Cuerpos reales: el desafío de aceptarse en plena era del body positive
Un pozo de celulitis en primer plano; las estrías que aparecen durante y después del embarazo y que se muestran con orgullo como si fueran la prueba irrefutable de que ese cuerpo albergó una vida. De pronto, los granos, las pecas, las manchas, las ojeras, las arrugas y demás imperfecciones salen del ostracismo y se muestran sin pudor en las redes sociales para hacer visible aquello que desde siempre tanto nos empeñamos en ocultar o combatir en el gimnasio o en el centro de estética y con filtros y PhotoShop.
De la mano de muchas famosas que se cansaron de aparecer como monumentos a la perfección, el movimiento global body positive (cuerpo en positivo) surgió como una manera de volver a poner acento en el cuerpo real. De visibilizar lo que es normal y, al mismo tiempo, normalizarlo.
En el país, Sharon Haywood le pone el cuerpo a la causa desde AnyBody Argentina, ONG desde donde promueven la diversidad corporal. La fundadora y directora de la institución sostiene que esta transformación está empezando. Cuando Haywood llegó a Buenos Aires desde Toronto, hace ya 15 años, una de las primeras cosas que le llamaron la atención fue el culto a la estética de las porteñas.
"Observé que había una uniformidad en las mujeres. Fue chocante ver tantas mujeres parecidas, armadas, operadas, con botox, teñidas de rubio. Si lo quieren hacer, está bien. Pero lo que está mal es que se sientan obligadas a hacer tantas cosas para verse bien con tal de cumplir con un altísimo estándar de belleza que no es el real", dice la activista de origen canadiense que vive en Buenos Aires.
Pero Según Haywood, que admite no sentirse muy cómoda con la expresión "cuerpos reales" porque significa que hay otros que no lo son, esto está cambiando. "Hay una glorificación a la mujer flaca y para nosotros todos los cuerpos son válidos. Muchas están empezando a cuestionar las cosas que aceptamos como normales. ¿Es normal ponerse bótox, es normal vivir a dieta todo el tiempo? No. La mujer está reaccionando. La gente quiere amar sus cuerpos, pero con todas las presiones de la industria de la moda y de la belleza, es una lucha desigual –plantea–. Es un desafío enorme amar el cuerpo propio. Incluso a mí me cuesta, tengo mis días malos a pesar de que fui sanando con el activismo. Es un proceso lento. Por supuesto tengo complejos, pero trato de no alimentarlos", dice la fundadora y directora de AnyBody Argentina, la sede local de Endangered Bodies (Cuerpos en Peligro de Extinción), una fundación global que está presente en varios países.
Aunque no estaba al tanto de la tendencia body positive, podría decirse que la arquitecta Gabriela Marchese encaja dentro de esta tendencia. En sus 54 años asegura que jamás se hizo ningún procedimiento estético. "Lo único que hice y que me hago es una limpieza de cutis y nada más. Ni siquiera me animo a la punta de diamante", cuenta y admite que siempre fue partidaria de la belleza natural. "Recuerdo que cuando empezó lo de las cirugías estéticas, me horroricé. Tengo amigas que se aplican bótox y ácido hialurónico en la cara, y la verdad es que yo no lo hago porque no me gusta, me parece muy invasivo, me da miedo. Y además estoy convencida de que lo importante pasa por otro lado, no si tenés celulitis, arrugas o unos kilos de más", reflexiona Gabriela, que asegura que en la Argentina hay una sobrevaloración de la belleza. "Creo que estamos muy pendientes de la imagen, me parece necesario relajar un poco, quitar presión sobre todo a las más jóvenes".
En este sentido, Gabriela intenta que su hija tampoco se obsesione con el físico. "Ella es chica y obviamente le importa el peso. Desde mi lugar de mamá trato de transmitirle que coma sano y que haga actividad física, y con eso es suficiente para sentirse bien. Pero hay algo que solo te lo da la madurez. Con la edad aprendés, los años te enseñan a aceptarte como sos", sostiene la arquitecta.
