Puede una canción destruir toda la antimateria que nos rodea y convertirla en belleza? Pregúntenle sino a María Cristina de Giacomi, conocida popularmente como Cris Morena, un paradigma de esta fórmula o proceso que la gran mayoría del mundo consideraría imposible y hasta una ingenuidad supina. Combatir la negatividad, reponerse al golpe más duro que podría sufrir una madre, como es la pérdida sorpresiva de una hija, escaparle a una vida predeterminada por el contexto social, forjar una carrera superexitosa y transgeneracional en una industria dominada por la masculinidad, salir y entrar con libertad de los medios más rutilantes, trabajar solo con las personas que elige y sostener una convicción ética y estética granítica, inamovible y sin concesiones...
¿Cómo lo logró? "Siempre primero es la canción", dice sin una pizca de duda sobre su arma más poderosa contra el mal. Y, cabe añadir, posee más de 700 composiciones editadas para librar muchas batallas. "Para mí, la armonía es belleza y la belleza es un don del universo y donde no hay belleza no hay amor, no hay nada. Y cuando digo esto no quiero decir que no puede haber belleza en un lugar destruido, de hecho las flores muchas veces crecen en el barro. Pero son esas cosas mágicas que suceden en esos lugares y que tenés que aprender a mirar con los ojos del corazón. Creo que todo tiene que estar rodeado de una armonía que lo defina a uno. En mi caso, con la gente que quiero estar en el espacio que quiero estar y no hago nada que no quiera hacer", dice Cris Morena, que el próximo 5 de septiembre dará, quizá, el paso más comprometido de su trayectoria. Ese día cumpliría 44 años su hija Romina Yan, que falleció hace ocho, y su madre decidió homenajearla –junto con Gustavo Yankelevich– con un recital, ViveRo, en el Teatro Gran Rex, donde se interpretarán cerca de 12 canciones que ella compuso inmediatamente después de aquel episodio fatídico. Esas melodías, inéditas y que nunca fueron tocadas en público, son la alquimia, como define ella, con la cual trascenderán más allá del hecho irreversible de la muerte. Del espectáculo que será transmitido por Telefé participarán, además de su familia, Agustina Cherri, La China Suárez, Abel Pintos y Nicolás Vazquez, entre otros.
–¿Cómo te sentís en este momento de tu vida?
–Me siento con una energía positiva muy grande, muy vital y con muchas ganas de devoluciones, de agradecimientos, de estar al servicio de otros. Todo lo que hago, o las dos cosas con las que estoy más involucrada tienen que ver con ponerme al servicio. Una de las cosas es ViveRo, que para mí es un acto de alquimia en cuanto a transformar el dolor, la tristeza, las zonas más oscuras que uno pueda tener en vida, en amor y, el otro es OM, Otro Mundo, un espacio de aprendizaje en el que estamos trabajando desde hace dos años muy a fondo y que representa el deseo íntimo de ser punta de lanza de un cambio, de un movimiento revolucionario de transformación para el aprendizaje. Y es parte de una devolución, un gracias a todo lo que he recibido de los niños y de la gente. Me encuentro en un momento de preguntarme de quiénes quiero estar rodeada y sigo apostando por los niños y los jóvenes.
–Es un presente muy activo.
–Creo que en situaciones como las que yo he vivido, que son límites, como la pérdida de un hijo, y sobre todo de esa forma tan instantánea, no hay término medio: o uno se vuelca a la vida o hacia lo denso, al pasado y, básicamente, a la muerte.
–¿Tenés alguna faceta densa? Porque quien no te conoce podría imaginarte siempre más cerca de los colores que de la oscuridad.
–Siento que soy una persona que nunca perdí al niño interior. No es que lo estoy reciclando, sino que soy una persona que tiene muchas características de los niños: por ejemplo, soy muy literal. Me guía una idea del compromiso como la de los chicos; vos me decís una cosa y esa cosa es. En ese sentido, tengo una mirada de sorpresa permanente frente a la vida que me permite crear e inspirarme permanentemente.
