entre el trabajo y el tiempo libre. Me llamó la atención que el horario de trabajo se respeta a rajatabla, si tu turno termina a las 14, tenés que dejar de trabajar a las 14″, afirma Cecilia.
“Además, creo que se vive sin muchas preocupaciones, si tenés un empleo vivís bien, no hay inseguridad. Cuando recién llegué no había inflación, este último mes hubo aumentos en los alimentos, pero creo que es una cuestión medio global. Cabe aclarar que los aumentos fueron de centavos. Respecto a la calidad humana, la gente es muy amable, hay muchos latinos. En general la experiencia es positiva”.
La vida inesperada, abrazar a la abuela y el caballo, y aprender: “El futuro es impredecible”
“Son solo seis meses”, pensó Cecilia los primeros días del 2020, en aquella dimensión lejana, cuando aún estaba en suelo argentino e ignoraba que el mundo entero estaría a punto de paralizarse, dejándola aislada en una tierra foránea que, por fuerza mayor, dejaría de ser transitoria.
Para Cecilia, el tiempo vuela, sin dudas y, a pesar de que ya nada le impide regresar a su nación, hoy elige quedarse y seguir explorando en Australia el universo fascinante de la geología.
El calendario le señala que al año 2022 le quedan tan solo cuatro meses. Los aprendizajes, en el medio, han sido innumerables. El principal, que los planes son tan solo eso, planes, que la vida tiene sus giros inesperados que conducen hacia destinos que pueden abrir puertas a futuros brillantes y experiencias enriquecedoras.
“Volví de vacaciones a ver a mis padres por un par de semanas. Llegué el 25 de julio pasado. No fue una fecha casual, resulta que la universidad nos mandó a un grupo de estudiantes a un congreso en Hawaii, el lugar soñado de cualquier geólogo. En el congreso di una presentación de los resultados de mi proyecto de doctorado. Aproveché que iba a estar en territorio estadounidense, volé desde Kona (Hawaii) a Los Ángeles, visité a mis primos allí, y luego volé a Buenos Aires. Fue hermoso, necesitaba abrazar a mi abuelita y a mi caballo”, explica emocionada.
“Pasar la pandemia tan lejos de mi familia fue durísimo, pero aprendí que el futuro es impredecible. Aprendí a tener fe en que, si uno hace las cosas bien, el resultado siempre es bueno. Pero también aprendí que sin apoyo todo se vuelve más complejo; el apoyo de mi familia y mis amigos siempre fue muy importante para avanzar por este camino”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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