La iban a sacrificar, pero un veterinario se apiadó de ella y la salvó. Luego llegaría su adopción y una increíble vida con todos los condimentos dignos de una rock star.
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Nunca nadie supo qué fue lo que pasó aquella tarde cuando la encontraron accidentada en la calle. Alguien la tomó en sus brazos y se dirigió sin rodeos hasta la veterinaria más cercana. “Por favor, póngala a dormir, no creo que logre salir adelante”, le dijo al veterinario que recibió a la pequeña perrita en el consultorio. Pero algo en el interior de aquel profesional hizo que hiciera caso omiso de aquella petición y que, por el contrario, siguiera lo que su corazón le mostraba. Por eso, luego de revisar cuidadosamente al animal, decidió que lo mejor era amputar la patita que había resultado lastimada. Con eso sería suficiente para que la perra saliera adelante y pudiera tener una vida sin mayores inconvenientes.
Pronto Chichi estuvo recuperada y lista para irse en adopción. Su familia de tránsito publicó fotos de ella y alguien se enamoró de ella a tal punto que comenzó una carrera desesperada para que formara parte de su familia. “Estábamos buscando adoptar un perrito de tamaño pequeño para poder viajar con él, así fue que di con Chichi. La publicación decía que era un pug, aunque se veía algo diferente al resto de los perritos de su raza. No fue fácil el proceso de adopción ya que la familia de tránsito quería estar segura de que yo fuera la persona correcta. Y se tomaron el tiempo para evaluarlo”, recuerda su humana.
En ese momento, Chichi y su humana estaban viviendo en Chile, pero tenían grandes planes y aventuras por delante. Una vez que fue confirmada la adopción, comenzó el verdadero período de prueba entre Chichi y su humana. “Siempre recuerdo esos primeros días con humor. Chichi me vendió un buzón. El primer mes se portó genial, incluso no ladraba y eso me llamaba la atención, estaba calladita todo el día. Hasta que agarró confianza y de golpe ya era la dueña y ama de la casa”.
Una aventura en la Gran Manzana
Y entonces comenzó la aventura con todas las letras. Chichi y su humana se mudaron a Nueva York y desde allí viajaron alrededor del mundo. Al momento llevan recorridos más de 100 países y cinco continentes. Junto con las ganas de viajar nació @eldiariodechichi. Primero fue una cuenta de instagram y ahora también es un blog inspirado en contar cómo es viajar con mascotas: destinos, actividades, lugares para conocer, hoteles y más. Porque hoy es posible viajar con mascotas y cada vez son más los hoteles, aerolíneas, playas, parques y shoppings pet friendly alrededor del mundo.
El diario y los posteos de Chichi también incluyen una cuota de humor ya que, en ellos, la perra habla en primera persona y se refiere a su humana como su más fiel servidora. De hecho, la mujer responsable de la perra nunca aparece en los posteos, el protagonismo sin duda alguna lo tiene Chichi.
“Es muy gracioso ver la reacción de la gente en países donde no es común ver perros. Por ejemplo, en Marruecos, uno de esos destinos “especiales”, Chichi salió a ladrar como una fiera salvaje de su mochila y todos la miraban estupefactos. Pero enseguida las caras se transforman. Chichi es lo más carismático que hay, ella se puede comunicar sin hablar a la perfección, sus caras son únicas, tiene una personalidad arrolladora”.
En la ciudad de Nueva York, el día de Chichi arranca a las 7 am cuando toma su desayuno y vuelven rápidamente a la cama para tomar la primera siesta del día. A media mañana, sale a dar una vuelta para hacer sus necesidades. Luego toma su segundo desayuno, esta vez en Paper Source, una papelería vecina que le provee sus galletas preferidas. Vuelve a la casa a descansar un rato más y cerca de las 4 de la tarde empiezan sus actividades. “Su gran salida es ir al Central Park donde estamos al rededor de una hora en invierno y más de dos en verano porque siempre sale picnic. A las 18 vamos a buscar a Israel, su amigo humano que vive en el parque y que todos los días la espera para darle su queso, la merienda de Chichi”.
Israel es un puertorriqueño que vive en Nueva York hace varios años. No importa si hace frio o calor, todos los días del año, cerca de las 4 de la tarde se sienta en el mismo banco verde del parque para alimentar a la fauna del lugar: mapaches, pájaros, ardilla, ratas y Chichi, por supuesto, que ya es una habitué más de la gran ciudad.
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