Cuestionario Sehinkman: Eduardo Sacheri
"A mí el lenguaje inclusivo no me representa. En todo caso, espero que mis prácticas sean inclusivas", dice el escritor, que también habla del fútbol y de la pasión
Uno de los grandes temas sobre los que escribís es el fútbol. Vos contaste alguna vez: "Algo que aprendí del fútbol es que si vos te dejás insultar una vez, no paran más. Entonces, con el primero que me jodió que era gordito, me cagué bien a trompadas y no hubo más cargadas". En aquella época no existía el bullying como concepto. Los padres les decían a sus hijos: "Tenés que devolvérsela más fuerte". Esa escena en la que había que aprender a defenderse funcionaba como escuela de vida. ¿Cómo pensarías hoy la misma situación?
Entiendo que, por suerte, hoy hay más lugar para la palabra. En aquellos tiempos y en los ámbitos más diversos, a veces la acción venía a suplir el rol del lenguaje. Hoy podríamos pensarlo al revés: si uno tiene la chance de hablar sobre las cosas, existe una linda posibilidad de evitar la violencia en cualquiera de sus formas. Lo bueno de estos tiempos es que hay un montón de cosas que son más conversables. Eso no resuelve los problemas por arte de magia, pero está bueno vivir en una época donde la primera acción sea decir y buscar ser escuchado. Es mucho mejor que recurrir a la acción, que puede lastimar o lastimarte.
"El que no tenía talento, tenía que suplirlo con temeridad, por eso fui arquero. Si tenía que volver a casa con las rodillas sangrando lo hacía, porque así me ganaba el lugar en el grupo". Esa frase también es tuya, a propósito de cómo el fútbol propone una jerarquía en los grupos de amigos, una meritocracia deportiva. ¿Cómo te suenan ahora, con el cambio de época, tus palabras sobre el sacrificio y las rodillas sangrantes?
Sigo reivindicando el sacrificio, no creo que haya perdido valor. Ni el que se hace por uno mismo ni el que se hace por el otro. A lo mejor está bueno que el lugar del sacrificio sea más complejo que el simple arrojo para rasparte las rodillas y los codos en pos de tus amigos, pero me parece que en cualquier ámbito humano, una de las mejores cosas que vos les podés ofrecer a quienes comparten la vida con vos es tu disposición al esfuerzo, al cansancio y a la voluntad. Sigo confiando mucho más en el esfuerzo que en el talento. Si hay talento, mejor, pero si no hay esfuerzo no pasa nada.
Vos trabajaste mucho en tu escritura el tema de la pasión. Pero en el fútbol argentino, especialmente en las tribunas, muchas veces la pasión incluye, más que el festejo por el éxito propio, la humillación del rival derrotado. Y dentro de las formas de humillación estánlos cantitos que incluyen la disputa por la supuesta hombría:"Nosotros tenemos más h... que vos" o "Te vamos a c...". ¿Qué tipo de pasión sería esa y, en todo caso, evolucionará algún día hacia otra forma más sana?
El fútbol es un reflejo de otras cosas que pasan en la sociedad, de lo bueno y de lo horrible. Entonces, si vamos siendo capaces de mover a la sociedad hacia lugares más tolerantes, con más matices, a lo mejor, eventualmente, el fútbol también puede moverse en esa dirección. Hoy el fútbol que veo, lejos de ser algo complejo, matizado, problematizado, es algo básico, maniqueo, burdo. Pero no solo en los cantitos de las hinchadas, sino, te diría, en un montón de análisis supuestamente periodísticos. Esa creo que es la gran deconstrucción pendiente del propio mundo del fútbol. No me parece que sea un momento fácil para emprender un camino de mejora porque el fútbol parece empeñado en embrutecerse y los involucrados parecen caminar gustosos hacia allí. Yo siempre veo la pasión como algo complejo, interesante, pero lleno de peligros. No me parece que la pasión sea algo superficialmente reivindicable como bueno y punto. ¡No! La pasión puede ser horrenda, la pasión puede ser violenta, la pasión puede ser dañina para los demás. Todo eso, me parece, es una complejización que el fútbol se debe.
Vos seguís ejerciendo como profesor de Historia en colegios secundarios. ¿Recordás últimamente una pregunta de algún alumno que te haya hecho pensar o dudar?
Las inquietudes de mis alumnos, este último año, han tenido más que ver con toda la agenda de género de la actualidad que con cuestiones históricas recientes. No es que no les interese, pero en todo caso es un interés que tengo que suscitar yo con mis clases. Suponete: mis alumnas y alumnos me han interpelado más en relación con el uso o no del lenguaje inclusivo.
¿Y cuál fue tu respuesta?
A mí el lenguaje inclusivo no me resulta demasiado satisfactorio y no me representa. En todo caso, espero que mis prácticas sean inclusivas. Mis prácticas docentes y mis prácticas humanas. Y, si alguien se siente incómodo con mis prácticas, la que sea, me encantaría que me lo dijera y que lo tratásemos juntos, pero no me parece que el lenguaje sea determinante en ese aspecto. De hecho, hablando de historia, el inglés no es un idioma que distinga géneros y, sin embargo, en los siglos XVIII y XIX dio lugar a una de las sociedades más machistas del mundo, con lo cual, tampoco el no genérico del idioma garantiza nada al respecto. Lo que mueve nuestras prácticas en las direcciones correctas es otro montón de cosas más allá del lenguaje. Por supuesto que voy pensando en la medida que las cosas suceden. Si el día de mañana me demuestran científicamente la conveniencia de abandonar el género en el idioma español, bueno, tendré que hacerlo. Pero no es algo que a priori vea como necesario. Lo mismo les digo a mis alumnos.
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