Sus padres le decían que, sin importar lo que hiciera, debía tomar sus elecciones con seriedad; eligió el fútbol desde los cinco, hasta que a los diez, una visita y un idioma proyectaron otro sueño.
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“A los más chicos siempre me gusta decirles: nunca dejen de lado la educación, es una herramienta fundamental para la vida y para uno mismo”. Quien lo dice es Francisco Espinoza Barreto, un joven nacido en el año 2000 que, a pesar de su corta edad, desde los cinco lleva una vida de sacrificios, pasión, estudios y esfuerzo.
City Bell, su localidad de origen, en nada se parece a Marquette, el condado en el que reside alejado de su familia, en el estado de Michigan, Estados Unidos. No es la primera vez que Francisco vive separado de sus padres, quienes desde pequeño le dicen que, sin importar lo que elija hacer en la vida, siempre debe esforzarse, ser profesional y tomar en serio su elección para brindarse al máximo.
Desde que tiene memoria la pelota siempre fue algo serio. Para cuando cumplió los cinco, su amor incondicional por el fútbol era innegable y, aun en su mente infantil, sabía que se transformaría en una parte fundamental de su vida: “Empecé mi camino en el Club Estudiantes de La Plata, siendo parte de las divisiones infantiles bajo el mando de Carlos Bottegal”, recuerda con una sonrisa. “En Argentina es muy común empezar a tomar fútbol como una profesión desde muy chico, por la demanda y abundancia de jugadores que se encuentra en el ámbito”.
Por aquellos días, a tan temprana edad, Francisco pronto comprendió que encontrar una pasión significaba dejar de lado muchas actividades, momentos irrepetibles y risas en las que estaría ausente, a fin de lograr su objetivo: “Los fines de semana se volvieron días de partido, y en la semana tenía que entrenar y estudiar. Carlos, por fortuna, daba la misma importancia a lo académico que a lo deportivo, esto lograba que los chicos nos esforzáramos en ambos aspectos”.
Un deporte, un idioma para comunicarse con el mundo y un acontecimiento transformacional
Sea fútbol, estudio o trabajo, los padres de Francisco no solo le insistían que debía ser comprometido con su decisión, sino también organizado: debía aprender a separar lo importante de lo urgente. Y con aquel consejo siempre presente, y siendo muy niño, el pequeño descubrió que, para él, saber inglés era de suma importancia.
“Empecé con clases de inglés y ya sentía que iba a seguir una carrera universitaria una vez terminada la secundaria. Es un idioma que desde chico me fascinó y siempre quise aprender, sobre todo para poder comunicarme con cualquier persona en el mundo”, explica.
Francisco tenía tan solo diez años cuando tuvo su primera oportunidad de poner a prueba sus conocimientos del idioma. Un contingente de fútbol estadounidense se había instalado en las cercanías del Club de Estudiantes de La Plata. Aún sin saberlo, aquel acontecimiento cambiaría el curso de su vida.
La aparición de un mentor estadounidense: “Vivieron en el quincho de casa y empecé a tener curiosidad por su cultura”
El pequeño futbolista estaba fascinado con la llegada de los visitantes extranjeros y, para su alegría, sus padres pronto les abrieron las puertas de su hogar a Bruce, el entrenador, y su hijo Ryan, también de 10 años. Padre e hijo vivieron durante dos años en la Argentina, alojados en el quincho de la casa, que con mucho esmero acondicionaron para la ocasión.
“Compartimos cumpleaños, navidades, y sobre todo experiencias inolvidables, y en cada cena en el quincho se hablaba en inglés, y en nuestro comedor se hablaba en español”, revela. “A través de ellos, empecé a tener curiosidad por su cultura, forma de vivir, y la organización de su país”.
Durante aquellos dos años la curiosidad del jovencito creció exponencialmente, algo que trajo consigo grandes revelaciones: Francisco entendió que debía formarse, educarse lo mejor posible a través del idioma y el estudio; anhelaba tener algún día la posibilidad de vivir en el gran país del norte y, si deseaba lograrlo, debía esforzarse tal como lo hacía en el fútbol: “Ahí redoblé mi apuesta con el inglés para perfeccionar el nivel. Mi papá siempre cuenta que Bruce le decía `tu hijo va a terminar estudiando y viviendo en Estados Unidos. Hoy, aquel visitante extranjero se transformó en mi segundo padre y mi mentor”.
