Cuando pisó Madrid sintió que había llegado a su lugar en el mundo, donde logró abrirse camino en lo profesional y conseguir buenos amigos, hasta que un suceso doloroso la confrontó con el duelo postergado: “Emigrar te cambia quieras o no quieras”, dice
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Existen algunas personas que sienten haber nacido en el rincón equivocado del mundo, como si no pertenecieran a esa porción de la Tierra en la que les tocó crecer; su identidad, más allá de lo otorgado, pareciera añorar paisajes y comportamientos culturales jamás vividos. Así lo sentía Florencia, que desde siempre quiso irse de Argentina, un país amado, pero donde sentía que no pertenecía. Ella anhelaba probar, viajar, salir tras la búsqueda de otras experiencias para encontrarse en otras costumbres.
Fue en el año 2015, a punto de culminar sus estudios de abogacía, que sus ganas crecieron. `Me recibo y me voy´, se dijo, pero no tuvo el coraje. Aún hoy conserva todos aquellos mails que intercambió con diversas universidades del mundo.
Argentina parecía retenerla, pero no lograba detener sus deseos de cambio: “Hay algo en mí, que me gusta irme siempre, incluso de trabajos cuando no da para más. Me gusta el movimiento. Me puse en pareja y me volvieron las ganas: ¿nos vamos? No, me dijo”, rememora. “Pero yo sabía que si no viajaba me iba a arrepentir porque quiero vivirlo todo”.
Madrid en el horizonte: “Me sentía malvada porque pensaba que los estaba abandonando”
Florencia se casó, y a la par de su carrera de abogada, comenzó a desarrollar un gran talento en marketing digital, alentada por su fantasía de tener una herramienta que le diera sustento sin importar en dónde esté. Entonces, la pandemia llegó y alejó las fronteras de maneras inimaginables, lo que acrecentó su deseo de volar apenas pudiera: la vida es corta y no todo está siempre tan al alcance como uno cree, pensaba.
Esta vez, su marido contempló la idea de irse, pero bajo una condición: él debía viajar con trabajo. Y así fue, la oportunidad se presentó en Madrid y cuando el confinamiento llegó a su fin, Florencia anunció al mundo aquello que desde siempre había querido decir: `Me voy a vivir afuera´.
“Mi familia me apoyó desde el primer día. Yo me sentía malvada porque pensaba que los estaba abandonando, me miraba al espejo después de haber dado la noticia y me sentía horrible. ¿Por qué les hago esto? Amo mucho a mi familia, soy familiera, pero esto es algo más profundo, es impulso de vida”.
Mayores alegres, anonimato exquisito: “En Madrid sentí libertad”
Apenas pisó Madrid, Florencia sintió que podía respirar como nunca antes. Jamás olvidará el primer instante, apoyó las valijas y se dijo: `estoy en casa´. Casi de inmediato notó en las calles a personas adultas mayores caminando con soltura, tomando unas cañas y disfrutando de los barrios: “Es de lo más gratificante que vi”, observa al respecto.
La diversidad cultural también la impactó y exacerbó una exquisita sensación de anonimato: “Soy consciente de que no soy nadie, pues todos somos nadie, pero allá lo sentía más y eso me encanta. Ser nadie como todos, hay tanta gente que nadie te mira, no hay críticas. En Madrid sentí libertad. La amabilidad de la gente fue algo que noté enseguida, todos te dan una mano, eso hace que Madrid sea así: las personas. Cruzar la calle y tener 100% prioridad. El auto está acostumbrado a frenar aunque no tenga semáforo. El portero eléctrico funciona, le abrís al repartidor de comida con confianza. La posibilidad de viajar por Europa... todo está muy bien conectado. Uno de mis sueños era recorrer y conocer varios países y lo pude hacer”.
Emprender la odisea de conquistar clientes: “La verdad no me costó mucho”
Se establecieron en Madrid, donde pronto hallaron una rutina y un grupo de amigos. Para Florencia, tener vínculos se transformó en un factor primordial, la familia lejos de la familia. Desde el comienzo, ella supo que ejercer como abogada significaba emprender un camino complejo, donde debía estudiar cuatro años más para homologar. Decidió no hacerlo y apelar a sus conocimientos en marketing digital, hacerse monotributista en España e iniciar una intensa campaña para ganar sus primeros clientes.
