Perdió a su padre inesperadamente y decidió dejar Argentina para encontrar otra vida, pero en el camino se enfrentó con el lado b, signado por el choque cultural y la nostalgia
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“Uno en un millón”, dijeron, esa era la probabilidad de que aconteciera lo que finalmente ocurrió. A su padre le habían descubierto un cáncer de colon en marzo de 2019, el tumor no era grande, no hacía falta quimioterapia endovenosa y todo parecía marchar bien. Junio, sin embargo, trajo la peor noticia, esa en un millón que lo llevó de urgencia al instituto Fleming con malestares extremos: el gen del tumor se había clonado en el hígado.
El 28 de junio de 2019, Paula Osso estaba recibiendo su diploma de abogada cuando la llamaron para comunicarle que su padre había fallecido. La noticia llegó como un puñal y aquella hija que aún tenía esperanzas quedó devastada. “Yo lo había elegido a él para que me diera el tan ansiado premio después de tantos años de estudio”, rememora hoy emocionada mientras repasa su historia. “Ese día él se fue, y yo... todavía no lo sabía, pero yo volví a nacer”.
Las semanas transcurrieron y el dolor parecía no querer darle respiro. ¿Cómo seguir? Seis meses pasaron desde la triste noticia, cuando la joven argentina tomó la decisión de comprarse un pasaje sin retorno, rumbo a Europa. Lo cierto era que hacía años fantaseaba con vivir una experiencia en el extranjero para crecer a nivel personal, y con el giro inesperado en su vida y el dolor a cuestas, comprendió que aquel era el momento de animarse a cambiar el rumbo.
Pero, una vez más, el destino le demostró que no todo sale siempre como planeamos. La pandemia desestabilizó al mundo, debía esperar; aquel paréntesis lo vivió como un tiempo suspendido, entre un duelo y una despedida que le costaba concretar.
Todo parecía haberse paralizado indefinidamente, hasta que un buen día una posibilidad se abrió en el horizonte: el 1ro de diciembre de 2020, Paula acomodó su equipaje de mano en un compartimento del avión, tomó asiento en su lugar asignado, y con ojos empañados se despidió de su vida tal como la conocía: Italia aguardaba.
En un pueblito de Italia: “Emigrar tiene su lado B”
Los primeros cinco meses vivió en una pequeña ciudad llamada Prato, a veinte minutos de Florencia. Allí residían su tía y su primo, quienes pusieron el hombro todas las veces necesarias para que Paula desahogara sus llantos, resistiera las noches sin poder dormir y la nostalgia constante. No solo extrañaba a su padre, sino todo lo que había dejado atrás, a pesar de entender que aquella era la mejor decisión que podría haber tomado.
“Sí, emigrar tiene su lado B, ese que pocos cuentan, es muy duro dejar el país atrás”, asegura Paula. “Aparte, llegué en medio de la segunda ola de COVID, en pleno invierno, donde anochecía a las 16.30 y llovía todos los días”.
Abril llegó con buen clima y la determinación de encaminar su vida. La mujer argentina contactó a un amigo de un amigo que vivía en Milán, quien le contó acerca de las posibilidades de trabajo, el estilo de vida de la ciudad y del grupo de amigos argentinos que habían formado. Paula reservó un alojamiento y viajó a su nueva ciudad llena de esperanzas.
Milán y la búsqueda laboral: “Emigrar no son solo las fotos lindas que uno sube a Instagram”
Aunque al mes encontró trabajo, la búsqueda no fue sencilla. Paula observaba a otros migrantes en su misma situación, en intentos tantas veces infructuosos, lidiando con la frustración y la desesperación por obtener algún empleo, y comprendió que ella había tenido cierta fortuna, pero que para los extranjeros el camino era espinoso.
“La vida del emigrado no es sencilla para nada, no son solo las fotos lindas que uno sube a Instagram o la sonrisa que uno muestra en las videollamadas con amigos y familia. Es también poner en la valija no solo la ropa que te traes, sino los recuerdos, las risas, los llantos compartidos allá. Es renunciar a muchas cosas. Es sentirse solo muchas veces, atravesar enojos donde por momentos pensás `chau, me vuelvo´ y, sin embargo, es aguantar y seguir. No romanticemos el emigrar, porque no todo es color de rosas o no todo sale como planificamos”, reflexiona Paula, quien hoy ejerce como abogada de un estudio español llamado GCP Interlaw, que abrió su sede en Milán.
