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Fue quizás uno de los días más fríos de junio. En una esquina de los cruces entre las avenidas Callao y Santa Fe, en pleno barrio de Recoleta, alguien los ofrecía en una caja de cartón. Tenían pocos días de vida y se mostraban asustados hasta que llegó personal de la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (UFEMA), que desactiva la venta ilegal y rescata animales. Una denuncia anónima había advertido sobre la venta de tres pequeños pollitos en plena vía pública.
Pronto fueron derivados a la Asociación Civil Pájaros Caídos para recibir atención veterinaria y los cuidados que necesitaran. “En cuanto los recibimos, notamos sus ganas de sobrevivir a pesar de que los habían tenido en la calle, en una caja, bajo el frio de invierno, sin agua y sin comida para ser comercializados como cosas, como objetos”, explica Clara Correa, fundadora y presidenta de la entidad.
“Una raza que no vive mucho”
Una vez a salvo, los pollitos fueron atendidos por la Dra. Rosana Mattiello, médica veterinaria. Los tres tenían coccidios -una enfermedad generada por un parásito que causa enteritis en múltiples partes del tracto gastrointestinal, perdida de la pigmentación, diarrea y, en casos severos, puede provocar la muerte del animal-. Se decidió entonces que necesitaban ser medicados. Al cabo de unos días comenzaron a mostrarse muy activos.
Como los pollitos aún tienen poco tiempo de vida, sus cuidadores no saben a ciencia cierta qué tipo de aves serán. Sin embargo, Clara Correa, que tiene años de experiencia en rescates de aves, estima que se trata de gallina Leghorn ponedoras blancas, que se caracterizan por su plumaje blanco, cola de gallo, patas amarillas y bien definidas y, por supuesto, la destacada puesta de huevos de cáscara blanca.
“Son una raza que no vive mucho porque son las que en la industria avícola se usan para consumo de huevos. Son las que más puesta hacen. Pero las modifican genéticamente para que no se encluequen, es decir, adquieran ese estado fisiológico normal en el que dejan de poner huevos para concentrarse en su incubación”, aclara Correa.
¿Cuánto vale una vida?
La industria avícola continúa creciendo e industrializándose en muchas partes del mundo. Sectores de la población que obtienen mayor poder adquisitivo junto con la urbanización han sido fuertes impulsores de este crecimiento. Según datos de Voicot, un movimiento artístico que está en contra de toda forma de explotación animal, entre 1961 y 2019, la producción de huevos se disparó de 15 a 90 millones de toneladas.
Un estudio realizado en la Universidad de Copenhague, reveló que la mayoría de las gallinas ponedoras en Dinamarca sufren fracturas óseas de quilla (una extensión del esternón, hueso del pecho). Se estima que las fracturas son el resultado de huevos desproporcionadamente grandes, que empujan el cuerpo del gallinero al punto de ruptura. Poner huevos demanda mucho de cada gallina y, como se buscan huevos cada vez más grandes, estos presionan a los cuerpos desde adentro.
El estudio examinó 4.800 gallinas en 40 grupos diferentes y encontró fracturas en casi 4.100. Es el estudio más grande de este tipo y ha demostrado que alrededor del 85% de las gallinas ponedoras sufren estas fracturas. Por este porcentaje altísimo, los investigadores detrás del nuevo estudio no dudan en considerar esto un gran problema a escala global para el bienestar animal.
“Vemos estos tipos de fracturas en todos los sistemas de producción. Es decir, independientemente de si las gallinas se mantienen en jaulas, o si son gallinas orgánicas o de galpón o sin corral. En otras palabras, es un problema generalizado en todas las partes de la industria”, dijo la investigadora Jens Peter Christensen. Las gallinas antes de la intervención de la industria animal ponían en promedio 20 huevos por año. Hoy ponen alrededor de 320 huevos por año.
Un futuro en libertad
“El concepto de valor tiene relación directa con nuestra escala de valores o nuestras creencias, como así también con el enfoque con el que lo medimos: filosófico, economista, etc. Pero también, y ahora más que nunca, se utiliza la palabra especista. ¿Hay animales mas importantes que otros? ¿Desde qué enfoque los catalogamos? ¿Si usamos los sentimientos estamos dejando de lado la razón? ¿Hay manera de que convivan la razón y la emoción? ¿Qué valor tiene para cada uno la vida de ese pollito que vendían en la vía pública?”, reflexiona Clara Correa.
Una vez que el juez que interviene en la causa disponga su adopción, los pollitos estarán listos para irse a un hogar donde se los ame y respete por lo que son. “Buscamos adoptantes que quieran abrir su corazón para incorporar estos pollitos a su familia como un miembro más. Esperamos que puedan vivir libres en un campo, una quinta o una chacra con un espacio donde tenga la posibilidad de correr, tomar sol, bañarse y disfrutar de la vida. Los pollitos que se crían para consumo de huevos no sobreviven más de dos años, pero sueltos y en buenas condiciones de salud alcanzan los 7 u 8 años. Esperamos que ese sea su futuro”, concluye Correa.
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