River Plate, una idea fija, y el mentor: “Quería estudiar y vivir en Estados Unidos”
Su carrera en Estudiantes de La Plata duró ocho años. Francisco sabía que debía buscar nuevas formas de perfeccionarse en el mundo futbolístico y, tras una ardua búsqueda, ingresó en la asociación de fútbol de Parque Chas, donde inauguró una etapa hasta entonces desconocida: “Viví realmente lo que es la pasión del fútbol argentino”.
Allí conoció a Gabriel Rodríguez, quien al año siguiente tomó el cargo como coordinador del fútbol infanto-juvenil del Club Atlético River Plate, y le brindó la posibilidad de probarse, luego de que se consagrara campeón con su equipo: “River Plate me ofreció la oportunidad de vivir en su ciudad deportiva –sin costo- y concurrir al Instituto River Plate, un secundario de gran nivel académico”.
Francisco aún no había cumplido los 14, cuando se fue de la casa de sus padres para vivir en la ciudad deportiva durante los siguientes cuatro años. Allí finalizó sus estudios como perito mercantil y luego continuó su carrera deportiva en el Club Atlético Lanús.
Todo marchaba bien pero, cuando la noche llegaba, el joven apoyaba su cabeza en la almohada con un solo pensamiento en mente: más allá del fútbol, debía ingresar a la universidad si deseaba hacerse de más herramientas para la vida. Fue así que, un fin de semana, decidió contactar a Bruce: “Le manifesté que quería estudiar en Estados Unidos. Él me dio a conocer las diferentes pautas que necesitaba para poder ser reclutado y qué puntaje debería de sacar para quedar seleccionado”.
Tras varios días y noches sumido en sus pensamientos, Francisco se sentó frente a sus padres para comunicarles su decisión: no quería seguir jugando al fútbol de manera profesional, él se iría a estudiar y a jugar a Estados Unidos. “La decisión llego un fin de semana luego de un entrenamiento, fue un momento crucial”.
Francisco jamás olvidará aquel diciembre del 2018, el comienzo de una nueva vida.
Una cultura organizada: “Los argentinos pensamos más con nuestro corazón que con nuestra mente”
Ni durante ni después de rendir los exámenes, Francisco entendió la magnitud de la decisión que había tomado, simplemente no lo veía como algo anormal. Sus padres lo acompañaron incondicionalmente, aunque por momentos lloraron en el proceso. Para el joven, en cambio, el golpe llegó cuando atravesó la puerta del avión y una extraña sensación invadió todo su ser indicándole que nada volvería a ser igual en su vida: “Pero lo viví con alegría, disfruté de forma consciente esa transición”.
La primera impresión de su nuevo hogar, donde comenzó a estudiar Finanzas y Marketing, fue muy agradable. Lo recibieron sus compañeros del equipo de fútbol del Northern Michigan University, quienes se presentaron y le explicaron cómo sería para él la dinámica semanal, una vez comenzado el torneo y el año académico: “Fueron muy amables conmigo y me dijeron que cualquier cosa que necesitara, podía contar con ellos”.
Marquette, un poblado de poco más de 20 mil habitantes, ubicado al límite con Canadá y a orillas del lago Superior era todo lo que Francisco había imaginado: un lugar en el mundo prolijo, rodeado de naturaleza e impregnado de amantes de los deportes, en especial el hockey sobre hielo, actividad ideal para los inviernos helados.
“Lo que me impactó fue la organización que tienen para todo”, asegura. “Tienen en claro el cronograma deportivo y académico, dando a conocer todos los horarios de entrenamientos, de gimnasio, las horas con los kinesiólogos, los viajes para competir con otras universidades y tanto más. Personalmente, gracias a mis padres, siempre fui una persona muy puntual y me gusta organizar con tiempo las cosas importantes, por eso este estilo hizo que me sintiera muy a gusto muy rápido”.
