Cuáles fueron las cinco batallas más sangrientas de la primera mitad del siglo XX en Europa
Pese a la crudeza en sí mismas que tuvieron la Primera y la Segunda Guerra Mundial, algunas de sus ofensivas se recuerdan en la actualidad especialmente por la gran cantidad de muertos que dejaron
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Desde el inicio de la humanidad, los conflictos más importantes se definieron a través de guerras, y con ellas, surgió una nueva definición territorial que costó la vida de millones de personas. Muchas de las batallas se caracterizaron a su vez por ser muy sangrientas.
Durante la primera mitad del siglo XX, si bien es cierto que las guerras mundiales reorganizaron el mapa político, económico y social de forma tal que se establecieron nuevos centros de poder, también arrasaron con todo a su paso.
Es así como entre 1914 y 1945, se desarrollaron las contiendas más sangrientas y desoladoras de Europa. Acompañadas de innovación industrial y de armamento, la revolución bélica significó en sí misma una máquina de sumar muertos que los avances en la resolución de conflictos y la celebración de la firma de sendos tratados de paz -que pusieron fin a las disputas-, no pudieron ocultar. A continuación, un listado de las cinco batallas con el costo de sangre más alto en el viejo continente.
La batalla de Verdún (1916)
Más de cien años después, Verdún representa el espíritu de la resistencia francesa frente al asedio de las tropas alemanas durante la Primera Guerra Mundial, además de ser la mayor y más larga batalla de ese período. El objetivo de Alemania consistió en la toma de la ciudad y sus fortificaciones, así como en infligir bajas masivas para debilitar al ejército al punto del colapso, una meta ya lograda contra los rusos entre 1914 y 1915. Para ello, se valieron de artillería pesada compuesta principalmente por cañones.
Por un lado, el ataque lo lideró el general alemán Erich von Falkenhayn, jefe del Estado Mayor del Ejército germano. Por otro, las trincheras francesas las comandó Philippe Pétain, general del Estado Mayor y cuyo desempeño durante la batalla le valió posteriormente el título de “vencedor de Verdún”.
Entre el 21 de febrero y el 18 de diciembre de 1916 se contabilizaron más de 750.000 soldados heridos o muertos en la lucha por la toma de la ciudad, y pese a la potente ofensiva de von Falkenhayn, no logró doblegar a Francia de forma tal que se viera obligada a negociar la paz.
La victoria -aunque parcial- fue para Francia y durante 303 días, los galos nunca se quebraron. Si bien el registro de las bajas varió con el paso de los años, en 2014, el historiador William Philpott determinó que 976.000 hombres murieron en conflicto y 1,25 millones de personas sufrieron en la ciudad durante el conflicto.
La batalla del Somme (1916)
El Somme es para el Reino Unido lo que Verdún fue para los franceses. Libradas prácticamente de forma paralela casi en su totalidad, el principal objetivo de este ataque fue aliviar la presión que los aliados recibían en Verdún y distraer a las tropas alemanas. Aunque más corta, ya que se libró entre el 1° de julio y el 18 de noviembre de 1916, tuvo un número de bajas superior que la del departamento de Mosa.
Uno de los momentos más memorables de Somme es su mortífero inicio, cuando en tan solo 24 horas, los británicos sufrieron 57.470 bajas, y de las cuales casi un tercio fueron mortales. El principio de esta batalla lo precedió el cavado de galerías por debajo de las trincheras alemanas para colocar cargas explosivas que se detonaron a las 7.20 del 1° julio.
Una vez que se escuchó el estruendo, británicos y franceses iniciaron el avance hacia el territorio enemigo y, tras observar que muchos alemanes sobrevivieron, comenzó el ataque con ametralladoras. De acuerdo con Matthias Strohn, historiador de la Universidad de Buckingham, 1916 fue un año donde las batallas de desgaste mostraron la crudeza de la guerra. En este conflicto se utilizó por primera vez en la historia un tanque, el Mark I -desarrollado por Reino Unido- tripulado por ocho personas y difícil de maniobrar.
En la batalla también participó Adolf Hitler, quien en aquel momento era únicamente un soldado. Luego de resultar herido en una pierna, lo trasladaron al hospital Beelitz-Heilstätten, donde estuvo internado casi dos meses, entre octubre y diciembre de 1916.
Entre las consecuencias de este ataque estuvo la muerte de casi medio millón de alemanes, que significó la mayor parte de sus tropas de infantería y gran cantidad de oficiales. Sin embargo, la mayor pérdida la tuvieron los franceses y británicos, cuyas bajas se contabilizaron en 200.000 y 400.000, respectivamente.
