Está la que juega a la Play Station hasta las cinco de la mañana; el ve que tres, cuatro capítulos seguidos de la serie sin levantarse de la cama o del sillón; los que se quedan chateando a la hora de la cena y a las dos de la mañana se dan cuenta de que tienen hambre y van a la heladera a buscar algo para comer. Pasar la cuarentena solo no es lo mismo que hacerlo en familia, con niños o niñas pequeños que, puntuales, se levantan a las 7 am al grito de "quiero desayunar"; pero de cualquier modo estar encerrado tantas horas es algo a lo que la mayoría de los argentinos no estamos acostumbrados. Los días se vuelven difusos: ya no hay lunes, miércoles y jueves sino mañanas, tardes y noches, con comidas intercaladas. El ánimo decae, a uno le molesta cualquier cosa y estas confusiones, que parecen inocentes, con el tiempo pueden transformarse en un problema. En Italia, en donde la cuarentena comenzó diez días antes que en nuestro país, subieron los índices de violencia familiar, los homicidios y los suicidios. Sin embargo para algunos, pocos, esta situación no es tan rara porque les recuerda a otras similares: quienes participaron en campañas antárticas forman parte de estos últimos y suelen tener buenos consejos para no perder la calma.
1- Poner las emociones entre paréntesis
El paleontólogo José O’Gorman tiene 35 años y 9 campañas antárticas. En varias de ellas, pasó días y días dentro de una pequeña carpa, esperando que un temporal de nieve siguiera su camino.
O’Gorman dice que, si bien la reclusión de la cuarentena no es igual al confinamiento antártico, se le parece bastante. "Algo importante es darse cuenta de que esto va a pasar: no vamos a estar encerrados para siempre. Y, por eso, es preferible poner entre paréntesis las emociones: no intentar resolver cosas complicadas en estos momentos (ya sea en relación a otros o en relación a nosotros mismos), porque después de muchos días de estar encerrados las emociones se distorsionan".
Después de muchos días encerrados, las emociones se distorsionan
O ‘Gorman comenta que todas las personas encerradas sienten cosas similares: a algunos los impacta más, a otros menos, pero la sensibilidad aumenta: todo molesta más. Y dice que en los campamentos es muy común que la gente se pelee ferozmente por motivos que, ellos mismos, a las pocas semanas consideren insignificantes. "Hay que aprovechar estos días para terminar tareas pendientes o para hacer introspección", dice: "Es un excelente momento para aguantarse uno mismo, cosa que no es nada fácil".
2- Hacer actividad física e intelectual para no pensar en círculos
En los dos años seguidos (1990 y 1991) que pasó en la base que hoy se llama Alejandro Carlini (en ese entonces denominada Jubany), Mariano Memolli cumplía un doble rol: era el médico y, al mismo tiempo, el jefe de la base.
Uno de sus mayores problemas durante el invierno era la pérdida de la noción del tiempo: tanto civiles como militares pasaban mucho tiempo encerrados y con poca luz y el reloj biológico se les desordenaba (como les ocurre a los bebés que se despiertan y lloran a cualquier hora). Para solucionarlo, los lunes Memolli establecía una reunión a las 7.30 am. "Yo sabía que, por lo bajo, la mayoría me puteaba por tener que levantarse tan temprano pero esa bronca era un signo concreto de que había empezado la semana", explica y dice que lo que quería evitar era el abandono: "La gente descuida la imagen, deja de hacer actividad física y tampoco se preocupa por la actividad intelectual y comienza a exasperarse y eso puede desembocar en depresión", indica y dice que si bien esto no es algo comprobado científicamente, era algo que se observaba a simple vista y, según le contaban, coincidía con lo ocurrido en las bases de otros países. "Cuando estaba por llegar el final del encierro de la depresión se pasaba a una hiperactividad emotiva: ansiedad por volver al Continente".
Cuando la gente descuida la imagen y deja de hacer actividad, puede desembocar en depresión
Memolli, que fue director de la Dirección Nacional Antártica y hoy trabaja en los hospitales Piñero y Balestrini, enuncia algunos consejos para sobrellevar el tedio de la cuarentena:
- Tener una mínima rutina que asegure cansancio físico: puede ser gimnasia o barrer, limpiar o pintar la casa.
- Tener una actividad intelectual y mantener la cabeza ocupada con desafíos (escribir, leer el diario todas las mañanas, leer una novela) que ayudan a no pensar en círculos o, en lenguaje llano, "no darse manija".
- Mantener una rutina cotidiana que tenga "permisos" los sábados o los domingos.
- Pensar en lo que uno cambiaría para vivir mejor. Definir metas a futuro, para cuando el encierro termine.
- Si uno vive solo, tener un cable a tierra para el momento en el que está angustiado o tiene miedo: escuchar una canción, ver películas que (aunque sean de lo peor de Hollywood) terminen con final feliz, hablar con alguien que tenga buena onda y sea positivo.
- Si uno vive con gente y no se siente bien, pensar e intelectualizar lo que le pasa y comentarlo con las personas con las que convive para que los otros estén advertidos de eso.
3- Conectarse a la realidad, sin excesos
Fernando "Chato" Cumil es sargento ayudante del Ejército y buzo antártico: de noviembre a febrero de 2020 estuvo en la base Primavera: sin Internet, comunicándose con sus familiares por radio, usando el "cambio" y el "corto". Cumil, que para entrenarse algunas noches corre entre 10 y 20 kilómetros y hace entre 800 y 1.200 abdominales en series de 20, divide a las personas entre los que practican deporte y las que trabajan en una oficina y luego se van a la casa. Estos segundos, cree, son los que desesperan en el encierro. "Lo primero que podría decirle a alguien que se desespera por estar encerrado es que piense si tienen Internet, si tienen luz, si tienen comida o alguien con quién hablar y, luego, que piensen en los chicos del Chaco que lloran de hambre: hay gente que está mucho peor", dice y explica que, en estos tiempos, la solidaridad es fundamental. "Uno no está encerrado porque le gusta sino porque es una forma de ayudarse y ayudar a otros".
En estos tiempos, la solidaridad es fundamental
En los días de cuarentena, Cumil buscó actividades para hacer: pintó su casa, buscó grupos solidarios y seleccionó ropa para donar, escribió, durmió (aprovechó a dormir cosa que no suele poder hacer), habló con amigos y escuchó música. "Hay que identificar lo que yo llamo ‘caprichos del ser humano’: en la Antártida pasa mucho que uno quiere un huevo frito o verdura fresca y piensa meses y meses en eso y cuando vuelve al Continente come ensalada durante una semana y después se olvida. Ahora, todos se quieren abrazar: la pregunta es si antes, cuando podían, también lo hacían o si es algo que uno quiere porque sabe que no se puede hacer.
Otra de sus recomendaciones es no estar todo el tiempo pendiente de las noticias o de las redes sociales. Informarse sobre el virus y sus consecuencias es necesario, dice, pero tampoco se puede estar pendiente del minuto a minuto durante todo el día porque sino uno se deprime. "Yo me cuido y me higienizo, pero no podemos hablar todo el tiempo de lo mismo. Debemos conectarnos con la realidad que nos rodea y disfrutarla".
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