“Sin embargo, me costó acostumbrarme al `tacto´ que manejan. No porque sean malas personas, sino por la cultura. Siento que el argentino es una persona muy sentimental, y que muy a menudo pensamos más con nuestro corazón que con nuestra mente. En cambio, ellos no son así, son muy fríos al momento de la toma de decisiones y no se dejan llevar por las emociones”, reflexiona. “Y claro, cenar a las 18, cuando en Argentina merendamos en ese horario, tampoco fue un hábito fácil de incorporar”.
Un gran impacto: “En Argentina, solo los clubes de muchos recursos se dan esos lujos”
Francisco, acostumbrado al nivel competitivo del fútbol argentino, se destacó pronto entre sus compañeros locales. A diferencia de su tierra, en donde los niños comienzan a los tres o cuatro años, en Michigan la mayoría habían comenzado a practicar el deporte a los quince o dieciséis. Entre los setecientos atletas de la universidad, el joven no tardó en transformarse en una figura conocida dentro del ámbito.
Pero tal vez uno de los impactos más fuertes llegó aquel primer día en el que al argentino le tocó subirse al micro universitario para ir a competir a otro estado. Ante su mirada atónita emergió un vehículo, propiedad del equipo, ploteado con el nombre de la universidad, acorde a su propia vestimenta, y que los trasladó hacia otros paisajes, donde se alojaron en un hotel de asombroso nivel y comieron en restaurantes que lo impresionaron.
Con el tiempo, Francisco descubrió que este tipo de viajes no eran una excepción: “Me impacta mucho, ya que en Argentina solo los clubes de muchos recursos se dan esos lujos”.
“Si tenés un sueño y estás decidido, lo vas a lograr”
Casi tres años pasaron desde que Francisco cambió de vida, una transformación que, tal vez sin darse cuenta, venía forjando desde niño. Su curiosidad, su independencia y las ganas irrefrenables de aprender, le indicaron que estudiar, educarse todo lo posible, jamás opacaría su pasión por el fútbol, sino que enriquecería su travesía.
Tal vez tuvo suerte al cruzarse con Bruce en su vida, aunque, en realidad, los mentores suelen estar siempre presentes, la clave está en verlos y atender su “llamado”. Francisco, con apenas diez años, supo reconocerlo y, desde entonces, tejer su camino de transformación.
Atrás quedó City Bell, aunque su corazón nunca abandona Argentina: “La primera vez que volví fue en diciembre del 2019, aterricé el día del cumpleaños de mi hermana y estaba feliz. Me gusta mucho el lugar donde estoy, pero el país de uno no se cambia por nada. Ni bien pasé por la aduana y las puertas se abrieron, vi a mi mamá y a mi hermana con carteles esperando por mí, corriendo y llorando entre medio de toda la gente. Extrañaba mucho ese tacto humano que por meses no sentía, extrañaba el acento argentino y por sobre todo a mi familia. Desde ahí que, cada vez que los vuelvo a ver, es una rutina de abrazos y compartir historias”.
“Mi camino como futbolista no está cerrado aún, pero me estoy preparando para poder tener opciones en mi vida, por ahora en Estados Unidos, donde me gustaría algún día ser manager de la MSL (Major League Soccer)”, cuenta Francisco.
“Desde la primera vez que me fui -de adolescente- hasta ahora, siento que crecí mucho a nivel personal. Vivir solo, manejarse en otro idioma, otra cultura, diferentes hábitos, tan lejos de casa, hizo que apreciara mucho lo que tengo en Argentina. Aprendí a valorar mucho más el poco tiempo que tengo para aquello que me importa, por lo que también aprendí a ser más frío a la hora de tomar decisiones”.
“Pero la lección más importante que aprendí y que comparto, es que, si tenés un sueño y estás decidido, lo vas a lograr. Te va a llevar tiempo, vas a llevarte amarguras en el camino, pero tarde o temprano ese sueño lo vas a cumplir. Otro gran consejo que siempre hablo con los más chicos del ambiente del fútbol es que nunca dejen de lado la educación, porque es una herramienta para uno mismo. Contar mi historia, quién sabe, tal vez pueda inspirar a aquellos que estén soñando o pasando por lo mismo”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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