En los barrios y municipios donde Bullrich fue la candidata más votada, los vecinos pasan de la desilusión a la indignación; lamentan la oportunidad perdida y algunos ya decidieron que apoyarán en segunda vuelta a Milei, pese al temor que les genera
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Indignación y decepción son los sentimientos que más se repiten entre los habitantes de los bastiones de Pro después de los resultados de las elecciones presidenciales. A muchos vecinos de Recoleta, Palermo, Belgrano y Núñez, los barrios donde Juntos por el Cambio obtuvo más del 50 por ciento de los votos, les cuesta digerir la noticia: Patricia Bullrich quedó fuera de juego y no entró en el ballottage que el 19 de noviembre enfrentará a Sergio Massa, de Unión por la Patria, con Javier Milei, de La Libertad Avanza.
En la esquina de Avenida del Libertador y Coronel Díaz, en una mesa del mítico café Tabac, la empresaria Cristina Áleman, de 68 años, conversa con sus amigas sobre los comicios. “No puedo creer que un país vote delincuentes. Me avergüenza lo que vota la gente. No tiene gas, ni agua ni cloacas y sigue votando igual, le quitaron la dignidad”, dice a LA NACION. “Fui con mucha esperanza, pero eso fue justamente lo que se perdió con el resultado: teníamos esperanza de que iba a cambiar algo, de que el país se iba a acomodar un poco en los últimos años que nos quedan a nosotros… lo sentí como una oportunidad perdida”, agrega Adriana Meyer, trabajadora social jubilada. A la mesa se suma Cecilia, de 70 años, ama de casa y madre seis hijos. “Siento impotencia y frustración. El resultado fue una sorpresa. Me peleé con los mis hijos, que me querían convencer para cambiar mi voto para Milei, pero no lo lograron”, indica.
Al shock por los números de las urnas se agrega otro motivo de angustia. ¿Qué hacer en la segunda vuelta? Por estas calles son muchos los que sienten que la decisión implica un enorme dilema. “No votaría a ninguno de los dos, pero tampoco puedo quedarme en mi casa sentada lamentándome. Hay que ver si Milei no se baja porque los peronistas son capaces de cualquier cosa... los conocemos. Tienen todas las argucias y la maquinaria para comprar voluntades”, opina Adriana.
En la mesa bautizada como “La 40″ se encuentran Edgardo Cristiano, médico, Lisandro Varela, emprendedor, y Roberto, un empresario jubilado de 87 años que prefiere no dar su apellido. “Esta es una mesa intergeneracional, hay gente de 80 a 25 años”, dice Lisandro con sonrisa cómplice. Edgardo no disimula su sorpresa por los resultados: “Pensé que ganaba Milei y en segundo lugar Juntos por el Cambio. Pero hoy pienso que fui yo el que no entendió cómo venían las cosas: no entendí que Massa era el mejor candidato, que con medidas demagógicas y asustando a la gente se gana. Creo que va a ser difícil que Massa junte los votos necesarios para ganar en el ballottage, pero me puedo equivocar porque él es un mago, el más vivo de todos, que va a sacar varios conejos de la galera antes del 19 de noviembre”.
Todavía aturdido por los porcentajes de los comicios, Lisandro lamenta la caída de Juntos por el Cambio. “Soy de Pro y siento que tuvimos problemas para expresar que el cambio verdadero somos nosotros... Creo que una parte importante de los votos de Pro se van a ir con Milei, pero yo todavía no sé bien qué voy a hacer. Aún me estoy despertando de la derrota, estoy triste y creo que me va a durar un par de días”, admite.
“Tengo 87, pero me siento joven. Voté a la Bullrich aunque mi esencia siempre fue radical. El resultado no me sorprende porque el peronismo es como el Ave Fénix que resurge de las cenizas”, señala el mayor de la mesa.
-Roberto, ¿y en noviembre qué piensa hacer?
-Tengo que pensar a quién voy a votar porque para mí Milei es un desquiciado...¿Cómo va a negar al Papa cuando la Argentina es un país católico? Lo voy a evaluar, pero la Argentina es conservadora, estos cambios bruscos no los quiere.
“Patricia ya fue”
A unas cuadras de allí, en Avenida del Libertador y Lafinur, Lucía Gurmendi, de 61 años, suma otra mirada. “Creo que Milei y los peronistas hicieron muy buena campaña e instalaron eso de que ‘Patricia ya fue’ y la gente lo creyó, muchos pensaron que Patricia no llegaba y votaron a Milei en contra de Massa. La oposición se dividió. Ahora, si Milei se va a postular, necesita calmarse”, analiza esta mujer que se encuentra transitoriamente en el país, pero vive en Estados Unidos. Allí trabaja en la campaña de Juntos por el Cambio en Miami y participó de las campañas de Barack Obama y Joe Biden.
Lucrecia es jubilada y explica que se encuentra dolida. “Estaba claro que no era seguro, pero tenía mi ilusión. Me sentí defraudada por la población porque lo de Lomas de Zamora, donde ganó Martín Insaurralde, me hace pensar que no les importa nada. En este país la honestidad no importa”.
- ¿Con qué sensación se fue a dormir el domingo?
