El circuito arqueológico peruano que resplandece de oro.
Entre las ciudades de Chiclayo y Trujillo, en la costa norte de Perú, la Ruta Moche conecta sitios arqueológicos, museos repletos de oro y tradiciones de las culturas moche y chimú, que consagraban el arte a los dioses.
Los mochicas fueron anteriores a los incas y vivieron entre los siglos I y VI en un desierto entre el Pacífico y los Andes, con amplias zonas de influencia. Se trató de una cultura organizada, jerarquizada y sofisticada. Sus dioses estaban relacionados con la naturaleza. Aiapaec era el creador y el pulpo, el dios de las profundidades marinas. Para ellos, la vida no terminaba con la muerte. El universo era una dualidad y estaba compuesto por dos mitades opuestas, pero complementarias: el sol y la luna, el di´a y la noche, lo masculino y lo femenino, el mar y la montan~a, el oro y la plata.
La cultura chimú, creadora de las espectaculares ruinas de Chan Chan, habitó en la misma región que los mochicas pero algún tiempo más tarde. Eran guerreros y llegaron a enfrentarse con los incas, que los derrotaron. Hubo grandes descubrimientos recientes en el norte peruano y conviene estar atento porque cada cierto tiempo, ¡zaz! otro hallazgo.
Huacas del Sol y la Luna
El complejo arqueológico Huacas del Sol y de la Luna fue descubierto en 1990 y hasta ahora solo se ha develado el diez por ciento. Huaca de la Luna nació como templo ceremonial, está formada por más de 140 millones de ladrillos de adobe y en su época de esplendor llegó a contar con tres grandes plazas.
Lo más impactante de esta huaca son las superficies policromas, el color rojo fuerte, el amarillo, el negro. Y bueno, también es impactante pensar en los sacrificios humanos que se hicieron entre los ladrillos: ya se encontraron 70 osamentas de jóvenes. Su sangre era ofrecida para vivificar a los dioses así volvían a retomar el control del mundo. En la parte superior de Huaca de La Luna, un amplio mirador muestra el Valle de Moche, el cerro Blanco y la Huaca del Sol, en términos arqueológicos, un gigante que todavía no fue explorado.
Más información: Las Huacas del Sol y la Luna están al pie del cerro Blanco, a 8 km de Trujillo. T: (+51) 44 22 1269. Todos los días, de 9 a 16.
Chan Chan
Según cuenta una crónica anónima, a Chan Chan lo fundó Tacaynamo, un personaje que llegó del mar en balsa desde un lugar desconocido.
Con el tiempo el sitio se convirtió en la capital del Reino chimú. Formado por diez recintos amurallados unidos por pasillos, está íntegramente construido en adobe. Hasta los frisos romboidales, todo. Las gruesas paredes los protegían del sol intenso –algunos estudios concluyen que Chan Chan significaba sol sol– y de los vientos que llegaban de la costa.
Al parecer habría sido concebido como palacio de un gobernante chimú, de ahí las plazas y espacios ceremoniales. Las pirámides ya no se ven, pero existieron. Los techos, que tampoco están más, fueron de paja.
Chan Chan impacta por su diseño y la decoración de los frisos, con peces, aves y figuras geométricas sin pintar. El sitio está cerca de la playa de Huanchaco y esa ubicación es un problema para la conservación porque la sal y el viento afectan las estructuras, en constante restauración. Desde 1986, es Patrimonio de la Humanidad.
Más información: El complejo arqueológico está a 6 kilómetros de Trujillo y se puede llegar en el mismo bus que va a la playa de Huanchaco o en taxi.
Complejo El Brujo y Museo Cao
Es difícil creerlo después de horas de transitar el desierto: la huaca de Cao Viejo, en el complejo El Brujo, está cerca del mar.
Descubierta por el arqueólogo Regulo Franco Jordán y su equipo, la Señora de Cao medía casi un metro y medio y tenía alrededor de 25 años al morir en el posparto (lograron salvar al bebé). Eso ocurrió hace unos 1700 años y el cuerpo fue envuelto en 70 metros continuos de tejido de algodón. Llevaba más de diez collares de cobre dorado, lapislázuli, turquesa, cuarzo, plata; tenía diademas, coronas, adornos de nariz y gran parte del cuerpo tatuado con arañas y serpientes (según algunos estudios, la Señora de Cao tenía habilidades chamánicas). El cuerpo se conservo´ bien dentro del fardo funerario cubierto de telas porque habi´a sido untado previamente con sulfuro de mercurio. Los arqueólogos tardaron un año en desenfardarla.
El complejo El Brujo está formado por las Huacas Prieta, Cao Viejo y Cortada, y el Museo Cao, una caja enorme de concreto, gris, moderna y millonaria –obra de la Fundación Wiese– que atesora el cuerpo, los atuendos y las joyas de la Dama de Cao. En las salas se muestran sus lujosas porras, coronas de oro, plata y cobre dorado y túnicas de bellos tejidos, artesanía moche que también puede apreciarse en todo su esplendor en el Museo Amano o Textil de Lima, un tesoro que se puede visitar.
Más información: El Complejo Arqueológico El Brujo está pasando el pequeño poblado de Magdalena de Cao, a poco más de una hora en auto desde Trujillo.
Museo Tumbas Reales de Sipán
Gobernante y guerrero del antiguo Perú, el Señor de Sipán vivió en el siglo III d. C. y fue un mandatario de alto rango. En vida había sido reverenciado al extremo de que ni siquiera caminaba, sino que era llevado en andas. Fue enterrado con todos los honores, lleno de adornos de oro y plata que, según las creencias, utilizaría después de muerto. Esos adornos y pompa –estandartes, orejeras, pectorales, aros, collares, coronas y joyas de oro repujado, laminado, reluciente– fueron descubiertos en 1987 por el arqueólogo Walter Alva, actualmente director del museo.
Debajo de la tumba del Señor de Sipán, en Huaca Rajada, se encontraron doce entierros más. En otros tiempos, el lugar fue una necrópolis; en éstos es una fiesta para los arqueólogos.
En una pirámide trunca pintada de colorado, construida a semejanza de un santuario mochica, el Museo de Tumbas Reales de Sipán tiene cinco espacios que describen la cultura y el mundo espiritual de esa civilización.
Cómo llegar: desde Chiclayo hasta Lambayeque, donde está el Museo Tumbas Reales de Sipán, son quince minutos en auto.
Museo de Sitio Túcume
El Valle de las Pirámides de Túcume es otro sitio arqueológico de este circuito, en este caso de la cultura lambayeque. Es menos visitado que otros y bien interesante porque para llegar a las pirámides de adobe se pasa un lugar en excavación donde actualmente hay hallazgos, desde conchas y cerámica hasta restos humanos. Tiene 220 hectáreas y alberga 26 edificios de carácter monumental.
Imperdible el mirador hacia el bosque de algarrobos. También tiene un museo de sitio que muestra colecciones de excavaciones realizadas entre 1989 y 1994, y una muy buena tienda de artesanías que hacen los miembros de la comunidad local.
Más información: Caserío La Raya, Campo, Lambayeque. A 30 kilómetros de Chiclayo por ruta asfaltada. T. (+51) 74 61 2254. Todos los días, de 9 a 17.
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