Dar una mano, la mejor publicidad
En la villa La Cava funciona Prójimo, una agencia-escuela que enseña los secretos del mundo de los comerciales a gente de la zona
La escalera conduce hasta un salón con una enorme mesa de madera en la que abundan carteles con las palabras escuchar, observar, sentir y pensar. De la pared, de un rojo intenso, cuelga un pizarrón colmado de flechas y letras. Ahí nomás, unas banquetas, un sillón y los ventanales que ofrecen una vista inusual para una agencia de publicidad: precarias casas de material con ladrillos sin revocar y señoras colgando ropas al sol.
A simple vista, dos mundos disociados, ajenos y distantes. Pero no para Gonzalo Vidal Meyrelles que se animó a patear el tablero y fundó Prójimo (www.projimo.com.ar), una agencia-
escuela de publicidad en el corazón de La Cava, una villa miseria ubicada en la localidad bonaerense de Beccar. El proyecto retumbaba en su cabeza desde hacía mucho tiempo, pero no sabía cómo llevarlo adelante. Y ni siquiera un par de robos lo apartaron de su idea. Por el contrario, reafirmaron su convicción de volcarse hacia los que menos tienen. Y dio el primer paso: presentó la idea en el último Festival de Cannes, en el foro Giving voice to the others, donde dejó a todos boquiabiertos. Y de las palabras pasó a la acción: le contó sobre el proyecto al cura Emilio Gabrielli quien le cedió un aula en el colegio de la villa. Y de allí a su sede actual, en calle de asfalto y en el primer piso de una modesta construcción, como todas, en la que su suegra había montado un comedor comunitario.
Una casa que Gonzalo siente como propia. Ahí está instalado, da clases, piensa ideas. Es su lugar en el mundo, acompañado por los vecinos
que vieron en esta propuesta una luz de esperanza.
"No vine a La Cava a mirar lo malo ni a ocupar mi tiempo libre. Vine para quedarme. La idea es ser una agencia en serio, trabajar para marcas, para ONG. Esto no es una escuelita. No queremos limosnas, queremos campañas de verdad, que nos prueben", desafía Gonzalo, que integró su agencia Mundo a este nuevo proyecto.
Los inicios no fueron sencillos: diez alumnos concurrieron a la primera convocatoria, y al rato se fueron ocho. Hoy son unas quince personas que no pagan ni cobran por estar ahí, con un perfil heterogéneo, como Roberto Blanco, de 28 años, que trabaja de seguridad en un local nocturno y estudia periodismo, o Norma Zakowicz, a cargo de un taller de costura en el barrio, que a los 40 años encontró motivación con este nuevo desafío.
Gonzalo asegura que "los alumnos van a aportar una mirada distinta a la que podría tener un publicitario de Barrio Norte, pero no quiero ni debo estigmatizarlos. Todo lo contrario. Yo los quiero por su talento. Son personas que sólo necesitan una oportunidad".
Ahora, mientras los alumnos aprenden trabajando, la agencia se abocó a tratar de solucionar algunos problemas del barrio echando mano a un concepto del rubro: aportar soluciones creativas a los problemas que proponen los clientes. Así, tomaron a La Cava como un cliente más y empezaron a trabajar en un plan de limpieza y reciclado de residuos. También, en la inclusión laboral con el proyecto Empresando, que propone un curso de orientación vocacional y de oficios, una entrevista ocupacional, un armado de CV y una simulación de entrevistas.
"Cuando dicen que viven aquí se les cierran muchas puertas. La idea es generar una buena dirección. Una especie de sello de garantía, de norma ISO 9002, con el aval de profesionales y de la propia agencia", cuenta Gonzalo que repite un concepto: tender puentes y ampliar horizontes.
"La publicidad es muy bastardeada. Dicen que inventa mundos, que alimenta la sociedad de consumo. Pero también produce empleo. Una peluquera o una maquilladora pueden trabajar en La Cava, pero también en una novela de Telefé. Acá hay chicos que en la computadora de su casa editan sus videos. Tienen que saber que hay empresas que pagan por ese trabajo", se entusiasma Vidal Meyrelles, en la sala donde las palabras pobreza, tierra, olvido y desempleo se tutean ahora sin rubor con target, brief, mercado y brainstorming, sin dejar de lado lo esencial: la búsqueda de la solidaridad.
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