-Muy desilusionada. Lo de Insaurralde me mató. Había decidido que en el ballottage iba a votar en blanco, pero me parece voy a votar a Milei. Soy muy creyente, fui temprano a misa y me tranquilicé, pensé que tal vez es la voluntad de Dios... qué sé yo.
Oriundo de Tucumán, a Bernabé López las elecciones generales lo encontraron en la ciudad de Buenos Aires haciendo su residencia en el Hospital Garrahan. Señala que no emitió su voto porque no llegó a tramitar el cambio de domicilio, pero sí lo hizo en las PASO, cuando eligió a Bullrich en la interna con Horacio Rodríguez Larreta. “Me sorprendieron los resultados. No pensé que Massa sacaría tantos votos. Pensé que el ballottage sería entre Patricia y Milei. Los argentinos siempre estamos buscando un salvador y eso no existe. En noviembre voy a tratar de ir a votar”, dice.
El joven médico considera que votar en blanco sería tirar una oportunidad a la basura y se inclina por Milei. “Si bien parece demasiado extremista, creo que no hay que subestimar... nosotros también a veces estamos despeinados y renegamos, en cierta forma él también representa lo que somos. En cambio, votar a Massa sería una incoherencia total”, plantea.
En la esquina de Olleros y Libertador, Ana Beki, de 55 años, asegura que trata de volver a su rutina mientras pasea a su perro. Cuenta que votó a Milei y, aunque su candidato entró en el ballottage, le quedó una sensación de amargura. “Sentí mucha pena con el resultado, pensé que íbamos a ganar en primera vuelta, al menos ese era mi deseo. Estuve un poco deprimida, pero pienso que seguimos en carrera y hay grandes posibilidades de que se sume mucha gente de Juntos por el Cambio en las próximas elecciones”, reflexiona.
En la misma cuadra, una joven estudiante de publicidad, Michelle Ghirimoldi, comparte un sentimiento similar: “Sentí mucha impotencia. No entiendo por qué votan a alguien que tenía un funcionario en un barco en Marbella de fiesta, haciendo planes con nuestra plata, mientras acá comemos polenta... No se entiende. Es todo muy confuso”, expresa.
-De cara al ballottage, ¿tenés pensado qué hacer?
-Me iría del país... [risas] Es muy complicado. Todo mi entorno va a votar a Milei. Fue un gobierno que le dio la espalda a mucha gente durante la pandemia. La gente se moría de Covid y el Presidente estaba haciendo una fiesta en su casa. Prefiero votar a Milei, aunque sé que es un loco de la guerra, espero que haga algo distinto.
“Una película de terror”
Graciela Conciglio, docente de primaria jubilada, se encuentra parada en el mismo lugar donde siete días atrás había apoyado con entusiasmo a su candidata, en el acto de cierre de campaña en la ciudad de Buenos Aires, en Barrancas de Belgrano. “El país se perdió una gran oportunidad, Bullrich es una mujer muy valiosa que no estuvo muy bien acompañada, la dejaron sola. Sentí una gran desilusión, no solo porque ella quedó tercera sino porque Massa quedó primero. Parece esas películas de terror en las que pensás que el monstruo murió, pero sale y te agarra del tobillo. Hicieron bolsa la educación y la economía y crearon un batallón de pobres que hace cualquier cosa por una dádiva, lo que termina siendo una forma de esclavitud. Estoy muy desmoralizada y deprimida, pero bueno, la vida sigue”, indica.
La segunda vuelta representa una encrucijada para Graciela como para casi todos los votantes de Bullrich, que se sienten huérfanos de candidatos. “Nunca dejé de ir a votar en mi vida. Noviembre será muy polarizado, yo jamás había pensado votar a Milei, pero me desperté considerándolo. Si bien me parece alguien demencial, a los otros ya los conozco y son de terror”, concluye.
Los escándalos de corrupción, con los casos Insaurralde y Chocolate en el centro de la escena, y la inflación fuera de control aparecen como los factores más repudiados por este segmento de clase media y alta que no se explica cómo el ministro de Economía logró más del 36% de los votos en todo el país.
Al avanzar por el corredor de Avenida del Libertador, ya del lado de provincia, las expresiones de decepción se replican. En Vicente López y San Isidro, donde Juntos por el Cambio se impuso por más del 40% de los votos, la mañana siguiente a las elecciones presidenciales parece teñida de gris, en consonancia con el clima lluvioso.
A paso lento, Liliana camina con la mirada algo perdida. Tiene 83 años y “una tristeza infinita”, según describe a LA NACION. No fue a votar porque está habilitada a ausentarse debido a su edad. “Si hubiera sabido que Massa iba a sacar tantos votos, me levantaba e iba sin dudarlo. Yo ya viví de todo en este país, pero quiero dejarle un país mejor a mis nietos. En noviembre voy a ir a votar cueste lo que cueste”, comenta. No sabe aún si votará en blanco o al candidato libertario.
Virginia Vélez es emprendedora y todavía no puede creer los números que arrojó el escrutinio provisorio. La primera imagen en la pantalla de televisión con Massa en primer lugar la dejó sin palabras. “Hasta último momento pensé que estaban equivocados. No podía entenderlo. La desilusión fue total. Ahora, con la nariz tapada, voy a votar a Milei… Perdido por perdido, prefiero darle la oportunidad a un loco”, se resigna esta vecina de San Isidro de 56 años.
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