Por su parte, la psicóloga y escritora Beatriz Goldberg, autora, entre otros libros, de No estoy conforme con mi cuerpo ¿qué hago?, habla de la necesidad de amigarse con nuestra imagen. "Veo un cambio. Muchas famosas que se muestran sin maquillaje, sin Photoshop. Es una tendencia que baja un mensaje para los demás –dice Goldberg–. Pasaron de la perfección del 90-60-90 a mostrarse al natural, con imperfecciones. Creo que la presión es mucha y que algunas simplemente se cansaron y empezaron el camino de la aceptación –plantea–. Y esto no implica dejadez, sino mirarse desde otro lugar más amable y ver que todas tenemos puntos altos para resaltar. Cuando se pone el acento en lo negativo, en lo que no nos gusta, se vive en un estado de frustración y vacío permanente", advierte la especialista.
Carrera contra reloj
Más allá de los intentos de bajar presiones desde movimientos como el body positive o las fotos que muchas famosas y no famosas comparten de sus "defectos" en redes sociales, varias mujeres empiezan la carrera contrarreloj para llegar al verano. Dietas, tratamientos, horas y horas en el gimnasio para que ese bikini entre y pueda lucir su cuerpo en la playa forman parte de la agenda de muchas.
Pero aun entre las que buscan estas mejoras estéticas, la idea es que el resultado sea natural. "He notado que las pacientes en este último tiempo no se inclinan por la perfección, sino por verse mejor y sentirse bien. Para muchas venir acá ya es un momento de felicidad, de placer, de sentir que hacen algo para ellas. El resultado es importante, pero el hecho de robarle a su agenda una hora para sí mismas es mejor", dice Iliana Benzaquen, médica especialista en dermatología y una de las directoras del Centro Médico Barrancas, en Belgrano.
Raquel Romero Ramírez, de 27 años, reconoce que no está obsesionada con su imagen, pero sí le preocupa –y se ocupa– verse bien. "Hoy la estética es casi obligatoria, la sociedad te lleva a eso –admite–. Yo hago cosas para sentirme bien, para mejorar la calidad de la piel, como punta de diamante para renovar las capas de la dermis. Y también busco reducir centímetros, mejorar los defectos y que los cambios se noten. No estoy obsesionada, pero me gusta verme bien", dice mientras se somete a uno de los tantos procedimientos que lleva a cabo la doctora Benzaquen.
"Ningún tratamiento es mágico y perfecto, mejora, pero no borra. Los procesos no invasivos son paliativos, ayudan pero no son milagrosos. Yo opino y le digo a mis pacientes que cuanto más natural es el resultado, mejor. Pero pienso que no vivir pendiente de la imagen es una utopía: la parte laboral te obliga a estar bien. Uno vende su imagen, hagas el trabajo que hagas", reflexiona Benzaquen, que dice que de todos los tratamientos que más solicitan por esta época, el Venus Legacy es de los más pedidos.
El procedimiento se usa para combatir la celulitis, esos pocitos que suelen ser, por lejos, uno de los complejos estéticos que más padecen las mujeres. Y curiosamente, uno de los que más se busca "visibilizar" desde las redes sociales para que empiece a formar parte de la "normalidad" del cuerpo femenino. Con mensajes como "la celulitis nos hace más lindas" (Cande Tinelli) y "hablemos un poquito de la celulitis. La voy a mostrar… esto es un ser humano normal" (la actriz e influencer Belu Licius), las famosas intentan bajar un mensaje de reconciliación corporal. ¿Funcionará?
"Hoy hay mucho activismo online. No solo de famosas, sino de mujeres anónimas. Esto es más que una tendencia, es un cambio de verdad. Con esos mensajes estamos rechazando ser alguien que no somos –dice Haywood–. Eso no significa que no tengamos complejos. Pero queremos que esos complejos no nos hagan ser otra persona o perder nuestra identidad. Mientras que a los hombres las arrugas y las canas les quedan bien, los hacen lucir ‘sexy’, una mujer con canas y arrugas es una bruja. Por eso si una mujer quiere hacer algo para cambiar su cuerpo está bien. No es condenable. Pero estaría bueno que antes piense por qué lo hace. No se toma una decisión independientemente de las presiones externas".
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