Por una cuestión anatómica, afecta más a las mujeres que a los hombres, cómo manejar el dolor
- 5 minutos de lectura'
Hablar de trocanteritis es hacer referencia a un proceso invisible y silencioso, no tan conocido, que mayormente afecta a las mujeres por una cuestión anatómica. La pelvis femenina es más ancha que la masculina, y esto incide en la biomecánica muscular propiciando mayor riesgo de fricción e inflamación en la zona.
Cristian Mora, osteópata y kinesiólogo en Fisioscan, explica que esta patología se trata de un conjunto de síntomas que compromete a diferentes estructuras en la zona del trocánter mayor del fémur, el hueso más largo y fuerte del cuerpo. El trocánter mayor es un saliente lateral que se puede palpar fácilmente a la altura de la cadera en la parte externa del muslo. Allí se insertan muchos músculos, como por ejemplo los glúteos y el piramidal, otro músculo más profundo que viene desde el sacro. Algunas veces no solo está involucrado el trocánter, sino también las bursas, o los tendones que se insertan en esta zona.
Frente a diversos motivos, como pueden ser situaciones de estrés- y no solamente de estrés emocional- el tejido sufre una irritación y se manifiesta como dolor. Puede ser de inicio local, e incluso presentarse durante el reposo, sobre el lateral, estando acostado. Y luego irradiarse a lo largo del miembro inferior y llegar hasta la rodilla o incluso hasta el tobillo. En general el dolor aparece ligado a procesos inflamatorios que con el tiempo pueden afectar las actividades de la vida diaria.
Sobreuso, tensión o inflamación
El Licenciado Mora explica que dentro de las principales causas que ocasionan la trocanteritis, como es habitual en la mayoría de las lesiones, aparece el famoso “sobreuso”. Y que esto tiene que ver con un aumento del volumen, la intensidad, o la frecuencia en determinadas actividades sin respetar una progresión paulatina y coherente.
Otra causa común es la tensión excesiva, que se da generalmente por el acortamiento o sobrecarga de los músculos rotadores externos de la cadera como por ejemplo el glúteo mayor, o a una fricción del tensor de la fascia lata, otro músculo ubicado en la parte alta y externa, cerca de la cadera. O bien por una tendinitis (inflamación del tendón) del glúteo medio.
Pero esta afección no se asocia únicamente a la cadera: puede existir una implicación que venga desde otro nivel como algún bloqueo de vértebras lumbares o discopatía que genera inflamación. Se manifiesta como dolor en el trocánter mayor, que tiene ya un origen nervioso, un origen ciático, por su misma relación nerviosa.
Otros factores muy ligados a esta afección son los traumatismos en la cadera como pueden ser un golpe o una caída, el sobrepeso, y las asimetrías: diferencias de longitud entre un miembro y el otro o desbalances musculares. Y por supuesto, también la utilización de calzados inadecuados. Por último, enfermedades como la diabetes, la artritis reumatoidea, o las alteraciones tiroideas, también son agentes favorecedores de la trocanteritis.
Nadar, pedalear y trabajar la fuerza
Dentro de las principales acciones preventivas se recomienda la actividad física regular de intensidad moderada sin impacto como pueden ser la natación o el ciclismo, además de un buen trabajo de fuerza y flexibilidad. Deben incluirse ejercicios que tiendan a estabilizar todo el sistema osteo mio articular con trabajos de fortalecimiento de la zona pelvitrocantérea (músculos que forman la cadera y el muslo) y también del core o zona media.
Es clave además realizar siempre un buen calentamiento antes de comenzar con cualquier trabajo físico, que incluya ejercicios de movilidad articular y estiramientos dinámicos, y un aumento gradual de la intensidad. Otro punto determinante es respetar los descansos adecuados y realizarse chequeos como pueden ser un estudio de la pisada para determinar si son necesarias ortesis plantares (plantillas), un análisis de la marcha, y sesiones regulares de osteopatía.
Cuando el dolor ya está instalado es crucial recurrir a los procedimientos que bajen la inflamación: la aplicación de frío en la zona, y el reposo, la disminución o suspensión, según la gravedad del caso, de la actividad física o deportiva hasta que el dolor empiece a ceder. Enfatizar el trabajo de flexibilidad y dejar de lado por un tiempo todo tipo de ejercicios con impacto, como correr o saltar.
Para los amantes del running con esta afección, al momento de retomar, deben hacerlo de forma muy lenta y progresiva, con carreras cortas y siempre acudiendo a las bondades de la crioterapia casera: colocarse hielo al final de cada sesión. Y desde ya, acudir al médico y/o kinesiólogo para evaluar la evolución del caso hasta el correspondiente alta profesional. Algo muy importante a tener presente es que gran parte de las lesiones graves son producto de lesiones previas mal curadas, y que siempre, la prevención, será la mejor medida que podamos tomar.
Carolina Rossi es entrenadora nacional de atletismo y corredora, coordinadora del Running Team FILA.
Asesoró: Equipo de kinesiología y osteopatía de Fisioscan @Fisioscan
Temas
Más notas de Entrenamiento
Más leídas de Lifestyle
Revolucionario. Buscaba tener dinero y descubrió una fórmula que cambió al mundo para siempre
Superalimento. La semilla que regula el azúcar en sangre, reduce el estrés y ayuda a dormir mejor
No falla. El método para eliminar las chinches con ingredientes naturales
A tener en cuenta. El valor normal de colesterol después de los 60 años