Al miedo a no conquistar a nadie, Florencia lo combatió con actitud. Para su sorpresa, a la semana de haber llegado a España, consiguió su primer cliente: “Recuerdo estar en el airbnb provisorio y empezar a contactar posibles clientes. Enseguida una mujer me llamó (se acostumbra mucho a llamar directamente, sin vueltas) y me dijo que sí, que le interesaba mi servicio. ¡Listo, primer cliente adentro! La verdad no me costó mucho. Luego llegaron muchos por recomendación. Hay trabajo, tenés que ser flexible si no encontrás lo que querés, y tener paciencia”, asegura.
“Con un sueldo de 1500 euros podés vivir. Claro que en el centro de Madrid no, salvo que compartas piso. La mayoría, aun siendo españoles, comparten piso, eso es muy común, o una pareja y ambos ganando eso. Si te alejás del centro podés vivir por menos. Para vivir solo en el centro vas a necesitar al menos 3000 euros de salario”.
“En relación a la calidad humana, algo que me gusta mucho es que son directos ¿nos vemos mañana? nos vemos mañana. No hay vueltas o excusas, la gente se junta para `quedar´ y listo. Todos te incluyen. Recuerdo que el gimnasio al que iba era muy de barrio y la gente me escuchaba hablar y me decían `oye, eres argentina´, `amo tu tonada´ ,`me fascina cómo hablas´, `me haces acordar a Tini´”, continúa. “La comida, me quedo toda la vida con la argentina, la moda también. No pude hallarme en la moda española”.
Las facturas tardías: “Afuera mucha gente vive esto, pero poco se habla”
El sueño de volar se había concretado y Madrid parecía poseer la atmósfera de hogar anhelada. Sin embargo, el costado más duro de la emigración sacudió la realidad de Florencia con violencia. Su persona preferida en el mundo, su padre, se hallaba muy enfermo. La joven voló a la Argentina y logró despedirlo. Regresó a Madrid con un nudo inamovible y en lo que quedó del año, como pudo, atravesó el duelo de dejarlo ir.
Fue en junio de 2023, que el duelo de la emigración, pero sobre todo el de la pérdida de su padre, comenzó a pasar factura. Hasta entonces, Florencia había hecho cosas para distraer al inconsciente pujando por salir, pero cierto día de junio, mientras estaba en una clase de indoor, sintió un mareo extraño, se asustó y se retiró. El mareo continuó por la siguiente hora, en la que Florencia se buscaba el pulso sin encontrarlo: “Creí que me iba. Decidí ir a la guardia donde me hicieron de todo y la atención fue excelente. Fue la primera vez que había tocado una guardia allí. No me fui del todo bien pero no había nada más que hacer”, continúa.
Al día siguiente, aún mareada y con la vista nebulosa, Florencia no pudo salir de su casa y los miedos la asaltaron. Había sentido ciertos pánicos con anterioridad, avisos a los que no les había prestado atención, pero ahora la situación se había agravado y se sintió incapaz de tocar la calle.
“No podía bajar las escaleras, ni pensarlo. Estaba sufriendo de ansiedad. Afuera mucha gente vive esto, pero poco se habla. De afuera, Europa está romantizada. Es increíble, realmente lo es, pero tiene muchas cosas que no se ven o no se hablan. Yo viví el duelo de perder a mi papá durante mi primer año de emigrar, creo que los efectos los viví después”.
“Contarlo a mi familia fue un tema, porque decían `ay Flor, estás en Madrid, tenés que disfrutar´. Eso no ayuda, es difícil para el otro entender, yo misma pude haber sido así con otra persona. Pero esas opiniones no me ayudaban. Lo que realmente me ayudó fue la medicación psiquiátrica y la terapia. Jamás jamás pensé que iba a medicarme, estaba negada, siempre vi a la gente medicada como `está loca´ como un prejuicio o `pobre le faltan los jugadores´. Ahora me faltan a mí. Lo único que hice fue soltar, relajarme, no créeme la dueña del universo, dejar el volante por una vez y que me lleven (los profesionales en este caso). Cuando te resistís es peor. Me iba a dormir y se me dormía el cuerpo, dejaba de sentir mis latidos, sensaciones horribles. Nadie que no haya tenido ansiedad, depresión o ataques de pánico podría entenderlo, créeme”.
