Cuarentena: ¿quisieras que todo vuelva a ser como era?
Estamos viviendo un momento tremendamente difícil, a nivel personal, familiar y de la sociedad toda. Para muchos es el más difícil que atravesamos en nuestras vidas, encerrados en nuestras casas, temerosos de lo que la pandemia pueda hacernos a nosotros, a nuestros seres queridos, a nuestros trabajos. Y sin embargo, en medio de este escenario angustiante, hay una idea que me aparece una y otra vez y me resulta casi imposible de entender: pese al encierro, al riesgo de enfermar, a la situación económica complicada, hay ciertos aspectos de mi vida en cuarentena que me gustan más y quisiera que sigan así cuando este momento termine. ¿Cómo puede ser que en una situación de menor libertad, donde ciertas opciones deseables aparecen drásticamente limitadas, me encuentre a mí mismo tomando decisiones más alineadas con mis objetivos y valores?
Estábamos jugando nuestro partido y de repente nos sacaron la pelota. Por un tiempo nos quedamos paralizados, pero después, de a poco, empezamos a movernos y a hacernos preguntas: ¿hacía falta correr tanto? ¿A qué se puede jugar en estas condiciones? ¿Y si en vez de competir, colaboramos? Vivimos la vida en modo rutina. Gran parte de lo que hacemos no es producto de una decisión consciente, sino de un hábito. Y cuando un hábito se detiene, se vuelve visible, deja de ser una compulsión para convertirse en una elección.
Sé que en un momento de apremio parece absurdo pensar en el futuro. Pero aunque ahora cueste verlo, este momento tremendo va a pasar. Y quiero proponerles pensar en el día después. Planeando una columna de radio sobre este tema, armé una encuesta para saber qué les estaba pasando a los demás. El resultado sorprende. No solo no soy el único: 80% de las personas querrían que ciertos aspectos de su vida no vuelvan a ser como antes y cambien a partir de esta experiencia. ¿Y vos? ¿Quisieras realmente que todo vuelva a ser como era?
Si tu respuesta es que te gustaría que algo importante en tu vida o en el mundo cambie, tengo una mala noticia para darte: en casi todas las crisis previas en que parecía inevitable un quiebre, un antes y un después, prácticamente todo volvió a ser como era. Lo más probable es que si mañana nos devolvieran la pelota casi sin pensarlo nos pongamos a jugar igual que siempre lo hicimos. Aprender algo como resultado de la pandemia, sostener algunos de estos cambios, personales, profesionales o sociales, requerirá de una convicción y un esfuerzo sostenido o no sucederá.
Comparto algunos de los cambios que desearía ver yo. Quisiera que tomemos nota del impacto de nuestro estilo de vida sobre el mundo natural que nos rodea, que cambiemos la manera en que usamos las redes, que aprendamos a pensar de manera más largoplacista y más coordinada, que modifiquemos el espacio y el tiempo que damos a los vínculos en nuestra vida, que convirtamos el aplauso diario de las 21 en una muestra real de aprecio por los servidores públicos que se la juegan por nosotros, que aprendamos a vivir una vida más tranquila y menos centrada en el consumo, y varias cosas más. Para tratar de hacer realidad estos deseos, dedicaré una columna en este espacio en las próximas semanas a desarrollar cada una de las ideas. Ojalá compartas alguno de estos sueños, y que esto te inspire para impulsar tu propia agenda de aprendizajes y cambios, personales y sociales.