Thomás Stieglitz y Agustina compraron un barco que bautizaron Bohemia, recorren desde hace meses las islas del Caribe y planean cruzar el Pacífico y seguir viaje a la Polinesia
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“Cuando me reciba me voy a dar la vuelta al mundo en barco”, le dijo Thomas a Agustina en su primera salida en una cervecería en Pilar. En su mente era un proyecto que venía componiendo desde hacía ya mucho tiempo, seguramente un poco difuso en cuanto a los detalles pero que desde hacía varios años lo había llevado tomar decisiones de manera muy consciente para llegar a estar hoy embarcados.
Puntualmente, el momento clave fue a principios de 2019, cuando estaba volando un avión privado desde la Argentina a Florida y en el descenso sobre Cuba, mirando las aguas transparentes del Caribe, le dijo a su compañero: “Llegó el momento, ahora vendo todo y me voy a navegar”.
Mucho antes de subirse a este barco, desde muy chico Thomás Stieglitz sabía que le gustaba la aventura y explorar, la vida en el agua y ser autosuficiente. Cuenta que se crio en el río, porque sus abuelos tienen una isla en el río Carapachay, y esperaba que llegase el fin de semana para salir del colegio y tomarse la lancha colectiva hasta la isla donde se convertía en salvaje por unos días. “Jugando en el monte, con machete en una mano y un remo en la otra, me acostumbré a estar siempre en el agua y a ingeniármelas. Luego estudié en la UBA para ser arquitecto y también piloto de avión pero siempre encontraba la excusa para levantarme de la clase e ir al río a hacer kite o navegar”, recuerda.
Por su parte, Agustina se crió en Benavidez rodeada de árboles, pájaros, flores y calles de tierra. Antes de sentarse a meditar le hablaba a los árboles que rodeaban su casa. Se formó como artista, estudió Bellas Artes, daba clases de arte y vendía sus obras. “Siempre tuve mucho contacto con la naturaleza, y la curiosidad de explorar nuevos lugares y culturas. Recuerdo que me repetía: ‘para que existe el mundo si no es para ser explorado’. Y así fue como emprendí mis primeros viajes como mochilera, hasta que conocí a Thomas. Ahora mi vida se basa en fusionar mis dos pasiones: el arte y los viajes”, explica.
Así las cosas, desde que tomaron la decisión hasta que se subieron al barco en enero 2020 pasaron apenas 5 meses. En ese tiempo vendieron y regalaron todo lo que tenían y tomaron un avión a Florida, Estados Unidos, donde los esperaba un Catalina 36, de 36 pies de eslora, 12 de manga y 6 de calado que además de barco, se transformó en su nueva casa flotante, con una cocina, un living, baño, dormitorio principal, mesa de navegación y hasta un dormitorio secundario.
“El sentimiento de adrenalina y tranquilidad de sentir que era lo que teníamos que hacer nos daba confianza de que era algo natural y orgánico y sentíamos que era simplemente el siguiente paso en nuestras vidas. Fueron muchísimas emociones encontradas entre despedidas de amigos y familia, aunque también fue muy enriquecedor. Cada asado, cada juntada o incluso salir a caminar por la vereda del barrio sabiendo que quizás a la vuelta todo sería igual pero muy distinto, lo vivimos de manera intensa y nos ayudó a estar agradecidos de todo lo que siempre nos rodeó, pero pocas veces le damos atención”, recuerda Thomas.
Llegaron a Florida el 1° de enero de 2020, cuando oficialmente empezó el viaje de “Bohemia”, como nombraron a su barco. La llegada de la pandemia y las restricciones al turismo los hizo permanecer trabajando en Estados Unidos, y durante el 2020 aprovecharon para conocer la costa de Florida, los cayos y sentirse cómodos en el barco, hasta que finalmente en febrero 2021 salieron al Caribe.
“Hasta ahora fue todo a pulmón, viviendo de ahorros y parando a trabajar en el camino. Este estilo de vida nos enseñó que hay que ser flexible y salir de la rutina para sobrevivir. Agus se reinventó artísticamente y ahora es Ilustradora infantil digital y además de ilustrar su primer libro abrió una tienda online en Etsy.com (BohemiaArtStore) donde vende sus prints digitales. Eso le permite trabajar de manera remota y sin dejar de canalizar su expresión artística. Yo empecé a dar clases de kitesurf, volví a dar instrucción de vuelo y trabajo freelance como piloto y también hacemos charters con el barco”, cuenta Thomas sobre la manera en que vienen financiando el viaje hasta ahora.
Así, durante el 2020 recorrieron los cayos de Florida y en febrero del 2021 cruzaron la corriente del golfo hasta Bahamas donde navegaron varios meses por sus islas deshabitadas. Luego siguieron hasta Turks and Caicos y la costa norte de República Dominicana y ahora mismo se encuentran en la costa sur de Puerto Rico donde planean quedarse un tiempo por la temporada de huracanes, ya que la isla tiene buenos lugares para protegerse de ellos.
Mientras tanto, con la intención de enseñar y compartir su experiencia, crearon un canal de YouTube que se llama elviajedebohemia, donde cada semana suben un episodio corto de 10 o 15 minutos sobre turismo y navegación, y transmiten algunos conocimientos de náutica.
