¿Cuántas uvas conocemos?
P ara la mayoría de los consumidores son muchas las variedades de uva que existen aunque, si alguien hace la cuenta y nombra las que vienen a su mente, llegaría a una veintena. Entre las blancas que más suenan están chardonnay, sauvignon blanc, torrontés, viognier, pinot gris, pinot blanc, riesling, la difícil de decir (gewürztraminer), o la moscatel, que no debería faltar en la lista, ya que es una cepa muy plantada y reconocida. En el recuento de uvas negras podría encabezar la lista la malbec, seguida por cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot, syrah, pinot noir, bonarda (que fue la cepa más plantada en la Argentina), tempranillo, sangiovese, pinot meunier, petit verdot, tannat y carmenère, haciendo honor a variedades de países vecinos, Uruguay y Chile.
Considerando el campo vitivinícola mundial la suma se eleva a más de 3000. ¿Cómo es posible que en uno de los principales países productores mundiales, como es la Argentina, se limite a tan pocas? Porque la mayoría se encuentra en Francia, España e Italia, con variedades autóctonas de denominaciones de origen muy reconocidas, o no tanto, pero que admiten muchas uvas. Así se creó el concepto del varietal.
Según cada legislación, cada vino debe elaborarse a partir de un porcentaje alto de una variedad admitiendo otras en proporciones menores. Para la Argentina la exigencia es un mínimo de 85%. A los otros vinos se los conoce como de corte, blend, assemblage y genéricos.
Otro dato: mucha gente confunde variedades con zonas. Persiste el error de considerar a Chablis o Borgoña como uvas, cuando son regiones cuyos nombres trascendieron fronteras.
Pensar en 3000 variedades es admitir que podrían existir infinidad de vinos, que se diferenciarían por la variedad y el viñedo donde se cultivan. Lo mejor es disfrutar de aquellos a los que por precio o lugar de residencia podamos acceder.
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