Damien Hirst, el rey del marketing
Una cabeza de vaca en descomposición y cientos de moscas que nacen, se reproducen y mueren dentro de una enorme caja de vidrio. En eso consistía Mil años, la primera instalación realizada con animales por Damien Hirst, que llamó la atención de Charles Saatchi cuando la vio exhibida en una antigua fábrica de galletitas londinense, en 1990.
El famoso publicista no sólo compró la obra, sino que le propuso al enfant terrible del arte inglés financiar cualquier pieza que quisiera hacer. Así nació La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo, el tiburón sumergido en formol que marcó un hito en la historia del arte contemporáneo. El coleccionista estadounidense Steve Cohen pagó por él doce millones de dólares en 2004, y lo donó al prestigioso Museo Metropolitano de Nueva York.
Para entonces, Hirst y Saatchi ya estaban peleados. Quién promocionaba a quién era uno de los principales conflictos que alimentaban la batalla de egos. Aquel adolescente conflictivo nacido en 1965 en Bristol, que nunca conoció a su padre, tenía 30 años cuando ganó el prestigioso premio Turner y se destacó entre la provocadora generación de los Young British Artists. Pronto llegaría a convertirse en lo que es hoy: el artista vivo más cotizado de Gran Bretaña.
Una de sus obras más icónicas es Por el amor de Dios, una calavera de platino recubierta con más de 8000 diamantes, vendida por cien millones de dólares en 2007. Al año siguiente logró un nuevo récord, cuando duplicó esa cifra con la venta de 223 obras en una subasta... el mismo día que Lehman Brothers declaró su quiebra y desató una crisis económica internacional.
¿Intuición o marketing? Hirst siempre parece estar en el lugar justo, en el momento indicado. Volvió a demostrarlo el año pasado, al presentar en la Bienal de Venecia cientos de piezas supuestamente rescatadas del fondo del mar. Según él integraban el tesoro del "Increíble", un barco naufragado hace dos milenios. Se adelantó así a la idea de Ralph Rugoff, director artístico de la próxima edición de la bienal, que exhibiráobras relacionadas con la era de la posverdad.
En las últimas semanas Hirst volvió a ser noticia tras la inauguración oficial, en Qatar, de un hospital que instaló en la entrada catorce esculturas enormes realizadas por él. Representan el desarrollo de un feto, desde la fecundación hasta el nacimiento de un bebe de catorce metros de altura, y aparentemente permanecieron cubiertas durante cinco años debido a la polémica que desataron en el país árabe. Al igual que Banksy, otro rebelde nacido en Bristol que acaba de destruir una obra en plena subasta, siempre parece dispuesto a sorprender con un inesperado golpe de efecto.
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