Wells fue autor de emblemáticos relatos de ciencia ficción que trascendieron a lo largo de la historia y, en muchos casos, anticipó situaciones que acontecerían muchos años después
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Una buena historia de ciencia ficción puede transportarnos a lugares extraños, forzarnos a considerar lo que significa ser humano o presentarnos una nueva e increíble tecnología. Pero ¿cuántos de los inventos fantásticos y tecnologías transformadoras de esas historias llegan a convertirse en realidad?
Uno de los más conocidos autores de ciencia ficción, H.G. Wells, quien nació el 21 de septiembre de 1866, hace más de 150 años, hizo muchísimas predicciones. Y aunque todavía estamos esperando La máquina del tiempo prometida en la novela de ese nombre de 1895, muchas otras ya son historia real.
La Segunda Guerra Mundial
Esta quizás no te la esperabas de un autor de ciencia ficción. Sin embargo, en 1933, seis años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Wells previó el estallido de una larga guerra en Europa oriental que arrastraría a otras naciones en su libro Esquema de los tiempos futuros.
Wells, no fue el único en predecir un conflicto global durante los volátiles años 30. Pero sus descripciones de los bombardeos y el temor a los ataques con gas también fueron confirmados por la realidad.
Las armas nucleares
Aunque Robert Cromie fue el primero en imaginarse la energía atómica y la bomba, en The crack of doom (1895), Wells acuñó el término ‘bomba atómica’ en El mundo se libera (1914), en el que señaló que podían explotar continuamente usando el poder de la radioactividad. El físico Leo Szilard le dio el crédito HG Wells por la idea de la reacción en cadena nuclear que desarrolló en 1933. Más tarde, Szilard trabajó en el proyecto Manhattan que produjo la bomba atómica. Wells también anticipó el problema de la proliferación, advirtiendo que un gobierno global era la única manera de impedir que las naciones se destruyeran entre ellas con armas nucleares. Además, predijo conflictos biológicos en La guerra de los mundos.
La llegada a la luna
Los primeros hombres en la Luna, el título de su novela de 1901, lo dice todo. Quizás no es cierto que el satélite de la Tierra esté habitado por una civilización subterránea de Selenitas, pero la aventura lunar de Mr. Bedford y Dr. Cavor anticipó el alunizaje de Apollo 11 en 1969. Como era típico en las novelas de Wells, los protagonistas eran aficionados ingleses, no los académicos estadounidenses de la ciencia ficción moderna.
Pero, bueno, el escritor vivió en una época en la que Reino Unido era imperio.
Ingeniería genética
Los monstruosos experimentos del doctor en La isla del doctor Moreau (1896), que incluían vivisecciones y la creación de híbridos de animales y humanos, se prestan a ser interpretados como una crítica distópica a algunos aspectos de la ciencia genética moderna. Pero embriones de híbridos interespecies conocidos como “quimeras” hoy en día son rutinariamente creados para la investigación médica.
Sólo que ahora se hace en laboratorios en vez de en mesas de operaciones.
El rayo láser
También parte de La guerra de los mundos, esta tecnología aparece en manos de las hordas de marcianos que aterrizan en un barrio londinense. Traían con ellos un arsenal de armas futuristas y entre las más devastadoras estaba el Heat-Ray (rayo de calor), que disparaba rayos de energía tan poderosa que prendía fuego en la piel e incineraba edificios.
Las armas láser son ya una realidad, y fueron un elemento central del plan Guerra de las Galaxias del expresidente de Estados Unidos Ronald Reagan para derribar misiles nucleares en el espacio.
Las puertas automáticas
En Cuando el dormido despierte de 1899, está la primera descripción de una puerta automática. Aunque la de Wells se enrolla hacia arriba, como las de algunos garajes, en lugar de desplazarse a los lados como las que abundan en la actualidad.
¿Cómo pueden los autores predecir lo que está por venir?
Es cierto que todavía estamos esperando los autos voladores y que visiones como la de los viajes interplanetarios de Wells o el futuro imaginado por Isaac Asimov en Círculo vicioso (1941) -que nos ponía viviendo y trabajando en Mercurio en 2015- siguen siendo fantasía. Sin embargo hubo algún progreso: llegamos a la Luna, nuestras sondas espaciales viajan cada vez más lejos y hay seres humanos que viven en órbita en la Estación Espacial Internacional.
Además, la industria del turismo espacial suborbital podría dentro de poco llevar a millonarios más cerca de las estrellas. Así que hasta los viajes que parecían imposibles en la época de Wells, en la que el auto y la electricidad eran todavía tecnologías sorprendentes, no resultaron ser sueños tan desatinados.
Eso se debe a que la ciencia ficción es quizás más acerca del presente que del futuro. Es una herramienta que le permite a los escritores explorar temas de la actualidad social y medioambiental. Y cuando la historia de un autor está anclada en la realidad, puede imaginar cómo podría desarrollarse y si al final va a ser para mejor o peor.
Además, algo de conocimientos sobre los avances tecnológicos y la experimentación científica también puede proporcionar una base realística a ideas estrambóticas. Y las tecnologías increíbles que aparecen las historias de ciencia ficción frecuentemente también inspiran a gente a crearlas.
Un buen ejemplo de ello es el del ingeniero y autor Robert A. Heinlein, quién predijo el advenimiento de varios artilugios, como el teléfono celular (que aparece en su novela de 1953 Cita en la eternidad). Otro, la novela Neuromante (1984), de William Gibson, que tuvo una gran influencia en varias generaciones de programadores informáticos.
En ella habla del ciberespacio, un entorno virtual en el que la gente se podía sumergir, conocer a otros, trabajar, comprar cosas. Otro ejemplo de como si bien algunas de las ideas de la ciencia ficción quizás siempre siguen siendo fantasía, mucho de lo que hemos leído, con el tiempo, se ha convertido en algo familiar.
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