"Dejá de gritar porque le hacés mal a tu bebé": la violencia obstétrica en primera persona
"Empecé con trabajo de parto a las 4:00 y estuve hasta las 10:00 en casa. Me bañé, caminé, estaba tranquila, con un dolor manejable. Al llegar al sanatorio me llevaron directo a la sala de partos porque no había cuartos, me inmovilizaron y metieron oxitocina sin decirme nada. A las dos horas estaba teniendo una cesárea". El relato de Camila Brailovsky refleja el de miles de mujeres que de manera rutinaria son aceleradas en su proceso natural de parto por falta de camas e intervenidas sin evidencia médica que lo justifique. Así llegó Renzo, el 18 de mayo del 2017. Horas antes, "la partera me hacía tactos super dolorosos a cada rato, en realidad me estaba desprendiendo la membrana -eso se enteró después-, me hizo dilatación manual y me rompió la bolsa aunque solo me dijo que estaba viendo qué dilatada estaba". A Camila la maltrataron verbalmente también, diciendo "se te cumplió el deseo de ir a cesárea", "dejá de gritar porque le hacés mal a tu bebé". Renzo, finalmente nació. "Si hubiera estado informada creo que muchas de estas cosas no me hubieran pasado, pero confié en los médicos". En el posparto, Camila cuenta que durante el primer mes se sentía "poco mujer" por no haber podido bancarse el dolor que implicaba un parto. "Con el tiempo entendí que no había sido responsabilidad mía".
"Me retaban por llorar o gritar". Esto le pasó a Rocío Chivello que dio a luz a Bautista el 10 de agosto del 2014. Al llegar a la guardia la llevaron a una sala, pero la mamá no pudo entrar como ella pidió, porque "solo se podía parejas", y Rocío era madre soltera. "Me pusieron oxitocina sin avisarme. Al rato me rompieron la bolsa con un palito porque el procedimiento era así y punto. En el quirófano, sola, me pusieron en una camilla y me ataron los pies con agarraderas de cuero bien alta en contra de la gravedad. En cada pujo gritaba muchísimo, me hicieron una episiotomía de 15 puntos, mientras me decían que si gritaba no iba a nacer mi bebe. Cuando asomó Bauti se lo llevaron, me dejaron por una hora sin él, en un pasillo, sola y con los puntos. Mi mama me alcanzó a mi hijo a la habitación y después la hicieron retirar. Yo pedí que se quede porque estaba dolorida, no sabía cambiar un pañal ni dar la teta y me dijeron que no de nuevo, que me tenía que quedar sola".
A Nazarena Peredo también la dejaron sola. "Me prohibieron el acompañamiento de mi pareja y eso me afectó muchísimo durante todo el parto. Cuando llegué a la guardia me rompieron bolsa, pusieron suero y me hicieron caminar de una sala a otra cuando ya no daba más de dolor. Cuando llegué a la sala de parto se me fueron las contracciones así que deje de pujar, aunque me decían que puje y que podía perjudicar a mi bebe si no lo hacía. En eso se me acalambró la cara y me asusté mucho. La partera llamó a un médico para que la ayude, y este me hizo una maniobra que está prohibida que es cuando te empujan la panza para abajo para hacer que nazca el bebe. Y sí, nació. Pero después del parto quedé muy angustiada, había idealizado otra cosa". Nazarena parió a Simón el 9 de febrero del 2017. Un año y tres meses después, todavía le duele hablar de su parto.
Sofía Cedron, que tuvo a Nehuen el 23 de agosto del 2011, había ido a hablar al hospital al octavo mes para dejar asentado que quería un parto respetado. El día esperado llegó con 9 de dilatación, bolsa rota, luego de hacer el trabajo junto a su pareja y una doula en su casa. "Cuando me ingresaron yo estaba lista para parir, pero sin preguntarme me llevaron entre 3 residentes a la sala de preparto, me canalizaron, no me dejaron levantar de la cama, después llegaron otras tres personas más, y en eso escucho que hablan entre ellos ´ésta es la del parto respetado, va a terminar más medicalizada que ninguna´, yo lloraba sin parar". Le hicieron tactos sin consentimiento: "Uno metía la mano y decía que el bebé estaba a la izquierda, otro decía que me metan la sonda que tenía la vejiga llena cuando ya había hecho pis. Yo lloraba y gritaba y a todo esto mi compañero afuera a quien no dejaban entrar. Cuando llegó mi obstetra me explicó que Nehuén estaba con la cabeza torcida y la mano metida en el canal de parto y que debía ir a cesárea de urgencia. Así que me durmieron toda y cuando desperté estaba en un pasillo sola. A Nehuen me lo llevaron a la habitación recién 2 horas después".
Ya desde hace décadas que Michel Odent, obstetra francés, precursor y referente mundial del parto humanizado, viene defendiendo una verdad cada vez más evidente: "para cambiar el mundo hay que cambiar la manera de nacer".
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