A pesar de todo el componente subjetivo del sentimiento, se podría crear una mezcla a partir del uso de ingredientes que generan una serie de efectos químicos en el cerebro
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¿Qué nos hace sentir enamorados? ¿Podemos hacer algo para sentirlo ya? Soy biomédica y entusiasta de la neurociencia, y me planteé la tarea de hacer una poción de amor científicamente acreditada. Empecemos por el principio.
Los humanos estamos obsesionados con el amor. Pero, ¿por qué lo sentimos? ¿Por qué existe el amor? “Los humanos somos una especie increíblemente cooperativa, no porque nos amemos, sino porque tenemos que sobrevivir”, dice la doctora Anna Machin, antropóloga evolutiva de la Universidad de Oxford que investiga la ciencia detrás de nuestras relaciones más cercanas. Su teoría es que, “en un mundo ideal, todas las especies serían solitarias porque es muy, muy difícil cooperar entre sí.
“Pero hemos desarrollado redes sociales muy complejas en las que no solo amamos a los amantes, sino también a los niños, la familia, los amigos, las mascotas, Dios, etc. Esto es porque necesitamos hacer tres cosas clave:
- Sobrevivir
- Subsistir: encontrar nuestra comida, construir un refugio y aprender una gran cantidad de información
- Criar a nuestros increíblemente dependientes hijos
“El problema es que vivir con otra gente es realmente difícil. En primer lugar, tenés que existir dentro de una jerarquía muy estricta, y eso significa que pasás gran parte de tu tiempo monitoreando dónde están todos los demás. Además, la gente no es muy amable a veces. Miente, engaña y roba. Así que ser cooperativo es muy estresante. Entonces, en el nivel más básico, el amor es un soborno biológico formal que la evolución ideó para asegurarse de que comenzamos y, luego, invertimos y mantenemos las relaciones que necesitamos para sobrevivir”. Y para sobornarnos, la biología se asoció con la química.
Los primeros ingredientes
Hay cuatro sustancias químicas clave que son responsables de la sensación de amor. “Cuando comenzás una relación, ese momento en el que te sientes atraído por alguien, se libera oxitocina y dopamina, que son muy importantes en esa etapa. La oxitocina reduce tus inhibiciones para comenzar nuevas relaciones sociales y calma el centro del miedo de tu cerebro, la amígdala”.
La oxitocina es probablemente la más estudiada de las cuatro sustancias químicas clave. Se le llama coloquialmente “la droga del amor”, pero realmente las otras tres sustancias son igual de cruciales cuando se trata del amor.
“La dopamina es el químico de recompensa de tu cuerpo, pero cuando se libera en relación con la atracción y el amor, es para motivarte a hacer un esfuerzo -para que vayas a charlar con la persona que te gustó- pues la oxitocina es fabulosa, pero si la libera sola, puede hacerte sentir tan relajado que no te molestás en hacer nada”. Entonces, echemos esos dos productos químicos en el caldero.
Hay un tercero que también es crítico al comienzo de una relación: la serotonina. “Pensamos que está asociada con los aspectos obsesivos del amor. Al principio de una relación, sencillamente te obsesionás: hablás constantemente de esa persona y querés estar con ella todo el tiempo. Incluso en una relación a largo plazo, tenés que estar vagamente obsesionado con tu pareja para molestarte en coordinar tu día con ella o preguntarle cómo está”.
Pero tenemos un problema. “El amor humano puede durar décadas, y la oxitocina y la dopamina son fabulosas, pero nos volvemos tolerantes a ellas, y sus efectos no duran mucho tiempo”. Necesitamos algo más.
El químico de enlace clave que sustenta el amor humano a largo plazo es la beta endorfina. “Lo logra siendo altamente adictiva. Cuando interactuás con alguien que amás -lo tocás, te reís, lo abrazás-, recibís una dosis masiva de beta endorfina, y sentís euforia, calidez, alegría y seguridad... esos sentimientos de estar enamorado. Y luego, cuando te alejás de ellos, experimentas el síndrome de abstinencia, que te obliga a volver para satisfacer ese anhelo irresistible. Funciona exactamente de la misma manera que cualquier opiáceo”. Entonces, tenemos: oxitocina relajante, dopamina vigorosa, serotonina obsesiva y beta endorfina adictiva... ¿convendrá añadir afrodisíacos?
El deseo
“Hay mucha evidencia anecdótica a lo largo de la historia sobre los efectos de los afrodisíacos, pero las pruebas científicas no tienden a respaldarla”, tal como señala la doctora Kate Lister, quien subraya -además- que “es algo muy difícil de medir en un laboratorio”. “Si considerás que algo es afrodisíaco, probablemente lo será: el efecto placebo está bien documentado”, añade la historiadora del sexo y autora de La curiosa historia del sexo.
Cuenta que muchos “afrodisíacos” obtuvieron ese estatus porque se parecen un poco a los genitales: espárragos, zanahorias o incluso cuernos de rinoceronte fálicos; u ostras, papaya o higos, que evocan la vulva. Así que a Kate le pareció buena idea incluir algunos de ellos en la poción, y nos dio otras ideas.
“¿Sabés qué solían tener en el siglo XVI fuera de los burdeles? Ciruelas pasas guisadas porque pensaban que era buenas para la libido. Otro es el tiramisú. Su origen es muy debatido, pero se dice que fue hecho para ser comido en burdeles italianos para darle energía a los clientes”.
