De hija de esclavos a millonaria: Madam C. J. Walker, la primera mujer negra que creó un imperio de la belleza
Sarah Breedlove, más conocida como Madam C. J. Walker, fue la primera mujer afroamericana en convertirse en millonaria. Hija de esclavos, analfabeta y pobre, Breedlove construyó su fortuna a partir de la venta de un producto desarrollado por ella misma para hacer crecer el pelo. A su vez, se convirtió en una filántropa y activista por los derechos de la mujer y de la gente de color. Su vida encarna la realización del sueño americano.
En marzo, Netflix estrenó una miniserie de cuatro capítulos, Hecha a sí misma, protagonizada por Octavia Spencer y producida por LeBron James, que cuenta la historia de la empresaria de la belleza a principios del siglo XX. Se trata de un relato inspirado en la biografía de A´Leila Bundles -In her own ground: the life and times of Madam C. J. Walker-, una de las tataranietas de la emprendedora.
Una juventud de sufrimiento
Nació libre en 1867 unos años después de la abolición de la esclavitud. A los seis años se quedó huérfana y se fue a vivir con su hermana mayor de donde pudo escapar del maltrato y los abusos de su cuñado a los catorce cuando decidió casarse. Tuvo una hija, Leila, y quedó viuda a los veinte. Presionada por la falta de recursos económicos, Sarah se casó de vuelta pero a los 26 se dio cuenta de que ella y su hija necesitaban otra cosa.
Empezó a trabajar como lavandera. Ganaba lo mínimo para comer, ayudaba a tres de sus hermanos en sus barberías y cuidaba sola a su hija. La alimentación deficiente, la falta de higiene -se bañaban una vez por mes- y el estrés que atravesó Sarah por esa época provocaron que se le empezara a caer el pelo. Entristecida pero nunca resignada, investigó las causas de su alopecia y descubrió que los jabones que usaban las personas de bajos recursos eran peligrosos para el pelo y que su problema era padecido por muchas otras mujeres.
La llegada del éxito
La mentalidad empresaria de Breedlove vio una oportunidad de negocio y así comenzó a realizar experimentos caseros que finalmente se convirtieron en una loción para el pelo a base de azufre que fortalecía el cuero cabelludo y favorecía el crecimiento del cabello. Fue el Wonderful Hair Grower, el primero de los productos de una línea completa de champús y tratamientos que se convirtió en un éxito de ventas.
La serie de Netflix destaca la supuesta competencia entre Sarah y Annie Turnbo Malone, otra emprendedora -blanca- que también vendía geles y lociones para el pelo de las mujeres afroamericanas. Lo cierto es que Breedlove trabajó para ella como agente de ventas pero una vez que logró sus propios productos se desvinculó y se dedicó a promocionarlos casa por casa durante un año y medio por todo el sur de Estados Unidos.
Por esa época, conoció a Charles James Walker, se casó y adoptó su nombre para la marca definitiva: Madam C.J. Walker. La emprendedora vendía de manera directa y por correo, además de aprovechar la llegada de los anuncios publicitarios en periódicos y revistas de negros.
En 1910, se instaló con su familia en Indianápolis donde construyó una fábrica para abastecer a todo Estados Unidos. Su sistema de marketing multinivel se basaba sobre una cultura de la belleza que la señora Walker enseñaba en su escuela para vendedoras. En su mejor momento logró tener veinte mil agentes de venta. La empresa sobrevivió hasta 1981 y en 2016 la cadena de cosméticos Sephora lanzó una línea de productos para el cabello con su nombre a modo de homenaje.
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El activismo
Durante este período de su vida, cuando ya parecía haber alcanzado todo lo que se había propuesto, Madam no se quedó quieta sino que impuso el deber de ayudar a otras mujeres negras para que ellas también puedan independizarse. Organizaba encuentros donde les enseñaba recursos para crear sus propios negocios y las alentaba a comprometerse en la lucha en contra de la discriminación racial. En 1917, convocó la conferencia Madam Walker Beauty Culturist que se terminó convirtiendo en la primera convención de mujeres americanas para el debate sobre comercios y negocios.
Entrevistada por el New York Times en 1917, Walker recordó su pasado en la pobreza y su preocupación por el futuro: "Mientras lavaba la ropa, me miraba los brazos enterrados en jabón y me decía a mí misma: ¿qué vas a hacer cuando seas vieja y tu espalda esté agarrotada? ¿Quién va a cuidar de tu pequeña?".
Su activismo también se extendió a las organizaciones que luchaban por la igualdad. No sólo realizaba importantes donaciones de dinero, sino que incluso llegó a la Casa Blanca para entregar una petición al presidente Wilson con el objetivo de conseguir su apoyo en la defensa de los ciudadanos negros víctimas de los frecuentes linchamientos que sucedían en aquel momento. Walker utilizaba diez mil dólares al año para financiar la educación de jóvenes negros y colaboraba en todos los sentidos con la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color. Tal fue su actividad que en 1918 fue considerada como una subversiva negra y fue puesta en vigilancia por un espía del gobierno.
El final
Villa Lewaro fue el último de sus hogares: una lujosa mansión en Nueva York que mandó a construir cerca de una de las propiedades de Rockfeller. Allí murió a los 51 años como consecuencia de una falla renal debido a haber trabajado tan duro durante toda su vida. Su hija heredó la empresa mientras que dos tercios de su futura riqueza fueron destinados a instituciones que trabajaban a favor de la mujer negra y en contra de la discriminación racial.
Cuando falleció en 1919, el New York Times la denominó como "la mujer negra más rica del mundo", una afirmación ratificada por el libro de los récords Guinnes que le otorgó la distinción después de su muerte.
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