–No sentís el temor de que ViveRo pueda ser interpretado no como lo concebiste, sino como algo luctuoso.
–No, al contrario. Estoy absolutamente convencida de que le va a hacer bien a muchísima gente, porque es un acto de amor bestial, increíble, con una energía positiva maravillosa. Por supuesto que es supermovilizante para mí, para Gustavo (Yankelevich) y para los chicos. Es como pensar que Coco es una película luctuosa o necrológica... No, nada que ver, es un canto de amor. Se trata de un concierto, no es un show, y todo lo recaudado es para la Fundación Sí. Son todas las canciones que hice cuando pasó lo de Romina, pero me quebré y no pude concretarlo. Con todo el mismo amor que sentí en ese momento: las mismas canciones, ocho años después.
–¿O sea que cuando ocurrió lo de tu hija vos te quebraste y compusiste?
–En en ese momento inmediato no estaba quebrada. Yo me quebré después. El proceso fue durísimo los primeros dos o tres días, y después me fui a vivir con mis nietos y me ocupé de ellos. Además, tenía la productora con 250 personas, o sea que mi quiebre vino después.
–¿Cómo es tu proceso compositivo?
–Las compongo en mi mente, escribo poemas en mi mente de una manera tal que ya sé cómo van a sonar: si van a ser una balada, un pop o un vals. Estudié piano y solfeo. Hay posibilidades de que se agreguen cosas después, pero en general van así como por un tubo. A la letra es muy difícil no encontrarle la música adecuada, pero es muy complicado al revés. Por eso hay muchos más músicos que compositores de letras. Y soy autodidacta, estudié de chica como obligación, pero extrañamente todo había quedado en mi corazón. La armonía es algo que no solo utilizo en la música sino también en la estética, en la forma, en los colores y hasta en la manera de seleccionar a la gente.
–¿Hasta ese punto?
–Incluso el espacio de aprendizaje que estamos desarrollando tiene una canción. Nació primero como una canción. Todo, la historia de todas las tiras de TV están primero en una canción. Tengo una capacidad muy grande de expresar en muy pocas palabras lo que siento.
–Según tu imagen, uno podría interpretar una personalidad más barroca, más adornada…
–Yo soy recontrasimple. No me veo muy barroca. Soy liviana, no soy muy complicada. Y muy curiosa y observadora. Me llaman la atención cosas que nadie ve. Me imagino siempre historias.
–¿Cómo fue tu infancia y adolescencia?
–Soy de Barrio Parque. Exactamente, Figueroa Alcorta y Tagle. Mi padre era ingeniero y mi madre socióloga. Tuve el placer de tener padres con un enorme caudal de cultura que me proveyeron de libros y de procesos diferentes a los de mis compañeras de colegio. Iba a Las Damas de la Asunción que, ahora es el San Martín de Tours.
–¿Y cómo era interpretada tu veta artística?
–Lo que a mí más me gustaba era escribir poesía, y eso fue lo que después se transformó en canciones. Leía mucho. Me encantaba hacer poemas. Mi vida suena a una gran casualidad, en el sentido de que no me propuse ser lo que soy. Cuando recién empecé a profesionalizar lo mío comencé a proponerme cosas. En un primer momento mi vida fue vivirla, aunque trabajo desde muy chica, desde los 15 años, porque me gusta la libertad. Ese es el gran secreto de la vida o la búsqueda mayor: no tener dueños y ser libre y poder elegir. Siempre pude elegir. Aunque eso no implica que siempre todo salió divino.
–Entonces venías de un círculo donde algunos roles están un poco predestinados y, sin embargo, hiciste otra cosa…
–Rompí el molde, totalmente, lo rompí en todo sentido. Tuve algunos problemas con mis padres, porque eran un poco burgueses dentro de su estilo. Aunque mi mamá empezó a estar metida en la facultad, porque empezó a estudiar de grande y fue muy interesante ese proceso porque también me ayudó mucho en el mío. Verla a mis 14 años empezar a estudiar, terminar su secundaria y hacer la universidad. Eso sí me trajo muchos problemas con mis compañeras, no lo podían creer. Me decían: "Pero tu mamá es una loca", y para mí era increíble. Mi mamá, que falleció hace unos meses, era una persona que amaba la vida con locura. Y tenía una cosa con la mujer muy particular, si ella estuviera con todas sus fuerzas participaría de movimientos muy feministas, porque para ella la mujer era la que iba a cambiar el mundo. El hecho de hacer el amor, para ella era algo muy revolucionario y era fundamental que la mujer sintiera todo el placer y el goce. Todos sus speeches estaban dedicados mucho al disfrute de la mujer.