“Emigrar también es el insomnio por saber que uno no está para las fechas importantes, por vivir en un país que no es el tuyo, hablar un idioma que, por más que lo manejes a la perfección, no es el materno. Significa entrar en una cultura que no es la propia. A veces uno se pierde muchas cosas, pero, sin dudas, también gana otras”.
El tiempo como aliado: otros colegas, otras historias, otras culturas
El tiempo fue su mejor aliado. Los meses pasaron y, si bien la nostalgia seguía presente, el panorama fue mejorando. Incorporada en un trabajo en su área que le garantizaba una paga a fin de mes, Paula fue también capaz de distinguir los beneficios de vivir en Italia, como caminar segura por las calles y acceder a las riquezas históricas del viejo mundo.
“Que tiene cosas lindas, eso seguro, hermosas. La posibilidad de viajar, de sentirse más seguro física y económicamente; la oportunidad de conocer otras culturas, enriquecer el vocabulario”, asegura con una sonrisa. “Emigrar también me obsequió la posibilidad de ganar la experiencia de trabajar con colegas de otras partes del mundo, con otras historias, otros idiomas, algo sumamente enriquecedor”.
“Pero, por otro lado, al llegar me llamó mucho la atención que, comparado con la Argentina, la sociedad es más cerrada. Nosotros somos más abiertos mental y socialmente, somos capaces de hacer amigos con mayor facilidad. O de caer de sorpresa a la casa de alguien. Acá son más individualistas. Pero, sin embargo, algo muy positivo es cuando vas, por ejemplo, a la playa: no tenés a nadie observándote por cómo es tu cuerpo, a nadie le importa nada ¡y eso está buenísimo!”
La muerte como motor: “Me fui a encontrar otra vida”
Paula aún está en el tramo inicial de su vida como emigrante. Un año se cumplirá desde su partida, tal vez los meses más duros e iluminadores para aquel que busca una nueva vida en otras tierras. Algunos especialistas señalan que demora unos siete años integrarse completamente a una nueva sociedad, aunque hoy Paula es capaz de decir que se siente bien y que ha vuelto a sonreír.
“Se extraña y se extraña mucho. Tomar mates con mi mamá, abrazar y besar a mis sobrinos, las charlas con mis hermanas, las juntadas con mis amigas. Pero también aprendí la importancia de asumir la responsabilidad de las decisiones que uno toma”, manifiesta Paula.
“Todos los días trato de ver algún programa argentino por Youtube para sentirme un poco más en casa, hablo por videollamada con mi familia para sentirme más cerca, no es lo mismo, pero si acorta las distancias”, dice conmovida. “Yo no me fui odiando Argentina, es más, amo mi país. Pero sí me fui tras la búsqueda de adquirir mayor experiencia. Me fui para encontrar otra vida”.
“Creo que la muerte de mi papá me hizo más fuerte y capaz de atravesar y superar las adversidades. No sé si Milán será la ciudad de toda mi vida, pero sí es la que elijo ahora, mi puente, donde soy feliz, una promesa que le hice a mi papá antes de que se vaya”, continúa emocionada la joven de 29 años. “Me gustaría poder decirles a las personas, no importa su edad, que si realmente tienen el deseo de emigrar pueden hacerlo, sobre todo se lo digo a aquellos que han pasado por algo doloroso en su vida: pueden transformarlo en el motor que los impulse para salir adelante. Creo fervientemente que, después del dolor, viene un nuevo amanecer; después de todo, la distancia solo separa cuerpos y no almas”.
“A aquellas personas que están del otro lado buscando una nueva vida también les digo: no están solas”, sonríe Paula. “Quiero dedicarle esta nota a mi papá, Clemente Osso, funcionario del Consulado de Italia por 35 años, fue mi gran mentor y mi guerrero favorito”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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