Después de nueve años en un banco, puso fin a una etapa laboral; quiso dar forma al proyecto propio y lo encontró en el lugar menos esperado.
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Finalmente y luego de mucho tiempo de evaluarlo, tomó la decisión. Después de nueve anos de trabajar en el banco llegó a la conclusión de que su mejor opción, en ese momento, era tomar la propuesta de retiros generales que estaban ofreciendo. Aunque le costó, le generó angustia, ansiedad y preocupación, se animó a hacerlo. “El día que me fui me vinieron muchas preguntas a la mente. Habían sido muchos años en la misma empresa, con un montón de comodidades a las que me había acostumbrado y no quería vivir en esa zona de confort por el resto de mi vida. Pensé entonces que necesitaba hacer el cambio y estaba dispuesto a asumir el riesgo”, recuerda Facundo Levy.
La decisión le había generado un alto grado de estrés y le propuso entonces a su mujer hacer un viaje de a Brasil con el objetivo de despejarse. Se fueron sin fecha de retorno. La realidad era que Facundo no tenía apuro ni compromiso por regresar. En su mente ya rondaba la idea de montar un negocio propio, aunque todavía no imaginaba en qué rubro sería ni que encontraría su fuente de inspiración en vacaciones.
El combo perfecto
“Estábamos en la playa con mi mujer y tuvimos ganas de probar algo que veíamos que la gente consumía a toda hora y en todo lugar. En jugos, con frutas y cereales, en licuados. Y cuando dimos el primer bocado entendimos la razón. La textura era genial. Nos lo sirvieron combinado con fruta fresca, coco y miel. Encima estábamos en la playa. Era el combo perfecto. Esa noche, después de meditar sobre el potencial que tenía ese negocio en Argentina, le prometí a mi mujer que, de alguna manera, iba a llevar el asaí a nuestro país”.
Corría 2016 y jamás imaginó que ese sería el comienzo de una gran aventura. La mañana siguiente, entusiasmado, comenzó a enviar mails, averiguar sobre la fruta, hacer llamados y comenzar un proceso de investigación que le llevó más de dos años en concretar. Era la primera vez en su vida que hacía algo tan arriesgado: nacido en la localidad de Munro, en el partido de Vicente López, provincia de Buenos Aires, se había criado en el seno de una familia con madre docente, padre contador y un hermano menor.
“Tuve una buena infancia. Mis padres me transmitieron buena educación y valores. Se separaron cuando yo tenía doce años pero ambos siempre estuvieron para acompañarme y aconsejarme. Siempre recuerdo una frase que me decía mi papá en mi adolescencia: ¿de qué lado del mostrador querés estar? En ese momento era algo que me molestaba, sobre todo porque mi primer empleo había sido en una heladería y creo que él buscaba que yo aspirara a algo más desafiante. Pero hoy sé que se refería a una postura de vida y fue algo que me motivó a perseguir mis sueños”.
Luego trabajó en el banco. Allí se desempeñó en diferentes sectores. En ese tiempo pudo completar sus estudios y obtener el título de Técnico Despachante de Aduana; además, comenzó la licenciatura en comercio exterior. Con todos esos conocimientos y ya enfocado en poder tener un proyecto personal, tomó la decisión de dar por finalizada esa etapa laboral.
Burocracia a la orden del día
La puesta a punto de la nueva empresa tuvo un obstáculo tras otro. Y pasaron dos años desde aquellas vacaciones en la playa hasta que finalmente Facundo Levy pudo hacer realidad la primera importación de la típica fruta brasilera. Mientras, se dedicó a completar formularios, hacer trámites, conseguir aprobaciones y, eventualmente, lograr la autorización para pode ingresar el asaí en el Código Alimentario Argentino.
“Tuve que aprender a hacer un montón de cosas sobre las que nada sabía, solo, por mi cuenta. Pero no estaba dispuesto a bajar los brazos, insistía y con paciencia obtenía resultados. Me ayudaron mucho mis amigos: desde pintar, arreglar, hasta escuchar mis frustraciones cuando las cosas no salían como yo esperaba. Tuve también que aprender a hacer oídos sordos a los comentarios negativos de la gente y a todo tipo de críticas desalentadoras. Sin embargo, yo seguí adelante, confiaba en que iba a lograr mi cometido: crear Maracaibo, la primera marca en el país en elaborar productos a base de asaí”.
Lo hizo con ahorros personales, el dinero que había obtenido del retiro en el banco y algo de ayuda familiar. Con planta propia instalada y en funcionamiento, la buena recepción del producto entre los primeros clientes fue cuestión de tiempo. Pronto, empezó a ser conocido por la fabricación y elaboración de helados con materia prima importada por la empresa propia desde el norte de Brasil.
El crecimiento de la marca fue lento pero Facundo reconoce que fue importante transitar cada etapa y proceso. “Al principio, eran muy pocos los que conocían el asaí, entre ellos estaban los que lo habían probado en Brasil y los que conocían sus propiedades. Me animo a decir que, entre los brasileros, el asaí es como el dulce de leche para nosotros, los argentinos. Es un producto que consumían los pueblos originarios del Amazonas. Recién hace algunos años fue posible mejorar la tecnología que permite conservar el producto ya que se deteriora muy rápido. Es por eso que hace solo diez años se ha vuelto popular en el mundo”.
Facundo hizo hincapié en dar a conocer el producto en eventos deportivos ya que los atletas conforman un nicho que consume ese tipo de frutas como suplemento para una buena alimentación. Con el boca en boca, la marca se expandió. Hoy Maracaibo funciona a través de la venta directa mayorista a todo el AMBA, y envíos a través de diferentes transportes de congelados a todo el país. Así llegaron a más de diez provincias argentinas: desde Chaco a Chubut. A fines de 2021, la firma logró ingresar a una reconocida cadena de supermercados.
Durante este años también desarrolló productos a base de pitaya, Originaria del sudeste asiático, era también una fruta muy buscada y Facundo sabía que podía ir por más. “Empecé a buscar si había algún productor en Argentina, hasta que encontré una finca en Jujuy. Ahí conocí a un productor agropecuario que lleva adelante un proyecto hermoso de producción de frutos exóticos: tiene pitaya, papaya palta mango y están siempre buscando la innovación en producción”.
A la distancia, Facundo reconoce que lograr su cometido llevó más tiempo del esperado. “Como emprendedor, en este país uno tiene que aprender a tener mucha paciencia. El camino fue difícil. Pero sé que encontré un espacio en el mercado que no estaba abastecido y ocupé ese lugar. Nunca imaginé que iba a encontrar el negocio que buscaba en unas vacaciones”.
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