–¿Y vos compartís esa mirada?
–Sí. Yo no lo he vivido con tanta intensidad como ella… Esa parte del sexo no es tan fundamental para mí, hay otras cosas. Para ella era muy importante. Soy más sensual que sexual, aunque sí creo que es la vida misma, así que hay que darle mucho valor. Yo soy de las que creen que el cuerpo es un tesoro y hay que saber con quién compartirlo. Yo me quiero a mí misma, me cuido, y en ese sentido quiero lo mismo del otro lado.
–Hace algún tiempo hablaste bien de la figura de María Eugenia Vidal. ¿Por qué?
–Sí, a veces me preguntan cosas de política y yo… Bueno, soy asistente social, me faltaron solo dos materias para recibirme porque cerró la facultad en la época de los militares y después me casé. La vida me llevó por otro camino en el cual apliqué muchísimo de todo lo que tiene que ver con lo social. Todas mis novelas, las canciones encierran una mirada absolutamente social, de transformación.
–¿Y Vidal? ¿Por qué te llama la atención su figura?
–No la conozco, pero presiento por lo que he leído, por lo que la he escuchado y por lo que siento en mi corazón que es una persona mágica. Reconozco a la gente mágica, a esas personas que quedan en la historia como hacedoras de un gran cambio. Lo veo en ella más que en todas las personas que conocí en la política hasta ahora. Quizá no esté en el momento justo, pero es una persona que puede hacer y hace enormes cambios en toda la estructura de nuestro país. Es la única que sería capaz de dar su vida por su país. Creo que hay lugares en la política para los que hay que estar preparados para dar la vida, sobre todo en momentos tan cruciales como los que está viviendo el mundo. Me identifico, la siento absolutamente transparente y que realmente está apasionada por lo que hace y es muy responsable de cada acto de su vida. Es una mirada sobre ella que no quiere decir que sea la verdadera. Tiene toda la cuota de feminismo que hay que tener y una parte masculina de liderazgo que también es muy interesante.
–¿Qué opinás sobre los movimientos como el #Niunamenos o el #MeToo, en los Estados Unidos?
–Está buenísimo que suceda. Yo le hubiera puesto #Niunamás, porque no me gusta usar palabras negativas, esos términos hay que dejarlos para otros momentos, pero bueno, dando a entender lo mismo, ¿no? También si hubiera sido Macri me habría planteado dignidad 100 y no pobreza cero, porque después las cosas hay que cumplirlas y dignidad 100 se le puede dar a millones de personas, en cambio, pobreza cero no existe en ningún lugar del mundo. Se puso la vara muy alta. Lo de dignidad 100 pude verlo en Colombia y me pareció una frase extraordinaria. Colombia me cambió mucho, porque es un país que salió del horror, mucho mayor que el nuestro. Y logró dignidad 100, fuertemente 100.
–No parecen procesos sencillos, ¿no?
–Si ellos pudieron, si Berlín se pudo levantar del horror, los espantos pueden cambiar. Bueno, yo también me levanté de algo que fue tremebundo, todo se puede. A mí no me digas que algo no se puede, porque en mi concepción esa palabra no existe. No es que no entiendo lo imposible, pero cuando alguien te dice que no se puede es porque, en realidad, no quiere. Hay que leer un poco las palabras.
–¿Analizás mucho las palabras?