Lo que hay que evitar a toda costa
Vamos acumulando ingredientes, pero sería una lástima que incluyéramos accidentalmente uno que lo arruinara todo. ¿Hay algo que se deba evitar?
“A lo largo de la historia, se creía que si querías suprimir los impulsos sexuales, necesitabas comer alimentos insípidos y aburridos -señala Lister-. De ahí provienen los corn flakes u hojuelas de maíz. John Harvey Kellogg, el inventor, fue parte de una brigada contra la masturbación de finales del siglo XIX y principios del XX, y esa fue una de las razones por las que creó los corn flakes”. Y nuestra poción solo admite sabores vibrantes e intensos, pero ¿qué tipo de aromas?
¿Cómo debe oler?
“Nunca se había estudiado científicamente cómo los olores pueden afectar la excitación sexual, a pesar de la cantidad de perfumes que hay”, cuenta el neurólogo y psiquiatra Alan Richard Hirsch, director neurológico de la Fundación de Investigación y Tratamiento de Olor y Gusto en Chicago. Entonces, hicimos un estudio original que analizó a estudiantes de medicina a los que les presentamos todo tipo de olores, perfumes y colonias diferentes y medimos el flujo sanguíneo del pene. Como olor de control, que pensamos que no tendría ningún efecto, usamos el aroma de los bollos de canela horneados. ¡Y los bollos de canela tuvieron un efecto mayor que todos los perfumes juntos!”.
A partir de eso, Alan estableció un experimento más grande que estudiaba a los hombres en la población general de Chicago de 18 a 64 años. “Experimentamos con todo tipo de perfumes y un montón de alimentos y encontramos que...
- El olor que más aumentó el flujo sanguíneo del pene fue una combinación de lavanda y pastel de calabaza
- El segundo fueron donas y regaliz negro
- El tercero fue el de pastel de calabaza y donas”
La mejor teoría que se nos ocurrió fue que, en nuestro pasado evolutivo, las personas tenderían a congregarse alrededor de sitios donde había comida y, alrededor de la comida, tendrían una mayor oportunidad de encontrar pareja.
¿Qué sucede con las mujeres? Alan hizo otro estudio y encontró que el aroma que más efecto tenía en la excitación sexual femenina fue una combinación de caramelo de regaliz y pepino, aunque -por supuesto- no es tan simple. Cada individuo responde de manera distinta.
“Además hicimos el estudio en Chicago; la gente de otros lugares probablemente tiene referencias hedónicas olfativas completamente diferentes”. Lo importante es que el poder del olfato cuenta. “Muy a menudo apelamos a lo visual, que está mediado por la parte lógica del cerebro, mientras que el olfato es pura emoción. Por lo tanto, si quieres inducir un cambio en el estado de ánimo o las emociones de alguien más rápido que con cualquier otra modalidad sensorial, usa el olfato”.
Neuroquímicos, afrodisíacos, aromas... ¿faltará algo más? Según el profesor de Psicología Social de la Universidad Anglia Ruskin, Viren Swami, definitivamente sí.
Tu decisión
“A menudo olvidamos que, tal vez no tanto la atracción, pero el amor y el mantenimiento de las relaciones también es una elección. Elegimos estar enamorados. Elegimos comportarnos amorosamente y elegimos cuidar a otras personas”, dice el autor de Atracción explicada: la ciencia de cómo formamos nuestras relaciones: “Las personas que se centran en cosas como los genes y la neurociencia nos absuelven de esa responsabilidad diciendo ‘no eres tú, no has tomado una decisión consciente, es tu cerebro diciéndote que te sientes de esta manera’. Pero incluso si hay un sentimiento inicial que no se puede controlar, en última instancia, escogemos enamorarnos”.
Viren recordó las palabras de Erich Fromm, autor de El arte de amar, quien dijo: “El amor no es un sentimiento, sino una práctica”. “El amor por si solo es inútil. Si estás sentado en casa solo y enamorado, pues genial pero ¿y qué? Si salís al mundo y decís: ‘Amo a esta persona, a este grupo de personas, a mi comunidad, a la ecología, a los animales o lo que sea, así que voy a hacer esto por ellos’, estás demostrando amor y es mucho más significativo”.
Esto se está volviendo un poco filosófico, pero tiene razón: agreguémosle a la poción algunos de esos maravillosos ingredientes abstractos. Una cucharada de libre albedrío, para empezar, pues no somos solo una bola preprogramada de neuroquímicos; una buena pizca de altruismo; un toque de amabilidad; una taza de comunicación; etc. “El otro ingrediente que diría es -y esto también se remonta a Erich Fromm- que no tiene sentido amar a otras personas si primero no te amas a ti mismo”.
¡Lista la mezcla!
Esos ingredientes abstractos fueron añadidos a la mezcla de tiramisú, higos y ciruelas guisadas, cuyas dudosas propiedades afrodisíacas están reforzadas por un potente cóctel neuroquímico de oxitocina, dopamina, serotonina y beta endorfina. Y he agregado un par de rebanadas de pastel de calabaza para los caballeros y regaliz para las damas, para que tenga ese olor sexy que buscamos.
Al final, por supuesto, la mezcla no es mejor que el tónico de amor de mosca española triturada servido por los antiguos griegos o los sospechosos pasteles de seducción medievales hechos de sudor, sangre y otros fluidos corporales. Pero aunque nunca esperé poder embotellar el amor, tal vez sí podamos aprovechar la receta.
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