Del Imperio británico, la peor parte se la llevaron ingleses e irlandeses, con 350.000 muertos, canadienses que sumaron 24.000 y australianos 23.000.
En relación al costo humano, el éxito de la batalla no fue significativo, ya que solo se consiguió que las tropas alemanas retrocedieran apenas ocho kilómetros en el valle del Somme, una distancia considerablemente inferior a la planificada desde el principio, lo que se tradujo en un resultado no representativo que marcó a toda una generación de británicos.
La ofensiva Brusílov (1916)
Considerada como la operación militar de mayor envergadura del ejército ruso durante la Primera Guerra Mundial, tuvo lugar apenas un año antes de que el país se desmoronara y se retirara del conflicto para continuar posteriormente con la Revolución rusa.
El ataque de Rusia constituyó una de las peores crisis bélicas para las Potencias Centrales, es decir, los Imperios austrohúngaro y alemán.
El asedio llevó el nombre del general del Ejército Imperial ruso que lo comandó, Alexéi Alexéievich Brusílov, y se trató de un plan preparado meticulosamente y con abundante información acerca de las posiciones enemigas, así como un importante trabajo previo de organización de las tropas. La batalla tuvo lugar entre junio y septiembre de 1916 en el frente occidental en relación a donde ocurría la de Verdún.
Pese a que este conflicto significó para los Imperios Centrales bajas cercanas al millón y medio entre muertos, heridos y prisioneros, la ofensiva no fue decisiva al igual que todas las batallas en el marco de la Gran Guerra libradas hasta ese momento. No obstante, dada la cantidad de frentes abiertos, los alemanes se vieron obligados a retirar un número importante de tropas del frente occidental que hubieran podido ser determinantes en Verdún o en el Somme.
El sitio de Leningrado (1941-1944)
La agresividad y crueldad que se vivió en Leningrado, dentro de la Operación Barbarroja -invasión alemana de la Unión Soviética- duró más de dos años, de septiembre de 1941 a enero de 1944. De allí que el bloqueo nazi, apoyado por los finlandeses, se tradujera en hambruna para la población civil, lo que disparó el número de muertos. Entre las bajas militares se contaron más de medio millar por el lado alemán mientras que el soviético superó el millón.
“El objetivo de los nazis era sellar la ciudad y matar de inanición a toda la población civil, dos millones y medio de personas, incluidos medio millón de niños”, señaló el historiador británico Michael Jones en El sitio de Leningrado, 1941-1944. En ese sentido, Adolf Hitler esperó a que el invierno, la nieve, la temperatura polar, la falta de alimentos y de medicinas se encargaran de todo.
La ciudad estuvo a punto de perecer de no ser por un corredor que se estableció a través del gélido lago de Ládoga, y por donde llegó una mínima ayuda a los sitiados. El progresivo desmoronamiento de Alemania a partir de 1943 permitió levantar el cerco de Leningrado. Actualmente, todavía existen diferencias en relación al número de muertes civiles, mientras que algunos contabilizaron 600.000 ciudadanos muertos, para otros la cifra es superior a 1.200.000.
La batalla de Stalingrado (1942-1943)
En el marco de la Segunda Guerra Mundial y durante la invasión alemana de la Unión Soviética, el Ejército Rojo y la Wehrmacht protagonizaron durante 200 días, uno de los encuentros más cruentos, con bajas que superaron los dos millones entre soldados de ambos bandos y civiles soviéticos.
Fue así como entre el 23 de agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943, la Alemania nazi y y sus aliados del Eje lucharon por el control de la ciudad de Stalingrado. El antecedente de esta batalla fue la Operación Azul iniciada por los germanos y cuyo objetivo se centró en las riquezas minerales y petrolíferas del Cáucaso. En ese sentido, entre las contingencias estratégicas se encontraba la actual Volgogrado, cuya conquista pretendió cortar el suministro de recursos del Ejército Rojo.
El resultado fue una de las peores batallas que se recuerdan. En pleno invierno polar, el Sexto Ejército alemán -destruido en su totalidad en aquel enfrentamiento-, apoyado por la caballería y por el ejército rumano, italiano y húngaro, trató infructuosamente durante meses de reducir a los soviéticos en Stalingrado.
Por su parte, y pese a que el Ejército Rojo disponía de menos armamento que su oponente, nunca se doblegó y tras forzar la destrucción de las tropas alemanas y la liberación de la ciudad, consiguió la victoria. A partir de 1943, los soviéticos recuperaron por primera vez la iniciativa en el frente y marcaron el principio del fin nazi.
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