–Les doy mucha bolilla, porque son tremendamente peligrosas cuando están mal utilizadas y lo vemos permanentemente en los discursos de nuestros gobernantes y de muchos que salen en la TV. En cambio, bien usadas son poderosas. Las palabras son maravillosas. Depende de quién las diga, claro. Aliados, que siento que me lo envió Romina, empezó así. Me acuerdo del momento exacto y el lugar en que surgió. Siempre ando con un cuaderno y empecé a escribir esa canción que después dio la vuelta al mundo. Iba manejando y sentí la presencia de Romina en una curva de la calle Roma; una curiosidad, porque Roma le decíamos a Romina y si la das vuelta quiere decir amor. Soy muy estudiosa de esas cosas. Y empecé a sentir algo así como una enorme sensación de paz y me largué a escribir con la libreta en el volante hasta que frené y salió una canción.
–Y noto que te gustan los juegos de anagramas y palíndromos.
–Todo el tiempo. Por ejemplo, Morena, que no lo elegí yo, es enamorar.
–En general tu exposición pública resulta bastante acotada. ¿Por qué?
–Nunca fui a una fiesta de Gente… Tengo 14 Martín Fierro y subí solo dos veces a buscarlos. Es que hago demasiadas cosas como para, además, exponerme en la prensa y demás.
–¿Sentís que fuiste una precursora y que hoy se ponen en crisis cosas en las que te adelantaste?
–Falta muchísimo. Veo que el mundo va a hacia adelante y eso implica que el rol de la mujer sea exactamente igual al del hombre. Con los mismos derechos y responsabilidades. Me encantaría también que se respetara más el rol de los niños y de los jóvenes. A nadie le preocupan los niños, y por eso tenemos la educación que tenemos. Hasta que no se cambie todo el proceso de aprendizaje, porque la palabra educación ya es recontra antigua, este país no va a salir adelante, claramente. Todos los males que tenemos tienen que ver con eso.
–¿Considerás que la palabra educación ya está perimida?
–No existe más, porque educar se usó hace muchos años para un momento dado de la historia. Ya pasaron 200 años, y ahora lo que hay que hacer es recurrir al superpoder del ser humano, que es el aprendizaje. El ser humano es autodidacta, lo que necesita es un espacio amigable, las herramientas y guías que no lo abandonen en su búsqueda. El verdadero maestro es el que acompaña esa indagación y no el que dice andá por acá, andá por allá. Me parece que ahí está el gran secreto. La educación argentina está en su peor momento. Estoy hablando de los procesos artísticos, las ciencias, las universidades, que, por cierto, pronto no van a existir más.
–¿En qué sentido no van a existir más las universidades?
–Es que se está cambiando y modificando la manera de aprender. Uno solo aprende lo que ama, lo demás te lo enseñan y generalmente no lo aprendés. Aprender es tomar algo y hacerlo propio. Y entonces hay que descubrir los dones de los chicos y empoderarlos para que sean seres creativos en lo que fuera.
–¿Y los niños ya están en condiciones de saber lo que les gusta?
–El aprendizaje va por otro lado, por proyectos, por formatos diferentes. El aprendizaje primero es reconocer en el otro sus fortalezas y debilidades y contenerlo para que las desarrolle. He tenido muchísimas experiencias con niños y me ha ido fantásticamente bien. No tengo ni un solo niño que no sepa interpretar un texto, e interpretan un libro entero por día, entonces, decime porque en los colegios no hay interpretación de textos para chicos de 18 años. Quiere decir que nunca les interesó nada de lo que les estuvieron dando y se pasan años de sus vidas encerrados. Hoy, el colegio es como la cárcel, es igual, está formulado de la misma forma. Tiene los celadores, los recreos, las bandas, los que mandan y obedecen. ¿A quién se pone siempre en el centro del proceso? La currícula, no a los chicos.
–Bueno, se supone que la currícula está basada en un modelo de conocimientos necesarios…
–Claro, enseñan a mis nietos las mismas cosas que me enseñaban a mí y que ya no me interesaban en su momento. En la vida lo que hay que hacer es potenciar.
–¿O sea que al ser humano no le serviría conocer lo que no quiere?