“Gracias a otros navegantes que suben sus videos a la plataforma aprendimos mucho y queremos poder compartir nuestro sueño para que otros tomen fuerza y vivan el suyo”, cuenta Thomas. También tienen un perfil en Instagram @elviajedebohemia en donde comparten el día a día que les permite interactuar con sus seguidores.
“Tratamos de mostrar un fragmento de nuestra rutina diaria y ser sinceros. En las Bahamas pudimos compartir bastante de buceo, kitesurf y cómo vivimos a bordo. A veces lo más interesante son las cosas mundanas, como por ejemplo hacer las compras en una isla nueva y todas las situaciones que se terminan dando para que eso suceda. De a poco estamos preparando videos un poco más didácticos donde hablamos sobre el clima, la navegación y como preparamos el barco para cruzar un océano”, sigue Thomas.
¿Cuál es el plan de navegación para este año y el próximo?
Estos últimos meses fueron de puro aprendizaje tanto para conocernos entre nosotros como para conocer al barco, y el balance fue muy positivo. Viviendo a bordo se aprende a cuidar el agua, planificar las compras de alimento, racionar los recursos, y aun así vivimos en abundancia total. Decidimos que queremos ir por más y estamos hablando de un cruce oceánico. Esto no es cosa menor, requiere planificación, pero es algo que nos sentimos listos a afrontar para seguir creciendo. Queremos recorrer un poco más el Caribe y luego en enero 2022 se abre la ventana de clima para el cruce del océano Pacifico, donde nos espera ante nuestra proa un nuevo mundo: las islas Galápagos, la Polinesia Francesa, Oceanía y más allá. Un sueño que estamos viendo cómo hacerlo realidad.
¿Qué gastos fijos tienen a bordo?
Los costos fijos son bastante bajos, gastamos mayormente en comida, el combustible diesel para el motor es muy económico y planes celulares tanto para estar conectados como para trabajar. Somos muy austeros y tampoco tenemos mucho en que gastar. Cada tanto tenemos algún costo grande de mantenimiento, sea una vela nueva o algún imprevisto, pero por lo general si se hace una “prorrata” el gasto mensual es manejable.
Cuando estamos navegando se llega a un estado muy primitivo de supervivencia. Todos los problemas de la vida quedan en tierra y lo más importante es llegar al siguiente anclaje. Los sentidos se agudizan, la vida cobra el ritmo del mar y todos los que están a bordo trabajan con el mismo fin de llevar el barco para adelante.
¿Qué sensaciones tienen durante este tiempo de navegación?
Cuando estamos navegando se llega a un estado muy primitivo de supervivencia. Todos los problemas de la vida quedan en tierra y lo más importante es llegar al siguiente anclaje. Los sentidos se agudizan, la vida cobra el ritmo del mar y todos los que están a bordo trabajan con el mismo fin de llevar el barco para adelante. Se organizan guardias por las noches y durante un tiempo muy fugaz se vive en un micro universo rodeado de agua. El mar abierto es un lugar increíble, es un lugar inhóspito pero lleno de vida. Por las noches el agua se llena de bioluminiscencia y cuando bajas la guardia aparecen delfines en la proa. Aprendemos a respetar sin tener miedo porque no nos podemos dar el lujo de paralizarnos. Si se enreda una red de pesca en la hélice hay que tirarse al agua a cortarla por más que tengamos olas grandes, si se rompe la vela hay que cocerla porque el viento no se puede pausar. Aprendemos a seguir para adelante.
¿Más allá de la navegación, que otras actividades realizan durante el viaje?
Tratamos de aprovechar las oportunidades que se nos presentan en el camino, nos encanta alquilar una moto en una isla y explorar los caminos rurales. Hace poco en República Dominicana terminamos en una finca de cacao y entablamos una relación muy linda con sus dueños, tal es así que los invitamos a bordo al día siguiente. Cuando navegamos a mí me encanta pescar atunes y cuando se puede estoy aprendiendo a bucear en apnea con arpón. Agus practica yoga y meditación todas las mañanas antes de trabajar con sus ilustraciones y ambos estamos dedicando cada vez más tiempo y energías al Canal de YouTube.
¿Qué fue lo más difícil de tomar la decisión de irse?
No fue una decisión difícil sino más bien una decisión seria, pero totalmente orgánica y natural. Sentíamos que es lo que necesitábamos hacer, obviamente extrañamos a la familia y a los amigos, pero los amigos de verdad siempre van a estar cuando volvamos con el barco por el otro lado del mundo.
¿Qué mensaje le darías a aquellos que les gustaría hacer un viaje similar pero no se animan?
Mark Twain ya lo dijo mejor que yo “Dentro de 20 años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por aquellas que sí. Así que suelta amarras, Navega lejos de puerto seguro. Atrapa los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre” . Les diría que se animen, que se pregunten realmente qué es lo peor que les puede pasar y si realmente de pasar eso no serían más completos y valiosos como personas. El tiempo pasa y los sueños, sueños son si no los volvemos realidad.
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