“Emigrar te cambia quieras o no quieras”
En ese encierro, Florencia solo pensaba en irse para Argentina y estar con su familia. A finales de agosto se empezó a sentir mejor, salía poco pero estaba lista para volar. El piso de Madrid se había vuelto una cárcel y quería liberarse.
Cuando llegó octubre, decidieron volver, pasar las fiestas con la familia y ver lo que el futuro deparaba. En Argentina, Florencia tenía a su vez un pendiente: rendir un examen para ser mediadora, una oportunidad que se presentó en diciembre.
“Entre mi depresión y el sueño pendiente de ser mediadora decidimos volver por un tiempo, sin certezas. La idea de regresar a Argentina nunca la tuve, no puedo decir que volví para quedarme. Creo que no lo podré decir nunca de ningún lugar. Emigrar te cambia quieras o no quieras. Lo que quería era estar cerca de mi familia y mi tierra para mejorar”.
Al arribar en Buenos Aires, el país atravesaba una ola de frío y Florencia enfermó. La depresión, mientras tanto, había regresado. Se habían instalado en la casa de sus padres y el golpe de volver de donde se había ido fue fuerte. En aquel hogar había vivido por muchos años, y a pesar del amor, lo sintió como un retroceso. Los pensamientos negativos la invadieron una vez más, y la terapia fue esencial.
“Cuando les pude contar a mis amigas que había llegado recibí los típicos mensajes `¿porque no me avisaste que estabas acá?´ La verdad ya no vibro con esos mensajes. Quise organizar para ver a mis más amigas y parecía que tenía que sacar turno `amiga estoy a full te aviso cuando pueda´, `estoy al palo´, `tenemos tiempo, ya vamos a poder coordinar´, así miles de situaciones bastante tediosas para organizar una juntada. No considero que tenga que sacar cita para ver a una amiga. No fue así con todas, pero sucedió. Algo que me dejaron mis amigos de España es la simplicidad en eso y así soy yo también”.
Argentina y aprendizajes: “Una parte de mí quiere salir corriendo y otra parte tiene esperanzas”
Hoy, Florencia está disfrutando del verano en una Argentina que sin dudas ama. Siente que ya no pertenece a su grupo de amigos de antaño, aunque se encuentra con un puñado, que son aquellos con los que todo fluye sin pensarlo tanto.
Cuando no quiera más, está segura de que se irá. Siente que su identidad late al pulso de Heráclito: lo único permanente es el cambio. Y en el camino, aprendió a no idealizar como solía hacerlo: ni Europa ni a nada. También comprendió que el cambio trae enormes riquezas, pero grandes pérdidas: es parte del trato.
“Hay que soñar, sí, pero también bajar a tierra un poquito al menos para volver a soñar. Creo que mi historia es la otra cara de emigrar, una de la que mucho no se dice o no se habla. Hoy, sinceramente, veo a mi país destruido, y para colmo, la casa que alquilé no tiene luz. Una parte de mí quiere salir corriendo a Madrid y otra parte tiene esperanzas. Hoy me encuentro dividida una vez más entre España y Argentina. Creo que nos pasa a todos los que emigramos”.
“Las cosas de Argentina que no me gustaban siguen estando: inseguridad, economía, algunos vínculos que no fluyen, rivalidad, egocentrismo, política. Pero lo que no sigue estando es como yo tomaba las cosas, lo veo distinto. El hecho de que quizás vuelva a irme es porque se activó algo en mí que no tiene retorno. Incluso estar acá no lo tomo como una vuelta porque no hay vuelta posible”.
”El día que decidiste dejar tu país lo cambia todo. Hay que estar preparado para tener el duelo de dejar tu familia, costumbres, amigos. Siempre estás dividido. Hoy estoy en Argentina y no sé hasta cuándo, pero mientras esté aquí haré que valga la pena. Me siento parte del mundo. La vida es un viaje de ida, estamos todos viajando en la misma nave llamada Tierra, y no hay marcha atrás”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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