–No, sí le sirve, pero el problema es cómo te lo meten. Otra cosa es mostrarle todo lo que puede conocer desde un lugar de aprendizaje, de interés, de gracia y otra es cómo ocurre hoy. Por supuesto que ha habido grandes maestros. Yo tuve un par. La rebeldía es algo buenísimo, sirve para preguntar. Cuántas veces les preguntan a tus hijos cuando llegan al colegio ¿cómo estás? La educación del futuro es otra, ni siquiera se llama educación. Sé que lo que digo es disruptivo y me hago cargo. En mi proyecto OM no va a haber docentes, sino guías preparados.
–¿Ese proyecto en qué nivel de desarrollo está?
–Estoy con mucha fuerza y a dos años de tenerlo. Significa un gran cambio, porque estoy saliendo de lo mío para embarcarme en otra cosa. Soy una buscadora total. Empecé bailando arriba de un parlante, después hice actuación, televisión, después conduje programas, produje, ahora estoy haciendo animación con Juan José Campanella (Floricienta, que estaría lista el año próximo) y estoy en este nuevo proceso. La instancia es la de bajar un pensamiento a método, armando un nuevo movimiento de aprendizaje. Hay muchas horas de trabajo y de investigación con un equipo.
–¿Qué música escuchás?
–Muchísima música clásica y después, todo. Por ejemplo, SIA me parece una gran autora, generalmente escucho cantautores. Aristimuño me gusta, pero también me encanta Sandra Mihanovich. También busco saber en qué anda la juventud y me anoto autores. Becky G, Lorde, estoy abierta a toda la música. Me encanta el rap, de hecho la canción de OM es un rap.
–¿Cuál sería tu lugar preferido en el mundo?
En San Martín de los Andes tengo mi rincón de luz… Ahí entro en estado de gracia. Pero tampoco podría dejar de vivir en la ciudad, porque amo las bocinas, la gente. Soy una mutante rara, me gustan las dos cosas. Entre la montaña y el mar, igual, prefiero la montaña. Cuando conocí Medellín, la zona más pobre, sentí que era mi lugar en el mundo también. Si me tuviera que recoger buscaría mi casa octogonal en San Martín. Es de una belleza particular, muy especial. Pero no me voy a retirar nunca, porque estoy haciendo OM para estar siempre rodeada de chicos. Los amo y les debo todo lo que soy: toda mi inspiración y creatividad. Por eso puedo dejar de ir a las fiestas de Gente.
LÍNEA DE TIEMPO
- 1956. Nace en Buenos Aires María Cristina de Giacomi, quien luego se convertirá en la actriz, conductora, compositora musical, empresaria, directora y productora de televisión conocida como Cris Morena.
- 1973. A los 17 años fue imagen de los jeans Lee. Tiempo más tarde fue seleccionada para trabajar en el equipo de Vol Tops, en el cual conoció a Gustavo Yankelevich. Estuvieron 25 años juntos, y fruto de la relación nacieron Romina y Tomás.
- 1983-89. Trabajó en el programa humorístico Mesa de noticias. Después continuó su carrera como actriz en Amigos son los amigos, junto a Carlos Calvo.
- 1991. Empezó a trabajar como conductora del programa Jugate conmigo, dirigido a adolescentes. Con ese programa ganó un Martín Fierro.
- 1995. Inicia su carrera como productora con Chiquititas La ficción contó con siete temporadas televisivas consecutivas y se convirtió en un clásico. Luego llegaron Verano del 98, Rebelde Way, Rincón de luz, Floricienta, Amor mío y Casi ángeles.
- 2010. Sufre la muerte de su hija Romina Yan, de 36 años. Cierra su productora Cris Morena Group y se retira de los medios.
- 2018. Prepara ViveRo, un concierto tributo a su hija, que se realizará el 5 de septiembre.
- El futuro. Lanzará el proyecto OM, Otro Mundo, al que define como "un movimiento revolucionario de transformación para el aprendizaje". El año próximo estaría lista la tira animada de Floricienta, desarrollada junto a Juan José Campanella.
Asitente de fotografía: Ezequiel Yrurtia
Agradecimiento por vestuario: Natalia Antolín by China
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